El terrorismo islamista ha golpeado a casi cada país occidental y es probable que empeore. Un motivo es la agresividad de los radicales; otro es la debilidad de la respuesta occidental. Experimenté personalmente ambos problemas justamente la semana pasada.
Esta historia arranca a comienzos de 1998, cuando John Miller, de ABC News, buscaba una entrevista con Osama bin Laden en Afganistán. Al necesitar un intermediario, su productora encontró a Tarik Hamdi, de Herndon, Virginia, un autoproclamado periodista que ayudó a realizar los contactos y acompañó después al equipo de ABC news a Afganistán.
Hamdi, se descubrió, tenía sus propios motivos para viajar allí; iba a llevar a Bin Laden una batería de repuesto para su relación vital con el mundo exterior, su teléfono vía satélite. Dado lo remoto de Afganistán, Bin Laden no podía pedir simplemente una batería por su propia cuenta y que le llegase en veinticuatro horas. Necesitaba que alguien de confianza se la llevase. Así que uno de los principales ayudantes de Bin Laden pidió una batería de repuesto el 11 de mayo de 1998, y lo arregló para que le fuera enviada a Hamdi en su casa de Herndon. Hamdi despegó hacia Afganistán con Miller el 17 de mayo, y poco después entregó personalmente la batería.
Apenas dos meses después explotaban dos bombas casi simultáneamente en las embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania, matando a 224 personas e hiriendo a miles.
Cuando el gobierno norteamericano llevó ante la justicia en la ciudad de Nueva York a cuatro de los terroristas este año, se centró en el teléfono alimentado por la batería de Herndon; el asistente del fiscal del estado Kenneth Karas lo llamó "el teléfono que Bin Laden y los otros utilizarán para perpetrar su guerra contra Estados Unidos". El proceso también estableció la importancia capital de Hamdi para Bin Laden.
Tras cinco meses, un jurado encontró culpables de los 302 cargos contra ellos a los cuatro terroristas, validando la interpretación de la acusación del papel de Hamdi.
Que es donde yo entro.
Explicando este veredicto de culpabilidad en el Wall Street Journal el 31 de Mayo, firmé un artículo junto con Steven Emerson argumentando en favor de este resultado, pero señalando que servía de poco para proteger vidas americanas; vencer a Bin Ladin y a su panda asesina exigirá al gobierno norteamericano el despliegue de fuerzas armadas, no de policías y abogados.
El artículo se centraba después en las pruebas abrumadoras hechas públicas durante los procedimientos del caso, destacando que Bin Laden "había montado un sistema de células estrechamente organizadas" en seis ciudades americanas, incluyendo la pequeña ciudad de Herndon - una alusión a Hamdi.
Recogiendo esta referencia, Jeannie Baumann, una reportera del The Herndon Observer, nos contactó para saber más. Emerson le explicó el papel de Hamdi y la remitió en numerosas ocasiones a las transcripciones completas del tribunal disponibles en Internet. Pero Baumann rechazó sin contemplaciones sus ofertas, contestando que su diario "no está dotado para manejar tal información". En lugar de investigar, Baumann se dirigió al jefe de policía de Herndon, Toussaint E. Summers Jr., para pedir una opinión. Él llamó entonces al FBI, que no le dijo nada. De su falta de información, Summers concluyó felizmente que "parece no haber nada de verdad... en absoluto" en una conexión Bin Laden-Herndon.
Baumann citaba después esta opinión al Council on American-Islamic Relations (CAIR), pidiendo una declaración. Ibrahim Hooper, el portavoz de esta organización islamista (y en ocasiones apologeta de Bin Laden), se inclinó hacia la aseveración del jefe de policía y declaró que nuestro artículo del Wall Street Journal era impreciso y que contenía prejuicios contra los musulmanes. El artículo de Baumann, publicado el 15 de junio, llevó entonces el titular "La policía y los musulmanes refutan la relación de Herndon con el terrorismo".
Este episodio ilustra claramente tres respuestas problemáticas occidentales a la violencia islamista: funcionarios de las fuerzas del orden que se resisten al hecho de que esta lacra exista en sus jurisdicciones. Periodistas que fracasan a la hora de hacer el trabajo de investigación necesario para destapar noticias en sus propios patios traseros. Y las organizaciones islámicas más prominentes que obvian descaradamente el terrorismo islamista y difaman a cualquiera que señale la realidad de este fenómeno horroroso.
Si Bin Laden y su banda de asesinos van a ser detenidos, se precisará de más vigilancia por parte de los funcionarios de las fuerzas de la ley como Summers, mejor periodismo de reporteras como Baumann, y la aparición de musulmanes moderados que arrebaten la palestra a fundamentalistas como Hooper.