Llamando a los Altos del Golán "uno de los enclaves geopolíticos candentes de Oriente Próximo y, sin exageración, del mundo", Encel pasa revista exhaustiva en su estudio al papel de este inusual territorio. Destaca que el conflicto entre Israel y Siria en torno a este pequeño territorio es "decididamente más geográfico que histórico" y la ironía de que "la frontera sirio-israelí es probablemente el lugar más tranquilo de Oriente Próximo entero", ausente de hostilidades, guerrillas, asesinatos e incluso del sonido ocasional de disparos. Dedica capítulos a cuestiones militares e hidráulicas, presentando a continuación las posiciones israelíes y sirias, y concluye con un inteligente vistazo a los ejes Turquía-Israel vs. Siria-Irak-Irán, que reestructuran el mapa de Oriente Medio.
Sin problemas hasta aquí, pero entonces Encel ofrece una interpretación que hiede tremendamente a equivalencia moral, ese terrible mal que conduce a un analista a no ver diferencia entre los móviles y los métodos de las democracias y las de los regímenes totalitarios. Prácticamente durante todo el libro, el autor presenta a Israel y a Siria como países comparables; y describe sus negociaciones como si hablara, pongamos, de un desencuentro por los caladeros entre países europeos occidentales. Esto lleva a ciertas conclusiones peculiares, sobre todo a la firme conclusión de que Israel no se mostrará muy dispuesto a entregar a Siria el control de los Altos del Golán. Sin entender el carácter fluido de una democracia, Encel ha pasado por alto de alguna manera el hecho de que el escalafón político israelí está mayoritariamente hecho la idea de hacer justamente esto.