Los imperios francés y británico han mantenido históricamente posturas distintas, centrándose más el primero (según la tradición romana) en la cultura y el segundo en la raza, la jerarquía y la familia. Esta diferencia adoptó múltiples formas: en los municipios pequeños de la antigua colonia francesa de Níger pueden encontrarse platos mixtos bifteck-frites, pero poca comida británica se encuentra hasta en las ciudades de la vecina Nigeria. El senegalés Léopold Senghor se convirtió en un importante poeta francés y figura cultural, mientras que el bengalí Rabindranath Tagore nunca supo trascender su origen hindú.
Charles de Gaulle fue el hombre del año 1959 para la revista Time, el año de sus comentarios antiárabes. |
C'est très bien qu'il y ait des Français jaunes, des Français noirs, des Français bruns. Ils montrent que la France est ouverte à toutes les races et qu'elle a une vocation universelle. Mais à condition qu'ils restent une petite minorité. Sinon, la France ne serait plus la France. Nous sommes quand même avant tout un peuple européen de race blanche, de culture grecque et latine et de religion chrétienne.
Qu'on ne se raconte pas des histoires ! Les musulmans, vous êtes allés les voir ? Vous les avez regardés avec leurs turbans et leur djellabas ? Vous voyez bien que ce ne sont pas des Français ! Ceux qui prônent l'intégration ont une cervelle de colibri. Essayez d'intégrer de l'huile et du vinaigre. Agitez la bouteille. Au bout d'un moment, ils se sépareront de nouveau.
Les Arabes sont des Arabes, les Français sont des Français. Vous croyez que le corps français peut absorber dix millions de musulmans, qui demain seront vingt millions, après demain quarante ? Si nous faisions l'intégration, si tous les Arabes et les Berbères d'Algérie étaient considérés comme des Français, les empêcheriez-vous de venir s'installer en métropole, alors que le niveau de vie y est tellement plus élevé? Mon village ne s'appellerait plus Colombey-les-Deux-Eglises mais Colombey-les-Deux-Mosquées.
En lengua vernácula:
Es muy bueno que haya franceses asiáticos, negros, mulatos. Ellos demuestran que Francia está abierta a todas las razas y que tiene vocación universal. Pero [es bueno] a condición de que sigan siendo una minoría reducida. De otra forma, Francia dejaría de ser Francia. Seguimos siendo principalmente un pueblo europeo de raza blanca, cultura grecolatina y religión cristiana.
¡Que no me cuenten historias! ¿Ha ido usted a verlos, a los musulmanes? ¿Los ha visto con sus turbantes y galabiyas? ¡Salta a la vista que no son franceses! Los que defienden la inmigración tienen el cerebro de un colibrí. Intente mezclar aceite y vinagre. Agite la botella. Tras un segundo, vuelven a separarse.
Los árabes son árabes, los franceses son franceses. ¿Cree usted que la entidad política francesa puede absorber a diez millones de musulmanes, que mañana serán 20 y pasado mañana 40 millones? Si integramos, si todos los árabes y bereberes de Argelia son considerados franceses, ¿les impedirá usted asentarse en Francia, donde el estándar de vida es mucho más elevado? Mi pueblo dejaría de llamarse Colombey Dos Iglesias para llamarse Colombey Dos Mezquitas.
Enoch Powell es recordado por una sola cosa, su discurso "Ríos de sangre". |
transformación total que no tiene rival en mil años de historia inglesa. En cuestión de quince o veinte años, de seguir la tendencia actual, habrá en este país 3 millones y medio de inmigrantes de la Commonwealth y sus descendientes… Los dioses vuelven locos primero a quienes quieren destruir. Hemos de estar locos como país, literalmente, por estar permitiendo la entrada anual de unos 50.000 inmigrantes sin recursos, que en su mayoría serán la materia del futuro crecimiento de la población de ascendencia inmigrante. Es igual que ver a un país que trata febrilmente de prender su propia pira funeraria.
Además de poner fin a la inmigración, Powell llamaba a la re-emigración o repatriación de los inmigrantes a sus países de origen.
Si se acabara mañana toda la inmigración, el ritmo de crecimiento de la población inmigrante y de ascendencia inmigrante se vería reducido sustancialmente, pero el futuro tamaño de este elemento en el seno de la población seguiría sin afectar al carácter básico del peligro nacional. Esto sólo puede abordarse mientras una proporción considerable del total siga abarcando a personas que llegaron a este país en los últimos 10 años más o menos. De ahí la urgencia de implantar ya el segundo elemento de la política del Partido Conservador: el estímulo a la repatriación.
También quería poner fin a lo que percibía como favoritismo hacia los inmigrantes:
todos los que estamos en este país como ciudadanos debemos ser iguales ante la ley y no debería de haber discriminación ni diferencia entre ellos de cara a la autoridad pública… Esto no significa que el inmigrante y su descendencia deban elevarse a una categoría especial o con privilegios, o que se deba negar al ciudadano su derecho a discriminar entre un conciudadano y otro en la gestión de sus propios asuntos.
A tenor de esta materia, Powell se elevaba retóricamente:
No puede haber error de concepción más grotesco de la realidad que el practicado por los que exigen de forma vehemente de legislaciones contra lo que ellos llaman "discriminación", ya sean referentes de opinión del mismo ramo y a veces de la misma cabecera que un año de la década de los 30 tras otro intentaron cegar a este país frente al creciente peligro al que se enfrentaba, o los arzobispos que viven en palacios, delicadamente arropados.
Por último, Powell se despachaba contra la integración.
Ser integrado en una población significa pasar a ser indistinguible a todos los efectos prácticos de sus demás miembros. Hoy, continuamente, donde hay acusadas diferencias físicas, en especial de color, la integración es difícil, si bien no imposible a lo largo de un margen de tiempo.
Y el gran final para concluir:
Al mirar al futuro, me inunda el pesimismo. Como los romanos, intuyo "el río Tíber bajando sangre".
Este discurso puso fin en la práctica a la carrera política otrora prometedora de Powell.
Comentarios:
(1) Estos dos discursos tienen un apoyo mucho más extendido hoy que cuando fueron pronunciados, hace 54 y 45 años, respectivamente.
(2) Al mismo tiempo, ningún político relevante hoy se atrevería a hablar de forma igual de directa que se pronunciaron estos dos por entonces.
(3) El islam, eje de atención hoy, no aparece por ninguna parte. De Gaulle hablaba de "turbantes y galabiyas", no de ley islámica o crímenes de honor. Powell aludía a "acusadas diferencias físicas, en especial de color", no a la supremacía islámica ni a la ablación femenina.