"La creación de los Estados Unidos de América es el acontecimiento central de los últimos cuatrocientos años". Así empieza Walter A. McDougall, de la Universidad de Pensilvania, el primer volumen de su aclamada nueva historia americana, La libertad está a la vuelta de la esquina (HarperCollins).
Como era de esperar, este acontecimiento central ha provocado un amplio abanico de opiniones. Decenas de millones de inmigrantes han preferido renunciar a lealtades previas y unirse al bullicioso experimento que hace de "la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad" su meta oficial.
El resultado ha sido un asombroso éxito. "Dominamos cada campo del esfuerzo humano, desde la moda a las finanzas pasando por el cine", escribe el columnista norteamericano Charles Krauthammer. "Dirigimos el mundo cultural, económica, diplomática y militarmente como nadie lo hecho desde el Imperio Romano". Como símbolo de esta predominancia, el mundo exterior está tan afectado por las próximas elecciones presidenciales norteamericanas, que las encuestas hoy se toman de a quién votarían los no norteamericanos, si pudieran.
Hay, por supuesto, un lado oscuro en este extraordinario éxito también, e incluye envidia, miedo, y resentimiento. En un estudio inteligente, acre, y (dado su tema negativo) agradable, Barry Rubin y Judith Colp Rubin repasan este otro lado en Odiar a América: Una historia (Oxford). En el libro, logran tres cosas principales.
Primero, proporcionan un compendio de afirmaciones absurdas acerca de los Estados Unidos, que se remonta atrás, algunas graciosamente absurdas, otras enfermizas.
- Comte de Buffon, renombrado científico francés (1749): "El corazón americano está congelado, su sociedad es gélida, su imperio cruel".
- Talleyrand, político francés (1790): Es un país de "32 religiones y solamente un plato… y ni siquiera eso [es] comestible".
- Alexis de Tocqueville, filósofo social francés (1835): "No conozco ningún otro país en el que haya tan poca independencia de pensamiento y tanta libertad real de debate".
- Sigmund Freud, psiquiatra austriaco (años 30): "América es un error, un error gigantesco".
- George Bernard Shaw, dramaturgo británico (1933): "Un asilo para cuerdos estaría vacío en América".
- Henry Miller, novelista americano (1945): América es "una fruta que se pudrió antes de tener ocasión de madurar".
- Harold Pinter, Dramaturgo Británico (2001): Estados Unidos es "la potencia más peligrosa que el mundo haya conocido nunca".
En segundo lugar, los Rubin trazan la asombrosamente abigarrada historia del anti-americanismo, una obra en cinco actos. En el siglo XVIII, "una teoría de la degeneración" a la que se daba crédito extensamente explicaba la inherente inferioridad de América. Los animales y los seres humanos de Europa, postulaba, disminuyen de tamaño y se echan a perder mentalmente en los vertederos del Nuevo Mundo.
El período 1830-80 atestiguó un enfoque sobre el presunto fracaso del experimento americano. La democracia había producido una clase política, una sociedad, y una cultura miserable, algo al borde del derrumbamiento. Se amenazaba con Estados Unidos como pésimo ejemplo para emular.
El ascenso al poder de América, 1880-1945, vio desarrollarse el temor de que el modelo americano dominase el mundo. Cada victoria militar americana - en 1898 (sobre España), 1918 (Primera Guerra Mundial), y 1945 (Segunda Guerra Mundial) - causaba que esta ansiedad tomara nuevos bríos.
La posición de América como una de las dos superpotencias durante la Guerra Fría, 1945-90, incrementó aún más esos miedos. Mientras que la Unión Soviética tenía un atractivo e influencia limitados más allá de su valor militar, la hegemonía americana amenazaba a través de materias tan aparentemente inofensivas como la comida rápida, el cine, la ropa, o los programas de ordenador.
Los Estados Unidos emergieron en 1990 como el único "hiperpoder" post- Guerra Fría, haciendo realidad la peor pesadilla de los anti-americanos, que le echaban la culpa de todos los problemas del mundo y caían presa de espasmos de odio a América sin precedentes.
Finalmente, el catálogo de centenares de páginas de furia de los autores aclara los motivos tras el anti-americanismo. Desde muy temprano en adelante, los amplios cielos y olas ambarinas de grava ofrecieron una alternativa más libre, más rica, y más tentadora, obligando a los que se quedaban atrás a racionalizar su elección. (En términos domésticos norteamericanos, es como justificar no haberse mudado a California). El anti-americanismo es el Doppelgänger (gemelo malvado) del atractivo y el poder de América.
En un grado limitado, el esfuerzo hostil ha tenido éxito. Una campaña francesa de acoso y derribo contra Coca-Cola en los años 50 hizo descender el consumo de esa bebida por debajo del de cualquier otro lugar de Europa Occidental. Las encuestas hoy muestran una amplia desaprobación global a Estados Unidos.
En última instancia, sin embargo, los discursos rimbombantes, los gritos y los insultos se desvanecen, vencidos por la labor de América como una fuerza benigna en la escena mundial, y por sus logros a la hora de permitir a su ciudadanía buscar la felicidad.