Eso reza una aparentemente cotidiana crónica de Reuters – ¡pero el drama que lleva detrás!
El cereal saudí muerde el polvo. |
Poco después de la primera subida del precio del crudo de 1973-74, los gobernantes saudíes decidieron que necesitaban protegerse del boicot inverso de las potencias agrícolas, así que derrocharon inmensos recursos en un programa de autoabastecimiento de cereal. Cuando comenzó, el gobierno ofreció a las explotaciones la exorbitante cifra de 3.500 riales saudíes (933 dólares) por tonelada, precio varias veces el de mercado. Ese importe se redujo a continuación a un todavía pingüe millar de riales saudíes (267 dólares) por tonelada.
A lo largo de las tres décadas, el programa agotó de forma masiva tanto las arcas del Estado como los recursos hídricos sin llegar a ser necesario en ningún sentido, dado que las potencias agrícolas nunca albergaron intención ninguna de aislar al reino. Asimismo, el contrabando del cereal en Arabia Saudí se convirtió en un chollo (sobre todo el procedente del vecino Egipto, donde el Estado facilita el trigo a precios por debajo del mercado).
Los cambios se producirán de forma gradual. En este momento, los agricultores saudíes producen 2,5 millones de toneladas de cereal común y cebada, que bastan para satisfacer la demanda interna. Las carteras de economía y agricultura anunciaron que las compras públicas de cereal producido nacionalmente se contraerán un 12,5 por ciento por ejercicio durante ocho ejercicios, hasta abandonar el encarecido mercado local en 2016.
(9 de enero de 2008)
21 de julio de 2008: Irónicamente, justo cuando los saudíes renuncian a su programa de cereal, la subida del precio de los alimentos invita a los países vecinos a cultivar sus propias cosechas, según escribe Andrew Martin en "Oriente Próximo afronta elección entre cosecha o agua":
Yibuti cultiva arroz en invernaderos alimentados con energía solar, abastecidos a través de acuíferos subterráneos y enfriados con desaladoras, dentro de un proyecto que obtiene lo que el economista del Banco Mundial Ruslán Yemtsov llama "probablemente el arroz más caro del planeta". Varios países productores de crudo, Arabia Saudí incluida, han empezado a buscar terreno de explotación en países fértiles pero políticamente inestables como Pakistán o Sudán, con el objetivo de obtener cosechas que trasladar al país… En Egipto, donde la falta de pan subvencionado produjo disturbios en abril, los funcionarios dicen estar buscando la forma de cultivar trigo en 2 millones de kilómetros cuadrados a lo largo de la frontera con Sudán.
Los economistas consideran esto una locura, instando a los países de Oriente Próximo a sembrar cultivos de secano de elevada demanda, como flores o frutales. En tales actividades, hay que fijarse en Israel, donde
Dorón Ovits, un confiado caballero de 39 años de edad con gafas de sol en la frente y un profundo bronceado dirige un imperio del tomate y la pimienta en medio kilómetro cuadrado del desierto israelí del Negev. Sus plantas, cultivadas en invernaderos con elaboradas tomateras y exportadas luego a Europa, son regadas por irrigación con agua depurada que dice es tan pura que hay que devolverle sales minerales. El agua se inyecta a través de redes de riego cubiertas tupidamente con plástico negro para impedir la evaporación.
Una instalación de bombeo en el exterior de cada invernadero está equipada con un ordenador que calcula las cantidades de agua y fertilizante que se utilizan; Ovits hace el seguimiento desde su portátil. "Con el riego gota a gota, se ahorra dinero. Es más exacto", dice. "No se puede llevar como un campesino o un granjero. Hay que ser más empresario".
Israel está tan obsesionado con el agua como Ovits. Fue allí, en los años 50, donde un ingeniero inventó el riego gota a gota moderno, que ahorra agua y fertilizante llevándolos, gota a gota, a la raíz de la planta. Desde entonces, Israel se ha convertido en el líder mundial a la hora de maximizar la producción agrícola por cada gota de agua, y muchos están convencidos de que sirve de referente viable de los demás países de Oriente Próximo y el norte de África.
Curiosamente, a pesar de su origen israelí, el riego por goteo ha sido adoptado por Túnez y Egipto.
1 de septiembre de 2008: El Middle East Review of International Affairs ha publicado el resumen de una ponencia dictada en el año 2005 en la Universidad de Londres por Elie Eljadj, banquero de origen sirio, "Experimentos de autoabastecimiento de agua y comida en Oriente Próximo: Consecuencias de contraponer partidas, ideologías y políticas de inversión en Siria y Arabia Saudí". Además de hacer un análisis general de los problemas de los países árabes con la comida, examina fielmente la experiencia saudí. Unos extractos (consulte el original para leer las notas al pie):
La actividad agrícola es ajena al hábitat desértico y a la cultura de sus poblaciones. A medida que Arabia Saudí se enriqueció tras cuadriplicar los precios del crudo en 1973, sin embargo, el inversor saudí fue inducido a través de enormes subvenciones públicas a importar el equipo y los peones con los que implantar una estrategia de independencia alimentaria fuertemente promocionada. En 12 años, entre 1980 y 1992, la producción del cereal se multiplicó por un orden de 29 -- hasta los 4,1 millones de toneladas -- convirtiendo el desierto saudí en el sexto mayor exportador de trigo del mundo. Para alcanzar este enorme crecimiento, las zonas productoras se multiplicaron por 14 hasta las 924.000 hectáreas. Para poner en perspectiva 924.000 hectáreas, Egipto, con una población cinco veces mayor, dispone de una superficie irrigada de todo cultivo transmitida a lo largo de siglos de 3 millones de hectáreas.
A partir de 1993, presionado por el descenso de los precios del crudo de mediados de los 80, el Estado tuvo que rebajar sus subvenciones al cultivo del cereal. El déficit presupuestario entre los ejercicios de 1984 y 1992 alcanzó progresivamente los 130.000 millones de dólares. La liquidez pasó a ser tan escasa que el Estado tuvo que aplazar el pago de la deuda unos años (en descubierto) para cumplir con los más de 70.000 millones de dólares en obligaciones con miles de proveedores, contratistas y agricultores… A los cuatro años, para finales de 1996, el 76 por ciento de la nueva superficie de explotación estaba abandonada. La producción de cereal cayó en picado un 70 por ciento. Para el año 2000, el cultivo de cebada también caía en picado un 94 por ciento.
El precio estimado de esta empresa entre 1984 y el año 2000 rondó los 100.000 millones de dólares, excluyendo un buen número de subvenciones no cuantificables. De sumarse estas subvenciones, el gasto total se habría duplicado y el precio del cereal se habría duplicado hasta los 1.000 dólares por tonelada. El precio internacional del trigo durante ese período rondó de media los 120 dólares por tonelada.
En cuanto al precio en términos de riego, entre 1984 y 1999, un vasto volumen de agua -- 300.000 millones de metros cúbicos, el equivalente a seis años de caudal del Nilo en Egipto -- fue consumido. Tal volumen se traduce en unos 15.000 millones de metros cúbicos por cosecha -- el equivalente al volumen de agua que reciben Siria e Irak juntos del Éufrates. Las dos terceras partes del agua utilizada de esta forma se consideran no renovables, según cálculos del Ministerio de Agricultura y Agua. A este ritmo, no hay que ser un genio para predecir que si la explotación no se detiene, las reservas hídricas finitas se agotarán tarde o temprano. El anuncio de enero de 2008 confirma esta realidad…
La independencia alimentaria es imposible en un país como Arabia Saudí… Un país como Arabia Saudí haría mejor en cortar la irrigación del suelo desértico de golpe con el fin de proteger sus recursos hídricos restantes para el consumo y el abastecimiento de futuras generaciones.
20 de enero de 2011: "Crecientes precios de los alimentos auguran problemas a los árabes" reza el titular de United Press International. Extractos:
El creciente precio de la comida, que precipitó la caída del régimen tunecino y los disturbios de Argelia, amenaza con dar más problemas por todo Oriente Próximo y el norte de África, región fuertemente dependiente de la importación alimentaria. La crisis de los alimentos combinada con unas poblaciones que experimentan un fuerte crecimiento, la proliferación de zonas desérticas, la contracción de los recursos hídricos y el creciente paro generan un maridaje explosivo por toda la volátil región en un momento en que muchos temen que estallen conflictos dentro de poco…
Oriente Próximo, con un sector agrícola gravemente limitado a causa de la escasez de agua, está particularmente expuesto a las oscilaciones radicales del precio de los alimentos… El Banco Mundial observa en un reciente informe relativo a la seguridad alimentaria en el mundo árabe que "Los países árabes están muy expuestos a las fluctuaciones de los mercados internacionales de alimentos de primera necesidad por ser muy dependientes de la importación de comida. Los países árabes son los principales importadores de cereal del mundo" -- más de 58 millones de toneladas en 2007 -- "y la mayoría importa por lo menos el 50 por ciento de las calorías que se consumen". Añade que "motivo de mayor preocupación para los países árabes es que las fuerzas estructurales y cíclicas estén creando un sistema muy sensible a la contracción de la oferta y el crecimiento permanente de la demanda, haciendo muy probables las fuertes oscilaciones de los precios en el mercado de futuros".
10 de febrero de 2011: Frederick Deknatel resume la empresa saudí del cultivo del cereal en una crítica en The Nation:
Un dato desconocido de Arabia Saudí: hasta hace poco era el sexto exportador de cereal. Entre 1980 y 2005, los saudíes gastaron unos 85.000 millones de dólares, casi el 20 por ciento de los ingresos totales del crudo durante dicho periodo, en subvenciones destinadas a la explotación del cereal. En un país que alberga la cuarta parte de las reservas petroleras conocidas del mundo pero que no tiene ríos naturales ni lagos, la factura medioambiental de cultivar trigo fue extraordinaria. El Ministerio de Agricultura y Agua tuvo que construir hacia los años 80 unas 200 presas, buscando confinar y canalizar el precioso y finito recurso de los oasis y los antiguos acuíferos subterráneos. Un economista calculaba que el precio de la irrigación del trigo saudí entre 1980 y el año 2000 -- más de 300.000 millones de metros cúbicos de agua -- era "el equivalente a seis años de caudal del Nilo". Una delegación norteamericana en el reino equiparaba "el cultivo del cereal a un precio exorbitante en medio del desierto" con "plantar plátanos de invernadero en Alaska".