Son demasiados los analistas occidentales de Siria que pasan de puntillas por el hecho incómodo pero insalvable de que el principal origen de tensiones en la vida pública siria tiene que ver con la religión; pero Böttcher, que vivió en Damasco durante varios años, afronta puntualmente esta realidad. "En Siria, un presidente alauita gobierna una población mayoritariamente sunita" y la población sunita constituye el principal peligro para el régimen. Su libro sostiene que "la ordenación del islam" juega un papel relevante en los esfuerzos del régimen de Hafiz al-Asad por permanecer en el poder, y detalla las formas en las que controla y manipula el islam en aras de la preservación.
Estos esfuerzos revisten dos dimensiones, la represora y la ofensiva. La primera consiste en un abanico amplio de instituciones islámicas "oficiales", como la administración del waqf (instancia que gestiona el patrimonio de las organizaciones islámicas), la oficina del muftí (que difunde los decretos de lo que es legal y lo que no en el islam), la administración de la mezquita y los centros sunitas (el más interesante de los cuales, sin lugar a dudas, es el Instituto Hafiz al-Asad para la Memorización del Sagrado Corán - institución que cobra todavía más interés al recordar que hafiz significa "que conoce de memoria del Corán"). La estrategia ofensiva consiste principalmente en las actividades e ideas del Gran Muftí Ajmed Kaftaru, cuyo Centro Abd an-Nur es el centro de vida contemporánea islámica en Siria y guarda un enfoque sufí y modernista característico.
El trabajo de Böttcher muestra lo estrechamente que sigue el régimen sirio el asentado camino de los gobiernos totalitarios, que no dejan nada a la suerte, sino que insisten en su lugar en controlar cada faceta de la vida cotidiana de sus súbditos. Concluye con acierto que, mientras el actual régimen permanezca en el poder, no hay posibilidad de que se desarrolle una forma más creativa o dinámica de islam.