Los últimos días de septiembre vieron tres sondeos llevados a cabo en torno a las posturas norteamericanas a tenor de Israel, los palestinos y el proceso de paz. Pero dos de ellos, auspiciados por la publicación Middle East Quarterly, difieren del tercero, encargado por el Israel Policy Forum. ¿Qué nos dicen los sondeos? ¿Y cómo reconciliar sus diferentes conclusiones?
Las encuestas del MEQ, encargadas a la reputada empresa Arthur J. Finkelstein & Associates, planteaban cuestiones prácticamente idénticas a dos muestras de encuestados distintas, 600 votantes judíos en concreto y otra de 1.000 votantes registrados.
El sondeo de los votantes judíos, llevado a cabo entre los días 19 y 22 de septiembre, les sitúa como una franja de mentalidad conservadora. No consideran a Yasir Arafat, por ejemplo, socio de paz sino un hombre de violencia. El 58% entero de la muestra (que tiene un margen de error en torno al 4%) le considera un terrorista, al tiempo que sólo el 5% cree que quiera la paz realmente. Por un margen todavía mayor, 83% frente a 3%, los encuestados tienen una opinión negativa de él. Estas cifras son reflejo de los repetidos llamamientos de Arafat a la yihad, su doble lenguaje al cambiar los estatutos palestinos, el uso de la violencia por parte de sus fuerzas "policiales" contra los israelíes y las muchas promesas incumplidas de la Autoridad Palestina.
Este escepticismo por parte de los judíos estadounidenses en torno a Arafat se amplía también el futuro; por un aplastante margen (72% frente a 17%), los encuestados creen que crear un estado palestino no pondrá fin al terrorismo. En esta categoría, señalan la idea de que los palestinos no han aceptado todavía la existencia permanente del estado judío sino que esperan destruirlo.
Esta mentalidad conservadora también es válida a nivel nacional. Organizaciones judías estadounidenses pueden elogiar generosamente la trayectoria de la administración Clinton en torno a Israel, pero los votantes son más escépticos. Prácticamente la misma cifra de ellos tiene mala valoración de la administración que los que creen que ha hecho un buen trabajo en Oriente Próximo.
Opiniones tan escépticas son todavía más relevantes teniendo en cuenta la tendencia izquierdista del votante judío, muy superior a la del país en conjunto. (Nuestra muestra concluye que en torno al 32% de los judíos dice ser de izquierdas y el 20% conservador, justo lo contrario que la población). En lo que se refiere a Israel, su progresismo se fusiona con el conservadurismo; nuestros resultados sugieren que todos los judíos estadounidenses apoyan al Estado de Israel, tanto si convienen con el enfoque de su actual ejecutivo como si no.
Por último, hay que destacar lo bien informados que están los judíos estadounidenses en torno a Israel y Oriente Próximo: el 94% de ellos nada menos dice leer con regularidad en torno a estas materias, cifra muy elevada en cualquier categoría. Sus opiniones son breves, no son sugestionables y no se mantienen a la ligera.
Unas cuantas jornadas antes, los días 16 y 18 de septiembre, un Middle East Quarterly llevó a cabo un sondeo electoral genérico siguiendo las mismas directrices. Cotejar estos dos sondeos saca a la luz un patrón muy llamativo. Aunque los porcentajes y las relaciones varían, ambos grupos de encuestados convienen en todos los extremos significativos. No hay una cuestión en la que concluyéramos que los judíos quieren algo distinto a la población estadounidense en conjunto. En muchos casos los dos grupos difieren solamente en que el votante judío responde de forma más enfática.
Algunos ejemplos: Preguntados si "Yasir Arafat puede detener el terrorismo palestino si quiere", ambos grupos convienen por un margen de 1,6 a 1 en que si quisiera, lo haría. ¿Tienen opinión favorable del Primer Ministro Binyamin Netanyahu o no? Al votante judío le gusta por un margen de 1,6 a 1; al votante estadounidense en conjunto le cae bien por 1,4 a 1 -- no hay diferencia prácticamente. ¿Debe Jerusalén seguir por completo bajo control israelí o ser repartida con los palestinos? Los judíos prefieren el control exclusivo sobre Israel por un margen de 3,8 a 1; los estadounidenses en general quieren que sea así por un margen de 2,8 a 1. ¿Seguirá el terrorismo tras la creación de un estado palestino? Los judíos dicen que sí por 4,3 a 1; la población en general por 3,2 a 1.
Este notable parecido de opiniones explica en gran medida la longevidad y la profundidad de las relaciones norteamericano-israelíes, fundamentadas no en los gustos de los judíos estadounidenses, un pequeño porcentaje de la población, sino en las opiniones del pueblo estadounidense en conjunto.
El parecido también valida mutuamente sus resultados, extremo importante porque el colectivo Israel Policy Forum llevó a cabo un sondeo entre los judíos estadounidenses en torno al proceso de paz árabe-israelí y alcanzó conclusiones aparentemente distintas. Los 1.198 judíos encuestados por el gabinete de Penn, Schoen & Berland (que es uno de los asesores electorales de Bill Clinton) los días 16 al 21 de septiembre sí se solapan en algunos terrenos con nuestro sondeo de los votantes judíos estadounidenses. Por ejemplo, los dos muestran una relación prácticamente idéntica de posturas favorables o desfavorables hacia Netanyahu.
Pero en la mayoría de los categorías los sondeos difieren enormemente. El Israel Policy Forum concluye que los judíos quieren de manera mayoritaria que Israel comparta información de Inteligencia con la Autoridad Palestina, que son partidarios de enviar dinero estadounidense a Arafat, y que quieren que el Presidente Clinton presione al Primer Ministro Netanyahu. Nuestros encuestados de izquierdas pero de mentalidad conservadora no parecen estar entre el sondeo del Israel Policy Forum; el sondeo parece más bien retratar a una población judía estadounidense de extrema izquierda enamorada de un proceso de paz y de la administración Clinton al tiempo que es firmemente crítica del gobierno israelí.
Varios factores me dan confianza en nuestros resultados. El sondeo que encargamos recoge un grupo de encuestados verdaderamente aleatorio y obedece el perfil conocido de edad, sexo, geografía y opiniones políticas entre los judíos. Además, nuestras preguntas sondean las opiniones de los encuestados ("¿Quién cree usted que quiere paz en Oriente Próximo más, palestinos o israelíes?") al tiempo que el sondeo del Israel Policy Forum sólo pregunta de forma superficial ("¿Es usted partidario o detractor del proceso de paz palestino israelí?").
Por último, la precisión de nuestra encuesta entre judíos es confirmada por su estrecho paralelismo con la encuesta genérica entre estadounidenses que llevamos a cabo el mes pasado, así como con un sondeo entre los votantes estadounidenses llevado a cabo en junio de 1997 y encargado por el Middle East Quarterly a una empresa distinta (John McLaughlin & Associates). Que estos tres sondeos se parezcan tanto me da confianza en que los judíos abordan el proceso de paz no con las posturas idealistas de la encuesta del Israel Policy Forum sino con el realismo crítico implícito de nuestros resultados.