Pregunta a los autores:
Es posible que en cuestión de una década, Estados Unidos pase a ser exportador energético como resultado de las nuevas prospecciones de hidrocarburos y las técnicas de fractura en la extracción del gas pizarra, como predice el afamado experto en energías Phil Vedeger en la tribuna de mancheta del número de Primavera de 2012 de The International Economy.
¿Cómo cambiará o habría de cambiar la política exterior norteamericana en esta nueva era de independencia energética? ¿Se interesaría menos América por brindar seguridad militar en Oriente Próximo? ¿Qué significará esto para las futuras relaciones norteamericano-israelíes? Con los socios europeos cada vez más dependientes de Rusia en materia de abastecimiento energético (a un precio potencialmente mayor que los estadounidenses), y con Rusia y Alemania estrechando lazos económicos, ¿cuáles son las implicaciones para el futuro de la OTAN? A título general, ¿en qué medida una independencia energética estadounidense consolida las tendencias aislacionistas ya presentes en Estados Unidos en política exterior?
Unos Estados Unidos energéticamente autosuficientes tendrán un impacto particularmente dramático sobre Oriente Medio. En primer lugar, Washington quedará casi totalmente liberado de tener que manifestar deferencia a los pashás del gas y el crudo. En segundo lugar, la pérdida del control de los precios de la energía debilitará la fortaleza aparente de los países exportadores de petróleo. En tercer lugar, ellos experimentarán probablemente una contracción de la riqueza.
En conjunto, uno de los principales motivos que hacen que Oriente Próximo tenga tanto protagonismo en los asuntos mundiales desaparecerá paulatinamente, y con él la desproporcionada importancia de la región en la escena mundial. Al tratarse de una región que sufre desórdenes acusados – ideologías extremistas, teorías conspirativas, tiranía, la cultura de crueldad y un orden social tribal entre otras cosas – ese protagonismo venido a menos supondrá un cambio saludable. Al dejar de estar tan marcado por la influencia y el dinero de los ingresos energéticos, a lo mejor se produce una confrontación con la modernidad más sincera.
En resumen, la independencia energética norteamericana augura muchas mejoras en Oriente Próximo.