Oh, no. Otro periodista occidental haciendo tablas por Medio Oriente, entrevistando a centenares de personas desde taxistas a jefes de estado, redactando un libro con las palabras "del Profeta" en su título, insistiendo en que el islamismo es realmente nuestro amigo. (Otros ejemplos de este género son Milton Viorst en La sombra del Profeta: La lucha por el alma del Islam y Los guerreros del profeta, de Mark Huband: La lucha por el Islam, los dos malísimos y los dos publicados en 1998.) Shadid, ex corresponsal de Associated Press en El Cairo, es un buen escritor y observador (y transmite gran interés en el curso de su libro), pero no tiene ni idea del Islam. Es interesante lo cándidamente que lo admite en su introducción, donde escribe que el Islam, a través de todas sus investigaciones en la materia, Ha seguido siendo para él "a veces ajeno y con demasiada frecuencia confuso y preocupante". En su desconcierto, se enamora de la idea en boga de que el futuro del islamismo reside en "los movimientos que están dispuestos a ejercer la tolerancia y adoptar el pluralismo y el compromiso como táctica e ideales." El subtítulo se refiere a la teoría excesivamente optimista de Shadid de que los déspotas son parte del pasado de islamismo y de los demócratas conforman su futuro.
Que un periodista, alguien que se gana la vida con la observación cuidadosa, pueda llegar a una conclusión revela una barrera psicológica que le impide ver las realidades tal como son: Para que conste: El islamismo es una ideología utópica que pretende utilizar el gobierno y las demás instituciones para establecer un dominio totalitario sobre la vida de las personas. Los islamistas, al igual que los demás radicales políticos, están dispuestos a utilizar cualquier herramienta a mano, de modo que cuando los intentos violentos por tomar el poder han llegado a un callejón sin salida, están muy dispuestos a seguir los mismos fines por medios menos violentos. Esto no les hace demócratas ni convierte a sus movimientos en tolerantes y pluralistas. Shadid y sus compañeros periodistas "del Profeta" hacen un flaco servicio al cerrar los ojos a estos hechos evidentes.