No sucede todos los días que el líder de un nuevo país realice su viaje de puesta de largo al extranjero a Jerusalén, capital del país más sitiado del mundo, pero Salva Kiir, presidente de Sudán del Sur, hacía justamente eso acompañado de sus titulares de defensa y exteriores. El presidente de Israel Shimon Peres elogiaba su visita como "un momento histórico y conmovedor". La visita propagó el rumor de que Sudán del Sur iba a ubicar su embajada en Jerusalén, convirtiéndolo en el único gobierno del mundo en hacerlo.
Este avance inusual es producto de una historia inusual.
El actual Sudán cobró forma en el siglo XIX cuando el Imperio Otomano controlaba sus regiones del norte y trató de conquistar las del sur. Los británicos, saliendo de la experiencia de El Cairo, fijaron las fronteras del estado moderno en 1898 y durante los 50 años siguientes gobernaron de forma independiente el norte musulmán y el sur cristiano-animista. En 1948, sin embargo, sucumbiendo a la presión del norte, los británicos fusionaron las dos administraciones en Jartoum bajo el control del norte, haciendo a los musulmanes los predominantes en Sudán y el árabe su idioma oficial.
Charles Jacobs recibe el Boston Freedom Award en el año 2000 de manos de Coretta Scott King "por sus esfuerzos abolicionistas". |
En consecuencia, la independencia en 1956 trajo la guerra civil, mientras la población del sur combatía para defenderse de la hegemonía musulmana. Afortunadamente para ellos, la "estrategia periférica" del Primer Ministro David Ben-Gurión se tradujo en el apoyo israelí a los no árabes de Oriente Próximo, incluyendo a los sudaneses del sur. El gobierno de Israel hizo las veces, durante la primera guerra civil sudanesa que duró hasta 1972, de principal fuente de respaldo moral, apoyo diplomático y armamento.
John Eibner se encuentra con Silva Kiir en el año 2006 en París. |
El Presidente Kiir reconocía esta contribución en Jerusalén, destacando que "Israel siempre ha apoyado a la población sudanesa del sur. Sin vosotros, no nos habríamos levantado. Vosotros luchasteis junto a nosotros para permitir la creación de Sudán del Sur". En respuesta, Peres recordaba su presencia a principios de los años 60 en París, cuando el entonces primer ministro y él iniciaron el primer vínculo de la historia para Israel con los líderes sudaneses del sur.
Una pancarta omnipresente antes de los comicios de enero de 2011: "Vota a favor de la escisión para poner fin a la esclavitud y el subdesarrollo". |
La guerra civil de Sudán se prolongó de forma intermitente de 1956 hasta 2005. Con el tiempo, la población musulmana del norte se volvió progresivamente más virulenta para con sus homólogos del sur, culminando en los años 80 y 90 con masacres, trata de blancas y genocidio. Teniendo en cuenta las muchas tragedias de África, problemas así no habrían causado impresión ni despertado compasión entre los reacios occidentales de no ser por los extraordinarios esfuerzos encabezados por dos abolicionistas estadounidenses modernos.
A mediados de la década de los 90, John Eibner, de la organización Christian Solidarity International, salvó a decenas de miles de esclavos en Sudán al tiempo que Charles Jacobs, del colectivo Grupo Estadounidense contra la Esclavitud, encabezaba la "Campaña de Sudán" en Estados Unidos que reunió el apoyo de un amplio abanico de organizaciones. Dado que todos los estadounidenses rechazan la esclavitud, los abolicionistas formaron una alianza extraordinaria entre izquierda y derecha, que incluía al Demócrata Barney Frank y al Republicano Sam Brownback, al Congressional Black Caucus y al predicador Pat Robertson, a pastores negros y a evangélicos blancos. En contraste, el ministro religioso islámico Louis Farraján quedaba en evidencia y era avergonzado en sus intentos por negar la existencia de esclavos en Sudán.
Una pancarta en las celebraciones de la independencia (editada para traducirse, utilizando el árabe): "Desde hoy, nuestra identidad es sudanesa del sur y africana, ni árabe ni islámica. No somos los peores árabes sino los mejores africanos". |
La iniciativa abolicionista culminaba en el año 2005 cuando la administración de George W. Bush presionó a Jartoum en la firma del Acuerdo Integral de Paz que puso fin a la guerra y dio a la población del sur la oportunidad de votar a favor de la independencia. En enero de 2011 lo hacían con entusiasmo, cuando el 98% votó a favor de la escisión de Sudán, llevando a la formación de la República de Sudán del Sur seis meses más tarde, acontecimiento elogiado por el israelí Peres como "un hito en la historia de Oriente Próximo".
La inversión israelí a largo plazo había dado frutos. Sudán del Sur encaja en una renovada estrategia periférica que incluye Chipre, a los kurdos, los bereberes y (un día) a un Irán post-islamista. Sudán del Sur ofrece acceso a recursos naturales (crudo en especial). Su papel en las negociaciones del agua del río Nilo ofrece influencia frente a Egipto. Más allá de beneficios prácticos, la nueva república representa un ejemplo inspirador de una población no musulmana que se resiste al imperialismo islámico a través de su integridad, su tenacidad y su dedicación. En este sentido, el nacimiento de Sudán del Sur replica al de Israel.
Si la visita de Kiir va a suponer realmente un hito, Sudán del Sur ha de recorrer el largo camino de protectorado internacional en la miseria de instituciones endebles a una independencia genuina y moderna. Este camino exige que la cúpula no explote los recursos del nuevo estado ni sueñe con crear un "Nuevo Sudán" conquistando Jartoum, cimentando mejor un estado independiente de éxito.
Para los israelíes y para el resto de los occidentales, esto significa ayudar con la agricultura, la salud y la educación y en la misma medida instar a Juba a centrarse en la defensa y el desarrollo al tiempo que se evitan conflictos bélicos innecesarios. Un Sudán del Sur con éxito podría convertirse con el tiempo en una potencia regional y en un aliado fiel no sólo de Israel sino de Occidente.