Mientras Egipto entra tambaleándose en una nueva era, un vistazo a sus complejidades y sus sutilezas ayuda a comprender el probable rumbo del país. Algunas reflexiones sobre cuestiones clave:
El espíritu de la Plaza de la Liberación es real y dinámico pero está muy alejado de los entresijos del poder. Las ideas revolucionarias - que la administración pública está para cubrir las necesidades de la población, no al revés; que los gobernantes deben ser elegidos por la población; y que los particulares tienen dignidad y derechos inherentes -- han calado por fin entre una parte importante del país, y entre los jóvenes sobre todo. A largo plazo, estas ideas pueden obrar maravillas. Pero por ahora, son ideas disidentes, firmemente excluidos de la administración cotidiana.
Un tribunal militar condena al bloguero de izquierdas Maikel Nabil a tres años de cárcel. |
El ejército no es secular. Desde los orígenes más distantes del movimiento de los Oficiales Libres de los años 30 hasta la reciente reinstauración de la sharia (ley islámica) como "principal fuente de legislación", la cúpula militar egipcia siempre ha manifestado una orientación islamista. Más concretamente, el grupo de los Oficiales Libres salió del ala militar de la Hermandad Musulmana y a lo largo de décadas ha competido con el ala civil. Como escribe la analista Cynthia Farahat en el Middle East Quarterly, su rivalidad "no debe interpretarse como una lucha entre una dictadura secular y autocrática y una dictadura de aspiraciones islamistas, sino como una lucha entre dos grupos rivales ideológicamente parecidos, por no decir idénticos, escindidos de la misma fuente".
La Hermandad Musulmana es menos temible de lo que sugiere su reputación. |
Por último, entender la política egipcia significa entrar en el doble juego característico de Oriente Próximo (como las políticas iraquí y siria), la partida que juega el ejército y la de los islamistas. Observe sus elementos opuestos:
La cooperación militar-islamista rutinaria. El ejército, destaca Farahat, "ha entrado en connivencia sutil con los islamistas frente a los compatriotas de inclinación más democrática y las minorías religiosas, coptos en particular". Uno de muchos ejemplos: el 14 de abril, una conferencia de derechos humanos que criticaba al ejército por juzgar a civiles en tribunales militares fue interrumpida en dos ocasiones. Primero por un comisario de la policía militar preocupado por "las mujeres de vestimenta indecente" y la segunda vez por un grupo de islamistas enfurecidos por ponerse al ejército en tela de juicio. ¿Quién es quién? Los papeles se han vuelto prácticamente intercambiables. De igual forma, la nueva cúpula militar permitió a los islamistas formar partidos políticos y puso a miembros de la Hermandad en libertad. Por contra, Mohamed Badei, el líder de la Hermandad, elogiaba al ejército y su organización apoyó el referendo del ejército en marzo.
La cámara baja de Egipto, la Asamblea Popular, una herramienta para combatir a la Hermandad Musulmana. |
El gobierno explota el miedo a la Hermandad Musulmana. El ejército está rentabilizando los temores a un golpe islamista, tanto nacionales como extranjeros. Esta perspectiva justifica no sólo su propio control de Egipto mantenido en el tiempo sino que también justifica sus excesos y su crueldad. Los militares han aprendido a jugar con los islamistas como un yoyó. Por ejemplo, en el año 2005 Mubarak permitió astutamente la presencia de 88 Hermanos Musulmanes en el parlamento; esto puso de relieve simultáneamente los riesgos de la democracia y volvió indispensable su propia tiranía. Habiendo demostrado esta idea, en las elecciones de 2010 permitió la presencia en el parlamento de un único miembro de la Hermandad Musulmana.
En resumidas cuentas, aunque tanto la modernidad de la Plaza de la Liberación como el salvajismo de la Hermandad Musulmana tienen importancia a largo plazo, con toda probabilidad el ejército va a seguir gobernando Egipto, implantando únicamente cambios cosméticos.