Efraim e Inari Karsh revisan las relaciones entre Europa y el imperio Otomano durante el último siglo y medio de la existencia del segundo, en un tour de force que ofrece una profunda y novedosa comprensión de una cuestión clave en la historia moderna de Oriente Medio, y en el proceso revierten la interpretación histórica estándar. Según esa interpretación, desde alrededor de la época de la Revolución Francesa hasta la Primera Guerra Mundial, una Europa dinámica, arrogante e imperial impuso su voluntad a un Oriente estático, humillado, convaleciente. Este marco es común a casi cada historiador importante, sin importar la época o la disposición política.
Así que, en la primera mitad de este siglo, cuando la historia diplomática estaba en voga, la noción de una Europa activa y un Oriente Medio pasivo encorsetaba el estudio entero de "la Cuestión en Oriente": ese enorme sistema de asuntos internacionales creados por la debilidad del imperio Otomano y su disolución gradual. Casi sin excepción, los estudios de este tema se concentraron en las decisiones tomadas en Londres, París, Berlín, Viena, y Moscú - prestando poca atención a Estambul, El Cairo, o Teherán, localizaciones que básicamente sirven como el contexto de la acción Europea. David Fromkin menciona específicamente este punto justo al comienzo de Una Paz para Terminar Toda Paz (1989), su excelente examen del impacto de la Primera Guerra Mundial en Oriente Medio: "Las personalidades, circunstancias, y culturas políticas de Oriente Medio" escribe, "no suponen un gran problema en la narrativa a continuación, excepto cuando sugiero los límites y las dimensiones de lo que los políticos Europeos estaban ignorando cuando tomaron sus decisiones".
Incluso los académicos que se centran en el mismo Oriente Medio han aceptado esta premisa. L. Carl Brown, el distinguido historiador de Princeton, observa que el Oriente Medio moderno "ha sido encajado de manera tan continuada en Occidente que casi se ha convertido en un accesorio del sistema político Occidental". En su diestro estudio, Oriente Medio: Breve Historia de los Últimos 2.000 Años (19 96), Bernard Lewis ofrece formulación más sutil, escribiendo que tras el 1800, "el curso de los acontecimientos en Oriente Medio se vio profundamente influenciado, y en las épocas de crisis dominó, por los intereses, ambiciones, y acciones de los Grandes Poderes Europeos".
Aquí es donde los Karshes, un equipo de marido y mujer, entra en escena. En Imperios de Arena *, caracterizan la historia estándar como "fundamentalmente mal concebida". Los de Oriente Medio, afirman, "no eran víctimas desgraciadas de poderes imperiales depredadores sino participantes activos en la reestructuración de su región". Por ponerlo más directamente:
La historia del Oriente Medio del siglo XX es esencialmente la culminación de tendencias duraderas, pasiones, y patrones de comportamiento nativos más que un dictado externamente impuesto. Las influencias de los grandes poderes, aunque potentes, han desempeñado un papel secundario, no constituyendo ni la fuerza primaria tras el desarrollo político de la región ni la causa principal de su notoria volatilidad.
Bebiendo de un amplio abanico de fuentes originales, y escribiendo de una manera claramente organizada y en prosa fluida, los Karshes hace una defensa muy competente de su posición revisionista, estableciéndola punto por punto y en elegante detalle.
Déjeme llamar la atención sobre tres puntos sobre los que sus autores hacen especial hincapié. Primero, ¿por qué los Otomanos deciden - desastrosamente, como resultó - incorporarse a la Primera Guerra Mundial en el bando Alemán?. En opinión del consenso, esto resultó de un (en expresión del historiador Howard M. Sachar) "estupendo" golpe de suerte de Berlín, que rizó el rizo a los ojos de los crédulos Otomanos. Los Karshes encuentran esto erróneo; demuestran cómo los líderes Otomanos iniciaron negociaciones con Alemania para explorar una alianza, y documentan la tibia recepción ofrecida a estos efectos por funcionarios Alemanes. Lejos de ser dictado de Berlín, la decisión Otomana fue un juego supinamente imprudente de testarudos jóvenes gobernantes involucrados en "una puja imperialista por la extensión territorial y la restauración de la gloria perdida". Fue también "en gran medida la decisión más importante de la historia de Oriente Medio", conduciendo como hizo pronto a la caída del imperio y a la aparición del orden distendido que todavía prevalece hoy.
Un segundo punto implica el sueño Árabe moderno de un solo país de lengua Árabe extendiéndose desde el Atlántico al Golfo Pérsico. La historia estándar culpa a la maniobra Europea del fracaso de esta ambición magnífica, pero de nuevo los Karshes sopesan el argumento en su cabeza. Abandonados a su propia política díscola, los Árabes, sugieren, habrían terminado realmente con aún más, y más pequeños, estados de lo que fue el caso: "la interferencia de los grandes poderes aseguró el advenimiento de una cadena de estados de Oriente Medio que fueron significativamente mayores que las entidades políticas que se habrían creado de otra manera".
Por último, está el notoriamente disputado tema de las fronteras de Oriente Medio. Los Árabes echan rutinariamente la culpa al acuerdo Sykes - Picot de Mayo de 1916 de sus aún continuas peleas fronterizas - un acuerdo secreto de Gran Bretaña, Francia, y Rusia para repartirse Oriente Medio. En El Despertar Árabe, un estudio muy influyente publicado en 1938, George Antonius denunció ese acuerdo como "un documento impactante" y una "brecha de fe" de los grandes poderes. Aún hoy, el régimen de Assad que gobierna en Siria denuncia el tan antiguo acuerdo de Sykes-Picot como la fuente de las "fronteras falsas" que dividen Oriente Medio y que han causado tantos problemas. La mayoría de los eruditos se hacen eco de esta visión. Pero los Karshes presentan Sykes -Picot audazmente como honorable - una tentativa honesta de los Británicos de reconciliar sus anteriores obligaciones con Francia con sus nuevas obligaciones con los Árabes. En una declaración destinada a provocar polémica académica, elogian Sykes-Picot como "el primer reconocimiento de todos por parte de un gran poder del derecho a la autodeterminación de los Árabes".
En una amplia gama de asuntos, también, este informe revisionista da un vuelco a la narrativa convencional de pies a cabeza. Establece que la agresividad Otomana (y no Rusa) hizo que los Turcos perdieran el control de los Balcanes; que Gran Bretaña se encontró gobernando Egipto más a causa de errores Otomanos que como resultado de sus propios deseos imperiales; que la Rebelión Árabe de la Primera Guerra Mundial fue inspirada más por "el brillo del oro Británico" que por sentimientos nacionalistas u otros "altos ideales". Más ampliamente, los Karshes también esquivan el argumento usual de la duplicidad Británica en la Primera Guerra Mundial, colocando esta responsabilidad en los Árabes en su lugar. Los líderes Árabes, muestran, hicieron exigencias fraudulentas sobre el grado de su propia autoridad política, hicieron promesas vacías de acción militar, y estipularon continuamente con los Poderes Centrales con la vista puesta en negociar con los Británicos.
En conjunto, apenas puedo recordar la última lectura de una reinterpretación tan importante y atrevida de Oriente Medio, o una tan fuertemente cargada de implicaciones. El rechazo radical de los Karshes a la sabiduría imperante ya ha incitado reacciones fuertes por parte de la comunidad académica, como cualquiera que visite las páginas web relevantes puede atestiguar. Con el tiempo, de hecho, algunas de sus opiniones pueden terminar refutadas o fuertemente cualificadas. Sin embargo, es probable que sus ideas principales prevalezcan, e incluso se conviertan en la nueva historia estándar. ¿Y quién sabe?. Este libro podría afectar eventualmente el estudio académico de otras áreas colindantes con Oriente Medio, incluyendo África, La India, o Asia del Este.
Concebiblemente podría afectar a las posiciones políticas también - y para mejor en gran medida. Imperios de Arena rasga la principal razón por la que los Europeos se sienten culpables con Oriente Medio. Si Sykes - Picot no fue una "brecha de fe" y si Británicos y Franceses se comportaron generalmente con por lo menos tanto honor como sus homólogos de Oriente Medio, ¿no tendrían Británicos, Franceses, y otros Europeos que pensarse dos veces sus respuestas comunes a los temas que actualmente lastran la región?.
¿Y por qué detenerse en los Europeos?. Los Árabes de Oriente Medio han buscado mucho tiempo la comodidad en la noción de su victimización en las manos del pérfido y conspirador Occidente. Al llegar en su lugar a aceptar que ellos mismos forjaron en gran medida su propio destino y que escribieron su propia historia en el siglo XX, puede ser que se persuadan de que pueden hacer lo mismo en el XXI - únicamente sacudiéndose su habitual sensación de agravio, poniendo orden en sus autocráticos gobernantes, reformando sus economías moribundas, y superando sus ideologías radicales esta vez.
* Este libro habría sido mejor presentado con un subtítulo más exacto, dado que no trata de Oriente Medio como tal sino del estado Otomano - lo que explica por qué los Balcanes reciben más atención que Irán.