Las mujeres musulmanas han inventado una ingeniosa defensa cuando son sorprendidas en la comisión de alguna actividad delictiva - que la ley islámica les obligó a cometerla. Unas veces el truco funciona, otras no.
Falsificación documental: El abogado de Fadime Cubuk, de 26 años de edad, admitió que ella se equivocó al falsificar una póliza de seguro tras el incendio del negocio familiar de kebabs hace dos años, informa desde Melbourne Australian Associated Press. Pero al tratarse de una musulmana religiosa, ella creía que el Corán la obliga a obedecer a su marido, quien le ordenó cometer esto. La posibilidad de ignorar las órdenes de su cónyuge, decía el abogado, es "muy, muy remota, teniendo en cuenta la postura en la que se encuentra ella con su cultura y educación". Según su confesión, continuaba la defensa, criticar o negarse a obedecer al marido está "absolutamente prohibido", y puede redundar en palizas, reprimendas y la anulación de favores sexuales. Será interesante conocer el el fallo de este caso. (15 de junio de 2003) 19 de junio de 2003: Bueno, funcionó. AAP informa que el magistrado de la audiencia del condado Bill White anuló la pena de Cubuk porque "estaba siguiendo su educación familiar y cultural" cuando ayudaba a su marido a cometer un delito. "El jurado fue informado de que se educó en una cultura y una religión que la obligaban a obedecer al marido", observaba el juez.
Lavado de dinero: El mismo truco no le salió tan bien a October Martinique Lewis, del grupo de "los Siete de Portland". Llegó a un acuerdo con la fiscalía federal en el que, a cambio de clemencia, se declara culpable de seis cargos de lavado de dinero en relación con los fondos enviados a su ex marido, Jeffrey León Battle, como parte de su intento de llegar a Afganistán y unirse a los talibanes junto a cinco musulmanes más de la zona de Portland. Según su sentencia, informa el Oregonian, su abogado Jack Ransom escribe que "También hay que tener en cuenta el papel de la mujer en un matrimonio musulmán. Ella tenía que hacer cualquier cosa que le fuera ordenada llevar a cabo, y por tanto ella no tuvo más opción que enviarle el dinero". El juez de la audiencia Robert E. Jones interrogó después a Lewis en esta línea y supo de Lewis que "Un varón musulmán no le dice todo a su mujer. Las cosas de hombres son asunto suyo. Muchas veces no le dirá a su mujer lo que se trae entre manos". El abogado de ella explicaba después (de forma bastante gratuita) que aunque se divorció legalmente de Battle antes de abandonar Portland con destino a Afganistán, ella sigue viviendo como su mujer según los principios islámicos y "consideró su deber" financiarle. Buen intento, pero el juez no se lo tragó. La condena a tres años de cárcel en instalaciones penitenciarias federales. (2 de diciembre de 2003)
Shahida Karim-Hawchar afirma que la sharía tiene la culpa de que vendiera coches robados. |