La visita a Israel de Joe Biden encaja perfectamente en el contexto de las luchas internas por la política hacia Israel de la administración Obama.
La extrema izquierda se impuso inicialmente, como evidenciaron las declaraciones de Hilary Clinton en mayo de 2009 de que Obama "quiere ver un alto a los asentamientos – no de algunos asentamientos, no de los puestos avanzados, sin excepciones por razones de crecimiento natural". Pero su enfoque explotó, permitiendo que el centroizquierda interviniera hacia septiembre de 2009.
El centroizquierda sigue llevando la batuta, como indican las intervenciones gemelas de Biden ayer. Primero, ofreció "el compromiso absoluto, total y franco con la seguridad de Israel" de su administración. A continuación criticaba la decisión israelí de construir nuevas viviendas en Jerusalén, por ser un paso que "socava la confianza que ahora mismo necesitamos".
El enfoque del centroizquierda es mejor que el enfoque de la extrema izquierda, pero ninguno de los dos tiene posibilidades de triunfar. Lo que Israel necesita no es que le atormenten con sus políticas de vivienda residencial, sino un aliado estadounidense que le anime a ganar su guerra contra los palestinos que defienden la recuperación de territorios históricos, tanto de Fataj como de Hamás. (10 de marzo de 2010)