He aquí un ejemplo típico, uno que me implica personalmente, de cómo la Izquierda radical y los Islamistas, esos nuevos mejores amigos, engañan fácilmente.
Tiene que ver con un trozo de la legislación de los Estados Unidos propuesta aprobada por el House, la "International Studies on Higher Education Act" del 2003, conocida familiarmente como H.R.3077, y que espera la acción del Senado. La H.R.3077 pide la creación de una mesa consultiva para revisar el modo en el que 100 millones de dólares en bruto de los contribuyentes de los Estados Unidos es empleado anualmente en los estudios del área, incluyendo estudios de Oriente Medio, en el ámbito universitario.
Esta mesa es necesaria por dos razones: los estudios de Oriente Medio son un campo fracasado y también sucede que los académicos que consumen estos fondos los desvían - un caso clásico de ausencia de contabilidad. El propósito de esta financiación, que el Congreso incrementó en un 26% después del 11 de Septiembre, es ayudar al gobierno Americano con lenguas exóticas y habilidades culturales. Y aún así muchas universidades rechazan este papel, desdeñándolo como entrenamiento de "espías".
Martin Kramer apuntó la necesidad de la intervención del Congreso en su libro del 2001, Ivory Towers on Sand. Stanley Kurtz tomó la idea y la llevó a la práctica en Washington, testificando en una audiencia clave del House en Junio del 2003.
¿Mi papel en la promoción de esta mesa consultiva?. Escribir una frase favorable acerca de ello hace ocho meses, sobre la base de una esperanza de que la mesa cree cierta responsabilidad y ayude al Congreso a llevar a cabo su propio intento. Mientras que espero que el Senado apruebe la H.R.3077, no he hecho nada de ninguna manera por elogiar o apoyar esta propuesta.
Bien, ésa es la historia. ¿Pero por qué deben meros hechos entrometerse?. Aparentemente convencidos de que convertir la H.R. 3077 en mi iniciativa personal ayudaría a echarla abajo en el Senado, izquierdistas y organizaciones Islamistas han dado por sentado imaginativamente mi papel.
La American Civil Liberties Union me acusa de "acaparar la ayuda del gobierno" para imponer mis opiniones a la academia.
El American - Arab Anti-Discrimination Committee titula su alerta "La Libertad de Cátedra bajo Ataque por Pipes y el Gran Hermano".
El Council on American - Islamic Relations afirma que "estoy impulsando activamente" el organismo consultivo.
Este engaño incitó a los periódicos del campus - por ejemplo, en Columbia, CUNY, Swarthmore, y Yale - a relacionarme con la proposición , como hicieron periódicos de la ciudad tales como el Berkshire Eagle y el Oregonian, Websites y listas de correo.
En lo que esta gente se equivocó es en mi escepticismo hacia que el potencial de la mesa consultiva suponga una gran diferencia. Es importante simbólicamente y puede arrojar luz sobre problemas. Pero las probabilidades dicen que no podrá solucionarlos a fondo.
Digo esto porque al contrario que en organismos federales comparables, éste tiene solamente poderes consultivos, no supervisores. También tiene autoridad limitada, teniendo prohibido específicamente considerar planes de estudios. Los profesores pueden impartir cursos políticamente parciales, por ejemplo, sin consecuencias en la financiación. En perspectiva, tales mesas federales logran en general muy poco. Me he sentado en otras dos y los veo como mecanismos burocráticos incómodos con impacto limitado.
¿Mejorará las cosas un nuevo organismo?. Por supuesto. Pero el Congreso debe considerar soluciones más drásticas. Una debería revocar el suplemento anual de 20 millones de dólares post-11 de Septiembre para los estudios del área en las universidades, utilizando este dinero en su lugar para establecer centros nacionales de recursos que se centren en la guerra global contra el terrorismo. Combinarían provechosamente la experiencia del área con un enfoque sobre el Islam militante.
Una segunda solución sería suspender todas las asignaciones del gobierno a los estudios del área. Este paso apenas afectaría apenas al estudio de culturas extranjeras en las universidades, dado que los 100 millones de dólares del presupuesto federal apenas suponen un 10% del presupuesto en la mayoría de los centros, fondos que esos centros podrían obtener sin ninguna duda de fuentes privadas. Pero hacer esto enviaría el mensaje de presentación de que el contribuyente Americano ya no desea pagar por un trabajo inferior al nivel.
Cualquier paso animaría a los académicos más jóvenes a reorganizarse en un esfuerzo por recuperar la confianza pública y abrir de nuevo el monedero público.
Mientras que el tablero consultivo no es la solución ideal, es lo mejor que se puede esperar de momento, dado el poder del lobby de educación superior. Estoy preparado para dar una oportunidad a la H.R.3077. Pero en caso de que el organismo no se forme o no suponga diferencia, abogaré por la mejor solución - suspender los fondos - y extenderé estas ideas entre el público y en el Congreso. Mis opositores entonces aprenderán lo que sucede cuando "impulso activamente" de verdad para que el Congreso adopte una medida.