A principios de los años 30, cuando la secta Nation of Islam acababa de nacer, su fundador hizo la audaz predicción de que, un día, el islam reemplazaría al cristianismo como confesión de referencia entre los estadounidenses negros. En aquel momento esta afirmación debió de sonar increíble, por no decir ligeramente demencial; la confesión islámica no sólo era despreciada de forma generalizada en los Estados Unidos, sino que los afroamericanos musulmanes se contaban en aquel momento por docenas solamente. Hacia 1959, sin embargo, un contradictorio apoyo a esta misma predicción llegaría, nada menos, de un destacado ministro del Ku Klux Klan. En un escrito remitido al comisario de la policía de Nueva York, el supremacista blanco escribía: "Si no detenemos a los musulmanes ya, los dieciséis millones de negratas de América serán musulmanes dentro de poco, y nunca se les podrá detener",
Hoy, aquélla predicción de los 30 deja de parecer tan descabellada - de hecho, ya ha sido refrendada en parte. Alrededor de un millón de afroamericanos se identifican musulmanes hoy, y una visita a los barrios negros de cualquier municipio estadounidense de tamaño medio confirma rápidamente la presencia no sólo de alguna infraestructura islámica - mezquitas, escuelas, carnicerías halal, tiendas que venden ropa islámica - sino de alguna empresa ambiciosa y activa para difundir el islam. Tan vital es este movimiento que el director de una iniciativa cristiana encaminada a cortar su avance ha hecho una memorable predicción propia: "Si el ritmo de conversiones se prolonga, el islam podría convertirse en la religión mayoritaria en las zonas urbanas negras hacia el año 2020".
Un sello de correos en circulación en 1999 en su honor simboliza la aceptación institucional de Malcolm X (1925-65). |
¿Hay una figura principal artífice del notable recorrido del islam entre los afroamericanos? Sin duda, la respuesta más común a esta pregunta mencionaría al caballero nacido con el nombre de Malcolm Little y fallecido como El-Hajj Malik El-Shabazz, más conocido como Malcolm X (1925-65). Carismático, persuasivo, honesto, un buscador mártir de la verdadera fe, Malcolm X llegó a jugar un papel relevante en el desarrollo del islam de color, y hasta esta fecha muchos estadounidenses negros citan su Autobiografía de 1964 como contundente factor en su propia conversión. Pero la activa carrera de musulmán de Malcolm X no duró mucho más de una década; su verdadera contribución reside en otro lado, como apóstol del nacionalismo secular negro. En la actualidad es un icono de la cultura pop, conservado su recuerdo a través de la cinta de Spike Lee y de las gorras con su "X", las camisetas estampadas con su rostro y un sello estadounidense en su honor.
A la hora de hacer cuentas fue otro caballero, el mentor de Malcolm X, quien tuvo el mayor impacto en el asentamiento del islam entre los afroamericanos. Fue el heterodoxo y longevo falto de carisma y de elocuencia Elías Mohamed. Durante su vida - nació en 1897 y murió en 1975 - fue una figura misteriosa, motivo de rumores e insinuaciones. Contaba historias contradictorias acerca de sí mismo, evitaba a la prensa, se rodeaba de una muralla de guardaespaldas y castigaba a los que daban a conocer información relativa a su persona. Pero recientes trabajos académicos han reunido los fragmentos de su historia, gracias sobre todo a atestados policiales. Porque desde 1932 y a lo largo de más de cuatro décadas, los cuerpos de seguridad le tuvieron estrechamente vigilado, incluyendo (como parte del polémico programa COINTELPRO) amplias operaciones de escucha del FBI y registro del correo ordinario. Las informaciones resultantes, accesibles hoy a los estudiosos en toda su magnitud - los documentos del FBI vienen a superar con holgura el millón de folios - sacan a la luz los secretos más íntimos de la familia de Elías Mohamed, sus luchas de poder y sus aventuras personales y sexuales.
Dos autores, negros los dos, han llevado a cabo la hercúlea labor de reunir estos documentos (así como otros relevantes), y han elaborado biografías imponentemente documentadas del caballero al que le gustaba ser llamado Mensajero de Alá. Un caballero original: vida y época de Elías Mohamed, de Claude Andrew Clegg III, (St. Martin's, 377 páginas, 25,95 dólares) vio la luz en 1997; biografía sustentada elaborada por un catedrático de historia, también es quizá el mejor libro escrito nunca acerca de la secta Nation of Islam. Y ahora también está El Mensajero: ascenso y caída de Elías Mohamed, (Pantheon, 667 páginas, 28,50 dólares), por Karl Evanzz, periodista del Washington Post; apoyándose fuertemente en los atestados policiales, Evanzz brinda más información nueva pero también una imagen algo sesgada, dado que tiende a descuidar cuestiones (como la teología) de las que el FBI no se ocupó.
Casualmente, los dos biógrafos discrepan a tenor de un enorme número de detalles, lo que sugiere que queda pendiente mucho trabajo en la materia. En general, sin embargo, sus versiones se complementan y hacen posible, por primera vez, entender quién fue exactamente Elías Mohamed. Nacido Elías Pool en Sandersville, Georgia, en 1897, era el séptimo de trece hermanos. La Georgia de aquellos tiempos era un lugar racista y violento, y el joven Elías creció entre feroces experiencias de brutalidad y desprecio blancos. El linchamiento de un amigo en 1912 le hizo huir de la casa de sus padres un año después. En 1917 conoció a Clara Belle Evans y contrajo matrimonio con ella en 1919; entre 1921 y 1939, tuvieron ocho hijos.
Pool abandonó Georgia por Detroit en 1923 y después, siguiendo el patrón clásico de la migración negra hacia el norte, instó a su familia a seguirle. En Detroit trabajó en varias plantas e ingresó en un amplio abanico de organizaciones - curiosamente, en el movimiento proto-nacionalista negro de Marcus Garvey, la Asociación para el Avance Unido Negro (UNIA), y los Black Shriners; pero ninguno de los dos tuvo su lealtad. Tras un arresto por ebriedad en 1926, Elías Pool se convirtió en Elías Poole, alteración sintáctica pensada para plasmar el deseo de un nuevo comienzo.
En un esfuerzo adicional por mejorar, Poole también ingresó en el Templo de las Ciencias Moras de América (MSTA) y se convirtió a su religión vagamente parecida al islam, implicándose intensamente en la institución y en la difusión de sus doctrinas. Esta organización de nombre raro no tenía mucho en común con la versión estándar del islam procedente de Oriente Próximo, pero fue la primera en forjar un vínculo entre los afroamericanos y ésa confesión durante el siglo XX. Fundada en 1913 por un miembro de los Black Shriners llamado Timothy Drew (rebautizado como el Noble Drew Alí), el Templo incluía rasgos de corte islámico como el diseño de la media luna, el uso de nombres árabes de pila y la prohibición del cerdo, pero también anticipaba la destrucción de todos los blancos y ascendía a Drew a profeta.
El Templo sufrió un acusado declive a la muerte de Drew en julio de 1929, y Elías Poole se encontraba entre los muchos que se marcharon. En la posterior lucha por el poder, surgieron tres facciones afincadas todas en Chicago. Una fue la encabezada por un converso muy reciente de nombre David Ford, que rápidamente se mudó a Detroit y se rebautizó él (como Wallace D. Fard) y de paso su facción - como Templo Alá del Islam (ATI). Esta nueva secta conservaba muchas de las ideas y costumbres peculiares del Templo de las Ciencias Moras, pero también introdujo elementos nuevos, incluyendo la temática de que los blancos son demonios, o una unidad paramilitar llamada Fruto del Islam. A principios de 1931, Elías Poole conoció a Fard y rápidamente se convirtió en su discípulo entusiasta, recibiendo a cambio el "original" nombre de pila de Elías Karriem. Un año más tarde Fard recompensó además a Elías convirtiéndole en Ministro Supremo del Templo y volviéndole a bautizar, esta vez como Elías Mohamed. A lo largo de sus tres años de asociación, Fard y Elías Mohamed también elevaron el rango teológico de Fard - de Mesías de Alá a Alá encarnado - asumiendo Mohamed el papel de Mensajero.
El Templo horrorizaba a la policía de Detroit, sobre todo después de que uno de sus fieles asesinara ritualmente a un varón. Llegando a un acuerdo con Fard, las autoridades le dejaron salir del ala psiquiátrica donde estaba ingresado a condición de que clausurara el Templo; Fard accedió, pero engañó después a la policía cambiando el nombre de Templo Alá del Islam por el de Nation of Islam, y conservándolo abierto. Finalmente se vio obligado a abandonar Detroit a mediados de 1934. En adelante, Mohamed intentaría hacerse con el control de la secta Nation of Islam, pero se encontró con una notable oposición y se vio obligado a huir para evitar perder la vida. Recaló primero en Chicago, después en Milwaukee y después en Washington, D.C., donde residió hasta 1942. Allí aprovechó la oportunidad de formarse en la Biblioteca del Congreso y recorrer la costa Este difundiendo su confesión. Caballero menudo de piel clara, Elías Mohamed no ganaba conversos con su persuasión - ni con su dominio de la gramática - sino a través de una intensidad gentil de acento sureño que recordaba a su audiencia al estilo de un predicador baptista negro (cosa que había sido su padre). Aunque a los no creyentes les pudiera parecer difícil entender cómo pudo despertar encendidas ovaciones entre los presentes o suscitar su devoción incondicional, Clegg está convencido de que a sus feligreses les tenía cogida la medida: "Algo inefable en este 'caballero menudo que se sale de tono predicando el odio' atrajo durante una generación entera a los afroamericanos como pocos líderes supieron hacer".
Resumido, el mensaje de Mohamed era el siguiente. Los negros nacieron hace 78 billones de años, y a través de los tiempos llevaron una vida avanzada y digna. Pero su paraíso dejó de existir hace 6.000 años cuando un erudito negro ajeno a las normas de nombre Don Yakub, también conocido como "el gran cerebro científico", se rebeló contra los dioses negros y dispuso la creación de la raza blanca. Cuando los negros descubrieron lo que estaba haciendo Yakub, le exiliaron a una isla del Egeo pero él pudo continuar su labor, y en 600 años había logrado crear la raza blanca con licencia para reinar sobre los negros durante seis milenios. Ese reinado finalizó en 1914, si bien un periodo de gracia de setenta años lo prolongó hasta 1984; W.D. Fard había venido a anunciar su final y a enseñar a los negros a recuperar su lugar legítimo a través de la secta Nation of Islam - objetivo que alcanzarían de forma definitiva hacia el año 2000.
Este imaginativo montaje tenía la virtud de explicar la debilidad de los negros y el mal blanco al mismo tiempo, llegando a motivar a los negros a la hora de prepararse para hacerse con el poder con disciplina y trabajo. Pero como teología, difería de forma casi diametral con los pilares islámicos de fe. Ni en sus peores pesadillas un musulmán podía imaginarse una religión más repugnante para su confesión que la que identifica a Dios con un ser humano, excluye a la mayoría de la humanidad por motivos raciales, cree en un profeta post-mahometano y sostiene que el Corán es un documento temporal e imperfecto. En comparación con estos principios elementales, prácticas de la secta tales como evitar el cerdo, estudiar de forma periódica el árabe o segregar a los fieles según el sexo son detalles irrelevantes. La secta Nation of Islam ofrecía una religión ritualista de fuertes matices cristianos y notas de ciencia ficción. No tenía nada que ver con el islam de referencia. A lo largo de las siete décadas transcurridas en el ínterin ha avanzado en esa dirección, pero no mucho.
Mohamed odiaba a Estados Unidos y adoraba a sus enemigos, sobre todo a los que no eran caucásicos. Y por eso se alegró ante la victoria japonesa en Pearl Harbor en 1941, negándose no sólo a alistarse sino instando a sus fieles a hacer lo propio. Detenido por deserción en mayo de 1942, fue condenado a tres años de cárcel por sedición, quedando en libertad en agosto de 1946. La secta había seguido activa durante esos años - por muy poco - a través de su mujer Clara entre otros devotos; al salir en libertad, se encontró menos de 400 fieles en activo. Fue en esta tesitura cuando apareció Malcolm X, y en palabras de Evanzz: "dio nueva vida al Mensajero".
Malcolm X entró en la secta Nation of Islam a últimos de 1948. A su puesta en libertad en 1952, se consagró a la construcción de la organización, y con gran éxito. Los fieles empezaron a llegar en tromba - un destacado advenedizo, Louis Farraján, fue reclutado en 1955 tanto por Mohamed como por Malcolm X - se abrían nuevos templos y centros y un buen número de pequeños negocios (una panadería, un restaurante, un ultramarinos). La secta también compraba suelo, tanto urbano como rural. El dinero fluía, y enseguida se convirtió en la organización negra más acaudalada de la historia en Estados Unidos. Los medios nacionales descubrieron la secta Nation of Islam en 1959: El documental televisivo de Mike Wallace El odio que despertó el odio decepcionó a los blancos pero evidentemente encandiló a muchos negros, miles de los cuales se presentarían como nuevos fieles.
La novedosa riqueza y la posición de la secta también daban acceso a líderes extranjeros, y sus ministros religiosos mantenían pronto contacto directo con astros del firmamento antiamericano como Sukarno en Indonesia, Kwame Nkrumaj en Ghana o Fidel Castro en Cuba. En 1959, Mohamed refrendó estas relaciones emergentes en una gira triunfal por Oriente Próximo, África y el subcontinente hindú, que incluyó una peregrinación a La Meca que insinuaba las bendiciones saudíes a su legitimidad como musulmán. (Aunque muchos observadores de la época sospecharon de que gobiernos extranjeros financiaban a la secta Nation of Islam, Thurgood Marshall le restaba importancia por ser "un atajo de maleantes organizados, procedentes de cárceles y penitenciarías y financiados, estoy seguro, por [el presidente egipcio Gamal Abdel] Nasser o algún otro grupo árabe" - la financiación exterior relevante apareció en realidad en los 70, procedente de Libia, Qatar y Abú Dhabi).
Pero entonces, justo cuando todo iba bien, llegaron los problemas: "rumores de prácticas disciplinarias opresivas, desviaciones del comportamiento moral e irregularidades económicas", en palabras de Evanzz. Desde el principio, la secta había apostado por la violencia; ya he mencionado el "sacrificio ritual" que tuvo lugar en 1932, cuando la organización todavía se llamaba Templo Alá del Islam. Durante décadas, los fieles de la secta que presuntamente discrepaban con Mohamed resultaban heridos de gravedad o perdían la vida, tendencia que culminó tras 1960 en el asesinato de Malcolm X (1965) y el homicidio de siete miembros de la familia Jaali (1973). Los blancos tampoco salían ilesos: los conocidos asesinos "Zebra" dejaron nueve muertos en Illinois en 1972, y un año más tarde un escuadrón conocido como los Ángeles de la Muerte asesinaban a 14 personas en la región de San Francisco. Y son solamente las atrocidades más espectaculares.
Las desviaciones morales comenzaron de igual forma en 1960: El primer hijo ilegítimo de Elías Mohamed nació en enero de aquel año, el primero de los trece no reconocidos de los que fue padre a lo largo de una horquilla de siete años con no menos de siete amantes diferentes. Las escuchas del FBI recogen a Mohamed administrando a cada mujer el mismo discurso acerca de su "semilla divina" y mintiendo después acerca de sus intenciones de contraer matrimonio; el FBI también descubrió que mantuvo cinco aventuras de forma casi simultánea, y que amenazaba a las mujeres con violencia si ellas daban a conocer su paternidad. Para vergüenza especial de su mujer, entre estas relaciones que mantenía hubo una incestuosa.
Esto tampoco fue todo. Nuevo rico, Mohamed gastaba en lujos para él y la "realeza", como se conocía a la familia. Viajaba en un avión privado Lockheed, vestía un tocado mediterráneo rematado con joyería que se rumoreaba costaría 150.000 dólares y dejaba a la familia ordeñar a la secta todo lo que podía. En las escrupulosas palabras de Clegg, este hincapié en el dinero "validó en última instancia, por ejemplo, la tendencia al materialismo, avaricia incluso, que marcaría a la secta como organización religiosa".
Es difícil trasladar con exactitud lo sorprendente que resultaba el comportamiento de Mohamed, sobre todo el sexual, para los fieles de la moralista secta Nation of Islam. Su hijo Wallace se esforzó más tarde por explicarlo diciendo que Elías Mohamed había sido "adorado como último profeta de Dios durante tanto tiempo que se había convencido a sí mismo de que era cierto", y se concedía las licencias que su posición parecía conferirle. Pero su comportamiento causó graves tensiones, poniendo en peligro la existencia misma de la organización y generando quizá el motivo más importante con diferencia de conflicto con el estirado Malcolm X. También traería otras consecuencias. Una vez cautivo de su propia avaricia, Mohamed desarrolló una tibieza operativa bastante opuesta a su volátil retórica. Se negaba a dar el visto bueno a cualquier respuesta a los registros policiales de los templos de la secta, y hasta llegó a participar en conversaciones con ministros del Ku Klux Klan de cara a un acuerdo en el que la secta permanecía al margen de las zonas "de exclusión de negros" a cambio de que el Klan dejara en paz a los fieles de la secta. El secretario del Partido Nazi estadounidense, George Lincoln Rockwell, fue invitado a intervenir durante la principal reunión anual de la secta, y aprovechó la ocasión para elogiar a Elías Mohamed como el Adolfo Hitler negro (motivo de admiración, en su opinión).
Como colofón, Mohamed entró en un lento proceso de deterioro físico y esto condujo a una prolongada guerra por su sucesión. Al final, sólo había dos rivales: su hijo Wallace y su portavoz nacional Louis Farraján. (La ruptura con Malcolm X había terminado con el asesinato del segundo a manos de los secuaces de Mohamed, supervisados al parecer por Farraján). Cada cual impulsaba su causa de formas imaginativas - Farraján, por ejemplo, casó a dos de sus hijas con el nieto y el sobrino de Mohamed. Pero cuando Elías Mohamed falleció por fin en febrero de 1975, Wallace convocó de forma precipitada una rueda de prensa y anunció que su padre le había nombrado sucesor único, y Farraján consintió temporalmente.
Wallace emprendió una remodelación integral del movimiento, purgándolo de elementos heterodoxos y convirtiéndolo casi de la noche a la mañana en la institución islámica que todavía existe; su actual nombre es el de Sociedad Musulmana Norteamericana, y se rumorea que sus fieles rondan los 200.000. También desmanteló el Fruto del Islam, vendió los negocios y podó la mayor parte de la infraestructura. Farraján, aguantando un tiempo, arabizó su nombre de pila (Abdul Halim), estudió árabe y el Corán, y se dejó crecer la barba. Pero está claro que discrepaba de los cambios iniciados por Wallace, y en 1978 hizo acopio de la resolución de separarse y abrir su propia organización rival, una resucitada Nation of Islam. Durante más de dos décadas, Wallace - que hoy se hace llamar W. Deen Mohamed - y Louis Farraján han sido rivales resentidos. Suponen un contraste interesante. Nacidos ambos en 1933, han tenido contacto durante más de cuarenta años, pero en términos de personalidad no podrían parecerse menos. W. Deen Mohamed tiene un aire académico y es quizá demasiado intelectual para ser un líder de masas. Louis Farraján es un trilero de formación que se convirtió en un brillante orador y polemista y se entregó a la retórica extremista, que con regularidad incluye una fuerte dosis de antisemitismo. Controla su organización y se crece en la polémica.
Fundamentalmente, la cuestión por la que han combatido ambos caballeros es cuál de ellos es el verdadero hijo y heredero de Elías Mohamed. Si W. Deen juega con la ventaja biológica evidente, Farraján es la familia política de la "realeza" y tiene de su parte a muchos de sus parientes, y también ha sido más fiel al mensaje elemental de Elías Mohamed. La contraportada de uno de los libros de W. Deen Mohamed, El clima del islam para el éxito empresarial, le proclama "el principal líder de los musulmanes de toda América y muchas regiones del mundo" (énfasis añadido). Farraján, en contraste, tiene pocas aspiraciones específicamente islámicas; ha buscado más bien el reconocimiento como líder más poderoso de los negros americanos.
En cualquier caso la rivalidad entre los dos, que lleva décadas casi inmutable, ha finalizado ahora de forma bastante súbita, o por lo menos se ha visto alterada. En febrero de este año, justo un cuarto de siglo tras la muerte de Elías Mohamed, Louis Farraján y W. Deen Mohamed se reconciliaron y anunciaron sus intenciones de trabajar juntos. El cambio, sea táctico o real, ha sido común. A nivel político, W. Deen Mohamed, que comenzó claramente en lo convencional del espectro norteamericano, viene adoptando durante los últimos años posturas más radicales (en un esfuerzo quizá por congraciarse con los musulmanes inmigrantes) y en este sentido se ha movido en la dirección de Farraján. A nivel religioso, por su parte, Farraján viene apoyando las reformas iniciadas un cuarto de siglo antes por Wallace, aunque de forma algo ambigua. En su encuentro de febrero, en concreto, aceptó al Mahoma del siglo VII como el Profeta de Profetas. Está por verse, sin embargo, lo que tenía en mente exactamente Farraján cuando anunció que "Alá envió a Mahoma al mundo con la revelación final". ¿Cuál Alá, el omnipresente o el encarnado? ¿Cuál Mohamed, el de La Meca o el de Georgia?
Sigue habiendo profusión de grupos que siguen difundiendo el viejo mensaje de la secta Nation of Islam sin adulterar, pero la decisión de Farraján de unir fuerzas con Mohamed, por opaca en sus intenciones, sí manifiesta una cierta debilidad y también apunta una tendencia. En 1962 nada menos, el autor de un voluminoso estudio de la secta Nation of Islam destacaba que pocos de los que ingresaban aguantaban mucho tiempo. Si eso pasaba hace casi 40 años, hoy es todavía más cierto. Como descubren los negros al ingresar y acercarse inevitablemente a la experiencia real, la secta Nation of Islam, aspiraciones de legitimidad aparte, suministra una mezcla confusa de mitos primitivos e insostenibles sin ninguna conexión con el islam convencional. Una religión ritualista fundada en Detroit en la década de los 30 no es rival para una religión de casi 14 siglos de historia y casi 1.000 millones de fieles que da nombre a 50 gobiernos nacionales y una de las grandes civilizaciones del mundo.
Un buen número de factores más auguran también la eventual desaparición de la secta Nation of Islam. Cada una de sus muchas escisiones, incluyendo la de Farraján, se centra en una figura dominante y viene a ser "poco más", como dice Evanzz, "que una secta". Cuando estos ancianos líderes pasan a mejor vida, prosigue, "todo lo que queda en pie es un templo fachada aquí y allí". También relevante es el hincapié de la secta en el trabajo duro, la frugalidad y la familia: este énfasis inculca justamente la clase de costumbres que permiten escapar de la pobreza a los fieles de la secta, pero a medida que prosperan económicamente, éstos a menudo buscan una confesión menos sectaria. Los hay que vuelven al cristianismo; más se pasan al islam convencional. También esto hay que computarlo como herencia del formidable Elías Mohamed. A pesar de todos sus fracasos y debilidades, él alteró de forma clara el rumbo de la política y la cultura negras. Como destaca Clegg:
Los musulmanes eran "negros" antes de ponerse de moda ser tildados así, y el Movimiento del Poder Negro y todos los posteriores estilos de protesta afroamericana, desde los ritmos del grupo nacionalista rap Public Enemy a la raison d'être de la Marcha del Millón de Hombres, son innegablemente vástagos de la herencia de Elías Mohamed.
Cierto, las nociones más elementales de la religión de Mohamed están desapareciendo; pero todos los musulmanes afroamericanos pueden declararle hoy su patrón, dado que casi todos ellos han tenido una conexión directa, personal o familiar, con la secta Nation of Islam. Sin Mohamed, el alrededor del millón de afroamericanos que son hoy estadounidenses seguirían siendo cristianos casi seguro.
Sus filas, además, es probable que crezcan. Aunque el islam todavía ejerce un tirón apenas modesto entre los americanos blancos, se ha convertido en una presencia poderosa y permanente entre los negros, que según mis estimaciones tienen 200 veces más probabilidades de convertirse a ella que los blancos. Tampoco es difícil imaginar que tales conversiones comiencen en cascada, siguiendo un patrón islámico que, como ha demostrado el historiador Richard Bulliet, se remonta a más de un milenio atrás. Si eso sucede, el islam bien podría adelantar al cristianismo entre los negros en cuestión de décadas.
Ya hay indicios de tal tirón. El nombre árabe Malik, por ejemplo, se ha convertido en uno de los más populares que se ponen a los recién nacidos americanos negros, y dentro de algunos años será el más popular. En la cultura negra, según un académico, "todos los jóvenes afroamericanos guardan al menos cierta familiaridad con el islam, sea a través de un encuentro personal, de un pariente, de un amigo, de alguna prenda de moda o, como es el caso hoy con más frecuencia, en la forma de la letra de la música rap". Siguiendo esta última lectura, piense que intérpretes de rap como Ice Cube, King Sun, KMD, Movement X, Queen Latifa, Poor Righteous Teachers, Prince Akeem, Sister Souljah o Tribe Called Quest han apoyado todos a Farraján. Una escisión todavía más agresiva de la secta Nation of Islam que se hacen llamar los Five Percenters asegura tener el apoyo de Grand Puba, Big Daddy Kane, Lakim Shabazz o Eric B. & Rakim. En opinión del biógrafo de Farraján, Mattias Gardell, "el papel del movimiento hip-hop en la popularización del mensaje del islam militante negro no puede exagerarse".
Entre los negros no musulmanes, la envidiable reputación de la que disfruta el islam se debe en buena medida a la disciplina que se cree impone a los jóvenes, abordando de esta forma el que puede ser el principal problema de la minoría negra. Una mujer baptista cuyo hijo se convirtió expresa de forma resumida esta favorable disposición:
Este islam me suena a verdadera religión. No creen en fumar costo, beber alcohol o el adulterio. Diría que podemos hacer uso de más enseñanzas así… Cuando mi hijo declaró su intención de ser musulmán, no se lo recriminé. Disfruto escuchándole hablar de ello, y de cómo salió de África, y suena muy bien.
Desde el punto de vista social, en realidad, la novedosa sobriedad y seriedad de los conversos afroamericanos al islam, sea en su versión convencional o la secta Nation of Islam, no tienen nada de malo. Aunque la violencia y la reincidencia siguen siendo problemas muy reales entre estos nuevos musulmanes - la reciente detención de Jamil Al-Amin (antiguo H. Rap Brown) bajo cargos de asesinato de un agente del orden en Atlanta es un ejemplo de manual - la atmósfera masculina del converso al islam ha ayudado a muchos exconvictos y otros marginados de la sociedad a encontrar el camino recto y a no abandonarlo.
Desde un punto de vista social, sin embargo, las cosas son mucho menos positivas. Los conversos negros tienden en general a adoptar opiniones extremistas. Los de Nation of Islam se convierten en nacionalistas negros, trufados de retórica volátil contra los blancos, al tiempo que los que se unen al islam convencional se convierten a menudo en islamistas - admiradores de figuras tales como el ayatolá Jomeini o Usama bin Ladin. Sean fieles de la secta o del islam convencional, además, los conversos negros tienden a mantener posturas vehementemente antiamericanas, anticristianas o antisemitas.
No hace falta mucha imaginación para ver que, si el islam llega realmente a reemplazar al cristianismo como principal religión entre los afroamericanos, esto tendrá enorme repercusión para todos los estadounidenses, afectando a todo desde las relaciones raciales a la política exterior, de la cultura popular a cuestiones de religión en la vida pública. Eric Lincoln, destacada autoridad en el islam afroamericano, escribió en una ocasión que la secta Nation of Islam "podría muy bien cambiar el rumbo de la historia en Occidente". Si eso llegara a pasar, el mérito, o la culpa, será sobre todo del "caballero menudo que se sale de tono predicando el odio", Elías Mohamed.