Con los demócratas controlando el ejecutivo y el legislativo, ¿qué cambios cabe esperar en la política norteamericana hacia el confl icto del árabe israelí? Los nombramientos encajan, hasta el momento, en el molde de centro izquierda. En la vertiente positiva, como observa el analista Steven Rosen, esto signifi ca que nadie del equipo trae «una agenda izquierdista defi nida de autoengaños peligrosos; en la práctica, muchos de ellos son sensatos e inteligentes, resistentes, por no decir inmunes, a las tonterías que ciegan a la mayoría de los académicos».
Por la parte negativa, observa Rosen, los integrantes del gabinete elegidos «son extremadamente moderados y centristas, sin que nadie vaya a hacer sonar la alarma de los riesgos extraordinarios a los que nos enfrentamos, ni a proponer una respuesta más allá del usual».
Tomando perspectiva, más allá de los cargos, se puede ver una imagen igualmente diversa. Constate la resolución pro-israelí aprobada por el Congreso a principios de enero «reconociendo el derecho de Israel a defenderse de los ataques provenientes de Gaza, reafi rmando el fi rme apoyo de EE UU y apoyando el proceso de paz palestino israelí». El resultado insinúa dos ideas: en primer lugar, la fuerte postura bipartidista de apoyo a Israel de los estadounidenses ha aguantado el confl icto de Gaza. En segundo lugar, las personas que se muestran frías u hostiles hacia Israel sitúan su espacio marginal dentro del Partido Demócrata.
Las encuestas realizadas a lo largo de la última década constatan de manera invariable que los estadounidenses respaldan plenamente a Israel, pero los demócratas no lo hacen tanto como los republicanos. Ya en 2000, demostré que «varias veces más miembros del Partido Republicano se muestran sensibles hacia Israel que miembros demócratas, y sus cúpulas directivas refl ejan esta disparidad».
Estos últimos años, se confi rma este patrón, incluso durante las guerras de Hizbulá y Hamas. El apoyo republicano a Israel es siempre mayor, oscilando entre un 20% y un 38% más que el apoyo de los demócratas y promediando el 26%. No siempre fue así. De hecho, republicanos y demócratas han intercambiado lugares de manera dramática en sus posturas hacia Israel a lo largo de 60 años y tres eras.
Entre 1948 y 1970, demócratas como Truman o Kennedy manifestaron solidaridad hacia el estado judío al tiempo que republicanos como Eisenhower se mostraban fríos. Durante la segunda era, 1970-91, republicanos como Nixon o Reagan empezaron a apreciar a Israel como aliado fuerte. Con el fi nal de la Guerra Fría, en 1991, comenzó una tercera era en la que los demócratas se centraron en la causa de los palestinos y se enfriaron hacia Israel, mientras los republicanos se mostraban aún más solidarios con Israel.
Matt Brooks, director ejecutivo de la Coalición Judía del Partido Republicano, observa acertadamente que «los demócratas vuelven cada vez más su espalda a Israel». Esa tendencia anticipa una probable tensión durante los cuatro próximos años, se adopte o no un enfoque más «europeo» hacia Israel.
Las tensiones existen ya. Por una parte, el equipo Obama no se ha mostrado crítico hacia la guerra de Israel contra Hamas, al tiempo que afi rma que no va a dialogar con Hamas, que Israel es un aliado imprescindible y que la política estadounidense tomará en cuenta los intereses de seguridad de Israel. Por otra, ha manifestado su disposición a relacionarse con Hamas, además de mostrar tendencia a un enfoque más «imparcial», a impulsar más las negociaciones, y a dividir Jerusalén. En resumen, la política hacia el estado judío no está decidida.