Yasir Arafat, sugieren las crónicas recientes, planea jubilarse como consejero delegado de la revolución palestina en febrero de 1999, a causa de "la mala salud y la debilidad extrema". Curiosamente, las mismas crónicas apuntan que Arafat no tendría planes de afincarse en Gaza o Cisjordania (zonas que hoy controla), sino en El Cairo.
¿Por qué El Cairo? Bueno, como sabrá el lector de la obra de Saïd Aburish Arafat: De paladín a dictador, porque es la ciudad donde nació y creció, y donde vivió hasta los 28 años de edad. De hecho, descubrimos que la primera afiliación política de Arafat fue a una organización estudiantil egipcia próxima a los palestinos, y que combatió contra Israel en 1948-49 con un grupo egipcio. En la década de los 50, estuvo en el ejército egipcio y la primera vez que visitó Moscú, en 1968, lo hizo con pasaporte egipcio. A pesar de sus muchos años entre los palestinos, Arafat sigue hablando árabe con acento egipcio, hecho que en ocasiones obstaculizó su carrera; en su primer encuentro con él en 1967, Aburish recuerda: "A la población cisjordana no le gustaba su acento egipcio ni sus costumbres, y le consideraban extranjero".
Aburish, periodista palestino afincado en Londres, sobresale en esta clase de aclaraciones. Explica los conocimientos básicos de Arafat en el islam y pone de manifiesto su permanente parroquialismo. Con una fórmula concisa (describe a Arafat como "un chapado internacional en un aglomerado tribal"), el autor plasma la naturaleza evasiva y contradictoria de su objeto de estudio, haciendo de su libro un excelente lugar para aprender del personaje y la carrera de Arafat (pero aguarde, hay un pero).
Aburish revela gran interés en su materia. Con independencia de la reivindicación de Arafat de pertenecer a una familia noble de Jerusalén, descubrimos que su padre tenía un anodino pedigrí de Gaza. En la década de los 50, "la única fuente de ocio del futuro presidente eran los dibujos animados como Tom y Jerry o el Correcaminos… forma de relajación que conserva hasta la fecha".
Con un aire casi de sorpresa, su biógrafo destaca que Arafat es menudo, feo y desordenado; que escribe mal, habla sin inspiración y actúa de forma demasiado impulsiva; que "se consagra a la política, sin ninguna ideología concreta". ¿Cómo puede Arafat, una persona de esas cualidades, reflexiona, llegar a figura de talla mundial?
Fusionando su personaje con la causa palestina de forma obsesiva, enérgica, imaginativa y tenaz. (Tarda casi una hora en anudarse su remate árabe para que recuerde al mapa de Palestina). Arafat tiene capacidad de convencer e inspirar; a menudo demuestra valentía. Además, Arafat es "un estratega natural" que "manifiesta un extraordinario sentido del tiempo y una capacidad sobrehumana para aguardar al momento idóneo" en el que se presenta la oportunidad.
Esta biografía también demuestra que las fortalezas y debilidades del caballero son, como pasa siempre, complementarias. El rechazo tajante de Arafat a excluir a cualquier palestino, de los comunistas a los islamistas, de los idealistas a los criminales, también explica su liderazgo sin escrúpulos. Su hincapié en la propaganda le granjea amplio apoyo, pero también reviste sus costes. "Presta más atención a la imagen que a levantar una estructura militar sólida".
Aburish no hace ningún intento de ocultar los muchos defectos de Arafat - su autobombo exagerado, su conveniente desprecio a la verdad y la explotación cínica del prójimo, de sus correligionarios palestinos sobre todo. Sin escatimar críticas, Aburish culpa a Arafat de los catastróficos errores palestinos bajo su mandato, incluyendo el comportamiento "agresivo" que condujo a la guerra civil en Jordania, la "lunática" implicación de la OLP en el terrorismo y "la delincuencia" en el Líbano. En cuanto al presente, achaca el caos en la Autoridad Palestinas a "las tendencias dictatoriales" de Arafat, en donde el estándar de vida cae en picado, las libertades son cada vez más limitadas y la integridad personal es cada vez más puesta en duda.
Pero reviste un problema de peso esta biografía. Si bien Aburish hace un examen profundo de las contradicciones y las peculiaridades de Arafat, en lo que respecta a la política es enormemente insolvente - al extremo de la parodia. Todo lo que escribe de Israel o de Estados Unidos tiene problemas; no puede confiarse en nada. Por ejemplo, atribuye de manera absurda la guerra árabe-israelí de 1973 a la rivalidad "egoísta" de Henry Kissinger con el secretario de estado William Rogers - como si los habitantes de Oriente Próximo no tuvieran nada que ver con el conflicto. Afirma que "Israel es totalmente responsable del estancamiento del proceso de paz", como si el enorme número de transgresiones palestinas (concernientes a los estatutos de la OLP, la extradición de terroristas, la retórica yihadista y demás) simplemente no existiera.
Este extraño maridaje de perspicacia biográfica y locura política hace que la biografía de Aburish sólo sea útil por partes - y fácilmente engañosa. Para comprender al extraño caballero que encabeza a los palestinos, sería mejor leer El misterio de Arafat, el breve estudio de 1995 del periodista israelí Danny Rubinstein. Allí encontrará usted el grano sin la paja.