Poco después de que Kuwait desapareciera en el vientre iraquí un 2 de agosto de 1991, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se encontró privada de sus tres fuentes de fondos más sustanciales. Indignados por el entusiasta apoyo de Yasser Arafat a la agresión de Saddam Hussein, los gobiernos kuwaití y saudí dejaron de pagar 72 y 24 millones de dólares al año, respectivamente. Los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Egipto también siguieron. Y los iraquíes, que venían desembolsando alrededor de 48 millones de dólares al año, carecían de fondos para seguir pagando.
Para agravar las cosas, Kuwait era El Dorado de los palestinos, y su riqueza en aquel país se perdió casi por completo. Las cifras en juego son importantes, aun sin alcanzar los desmesurados cálculos ofrecidos por funcionarios de la OLP: 8.000 millones de dólares según Mohamed Milham, del Comité Ejecutivo de la OLP; entre 8.500 y 12.600 millones de dólares según Yasser Arafat; y 13.000 millones según Salim az-Za'nun, delegado de la OLP en Kuwait. (Estas cifras evidentemente exageradas han sido recogidas por medios reputados; Jonathan C. Randal informa de la cifra de 10.000 millones de dólares tal cual en el Washington Post). Además, los palestinos de los territorios ocupados por Israel perdieron, de nuevo según Yasser Arafat, 1.400 millones de dólares.
Alienar a los donantes y perder capital reviste consecuencias graves para la OLP. Sus ingresos parecen rondar la mitad que antes del 2 de agosto, y el gasto se ha contraído un 30 por ciento. Según la crónica del Jerusalem Post, los ingresos de la organización se habrían contraído hasta un 90 por ciento. Los empleados de la OLP, los armados y el resto, ya han experimentado recortes salariales y se avecinan más reducciones. Una reducción salarial de los guerrilleros palestinos a principios de 1991 en el Líbano provocó una rebelión en el Fataj; Fataj respondió ejecutando de forma sumaria a los descontentos, esperando aparentemente que esto atajara el derrumbe de la jerarquía.
Aunque sería imprudente dar por descartada alguna vez a la OLP, organización que con regularidad se crece en la adversidad, cabe esperar que este golpe afecte gravemente a sus actividades y sus ambiciones de seguir siendo la organización palestina dominante.
Orígenes del dinero
Durante los días de gloria de la OLP en el Líbano, 1970-82, cuando administraba un estado en el seno de otro estado, los ingresos procedían en su mayor parte de un amplio abanico de actividades comerciales, legales e ilegales. El resultado fue un colchón formidable. Abú Musa, aliado puntual de Arafat, ha afirmado que en 1982, la OLP tenía solamente en los bancos libaneses 1.000 millones de dólares.
En el capítulo de actividades regulares, la OLP participaba de empresas sorprendentes. El Frente Popular para la Liberación de Palestina, por ejemplo, dirigía Modern Mechanical Establishment, unos hornos de acero y hierro al sur de Sidón. La empresa ganaba dinero a base de no tributar, utilizar la coacción en las ventas y manipular los precios en contra de la competencia. Luego, tras verse obligada por la competencia a cerrar, subió los precios.
La anarquía libanesa ofrecía oportunidades sin fin de actividad irregular: tráfico de estupefacientes, extorsión, robos, secuestros y formación de terroristas extranjeros. El tráfico de estupefacientes fue con diferencia la fuente más constante y lucrativa de ingresos durante los años del Líbano; hasta finales de los 70, cuando la OLP controlaba regiones importantes del Líbano, se rumorea que el tráfico de estupefacientes habría aportado a la OLP 300 millones de dólares al año. Otras actividades también tenían rentabilidades espectaculares. El secuestro en diciembre de 1975 de los ministros petroleros de la OPEP embolsó al parecer 20 millones de dólares. Unos meses después, la OLP participaba en lo que el Libro Guinness de los Récords llama el mayor robo de todos los tiempos; robar la oficina beirutí del Banco Británico de Oriente Próximo proporcionó a la OLP la tercera parte del botín, entre 16 y 33 millones de dólares.
La expulsión de Beirut en 1982 puso fin a esta era dorada financiera. Desde entonces la OLP ha reabierto sus operaciones en el Líbano; aun hoy, comenta James Adams, sigue teniendo "una importante influencia económica en el país - o lo que queda de él". Pero la economía libanesa se ha derrumbado desde 1982, de manera que los ingresos procedentes de allí son una fracción de lo que fueron con anterioridad.
Asimismo, mientras que la ayuda del bloque soviético solía alcanzar el equivalente a decenas de millones de dólares al año, en efectivo, armamento, formación e información de espionaje, la liberación de Europa Oriental y los saqueos de la perestroika han hecho que estas fuentes solventes en tiempos prácticamente se sequen.
Privada de estas fuentes de fondos, la OLP ha pasado a depender fuertemente de las donaciones de presidentes, monarcas y emires árabes durante los últimos años - una humillante vuelta a la tesitura pre-1970. Pasan a la historia aquellos días en los que Arafat tenía el margen para actuar con independencia de sus patrocinadores estatales. La OLP recibe de los países árabes desde 1973 al menos 100 millones de dólares al año, pero el importe últimamente roza los 250-300 millones de dólares al año. Los países árabes accedieron a correr con esta cuenta de la financiación de la OLP principalmente por motivos ofensivos (ganar influencia) o defensivos (evitar represalias); en algunos casos pudieran llegar a hacerlo por convicción.
Casi todos estos ingresos proceden de Kuwait, Arabia Saudí y los demás países que acaban de cerrar el grifo a la OLP. Según los documentos de la OLP hechos público en 1988, las autoridades saudíes habrían donado durante la década anterior 855 millones de dólares. Salim az-Za'nun, delegado de la OLP en Kuwáit, anunciaba que los kuwaitíes habían aportado a su organización 2.000 millones de dólares a 26 años. De hecho, la aportación total era mucho más cuantiosa, dado que ambos gobiernos canalizaban importes masivos a Yasser Arafat a título personal. Abú Musa confirmó indirectamente este extremo en 1983: "Arabia Saudí le entrega decenas, cientos de miles de millones, para que no se corrompa el desarrollo de la revolución. No aparecen en las cuentas. Son cantidades mucho mayores que las donaciones oficiales".
No todos los fondos salen de arcas públicas. Los palestinos afincados en países árabes pagarían presuntamente del 3 al 7,5 por ciento de su sueldo a la OLP a modo de retención fiscal. Si bien no está claro en qué momento y dónde son aportados y transferidos realmente estos fondos a la OLP, parece que Kuwait, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos son los únicos países que lo hacen de forma regular; Samir Jalaf calculaba que solamente los palestinos afincados en Kuwáit enviaban 150 millones de dólares a Cisjordania y Gaza antes de la invasión iraquí. Todo esto ha terminado desde el 2 de agosto de 1991.
Los particulares palestinos realizan donaciones, en momentos de crisis sobre todo, que van de cantidades muy pequeñas (la compra de "Sellos de la Liberación Árabe") a cantidades importantes. Algunas donaciones son voluntarias, otras llegan por medio de amenazas.
Problemas de liquidez
Las operaciones y la relevancia política de la OLP dependen fuertemente del dinero, y por eso la desaparición súbita de la mitad de los presupuestos de la organización está provocando muchos problemas.
El dinero da a Yasser Arafat poder sobre unos veinte mil efectivos armados, que integran fuerzas convencionales e irregulares en la misma medida. Ello permite la diplomacia a gran escala; la OLP tiene dos "embajadas" más que Israel y en ocasiones Arafat visita tres o cuatro capitales en una sola jornada a bordo de su propio avión. Ello impulsa las iniciativas militares y terroristas de la OLP. No hay como comprar una pequeña aerolínea para ingresar en el mundo de la aviación civil, y esto es lo que ha hecho la OLP a través de un tal George Jalaq cuando compró una parte de Transportes Aéreos de Guinea-Bissau. A una escala más pequeña, la OLP ha manifestado un interés acusado en conceder licencias de explotación comercial en aeropuertos.
El dinero le permite influenciar a los países a base de mover los activos. Unos 700 millones de dólares abandonaron Jordania en 1986 para protestar contra las políticas del rey Hussein; 200 millones de dólares fueron transferidos en una ocasión a Túnez como recompensa. No todas las inversiones son apolíticas. Los fondos se prestan si corresponde a aliados en momentos de necesidad, como 12 millones de dólares al gobierno nicaragüense en 1981 y 100 millones a Irak en 1986. Los proyectos "de amistad" incluyen plantas industriales y explotaciones agrícolas en lugares como Siria, Guinea, las Maldivas o Polonia. Arafat también tiene medios para hacer el favor urgente. En 1985 se rumorea que habría obtenido la liberación de tres rehenes soviéticos secuestrados en Beirut pagando a fundamentalistas musulmanes 15 millones.
Las aportaciones influencian a la opinión pública al permitir que la OLP subvencione medios de comunicación. En febrero de 1986, por ejemplo, el pago de unos 150.000 dólares a la cabecera pro-jordana Al-Quds invirtió enseguida la línea editorial del periódico.
El dinero reduce la probabilidad de que alguna organización palestina rival cuestione el liderazgo de Arafat. Medio año después de estallar la intifada, la OLP respondió ofreciendo a su cúpula 50 millones de dólares - un claro intento de meter en cintura a un hijo pródigo. Hamás, el grupo fundamentalista musulmán que ha surgido como único rival serio de la OLP, espera unirse a la OLP para echar mano a sus fondos.
El dinero hace posible financiar los servicios sociales, económicos, culturales educativos y públicos con los que granjearse la lealtad de los palestinos a la OLP. Al desplazarse a países pobres, Arafat reparte dinero con soltura.
Por último, no hay que pasar por alto el opulento estilo de vida que permite el dinero a los pashás de la OLP - elegantes mansiones en Túnez, viajes en primera clase y demás privilegios de la alcurnia. Zuhayr Mujsín, por ejemplo, desarrolló un refinado gusto por el juego en la Côte d'Azur. Otros se reservan imponentes jubilaciones. Wadi Haddad, el experto en explosivos de la OLP que perdió la vida en 1978, habría dejado a su hermana según sus camaradas de armas una herencia de 140 millones de dólares.
Con independencia del discurso del estilo de vida abstemio de Arafat, también disfruta de lo que una crónica periodística llama "la vida de los multimillonarios", que incluye aviones privados, residencias estatales y similares. Los que se conocen el percal también apuntan la fortuna que se ha embolsado. La prensa saudí destacaba que Arafat "se sirve de las ayudas proporcionadas a la OLP y los palestinos". Mustafá Talas, ministro sirio de defensa, afirma que Yasser Arafat tiene 12.000 millones de dólares a su nombre y es "uno de los diez hombres más ricos del mundo". Talas afirma además que Arafat robó 1.700 millones de libras del Banco Ar-Rafidayn de Beirut, que depositó a su nombre, no al de la OLP". Si bien se trata de una exageración evidente, Arafat en persona no niega tener "una gran cantidad de dinero". Afirma, sin embargo, que procede del dinero que ganó siendo ingeniero en Kuwáit en los años 50; de la OLP dice no tener sueldo.
Para mantener el control estricto de las cuentas de la OLP, Arafat hace depósitos personalmente y firma cheques cuantiosos. Aunque este control muy centralizado suscita rencillas y una grotesca ineficacia, también hace indispensable a Arafat. En palabras de un funcionario jordano: "Tienen que conservar a Arafat porque si se marcha, nadie conoce el paradero del dinero".
La riqueza se ha vuelto tan relevante en el peso y la influencia de la OLP, que en ocasiones se impone a consideraciones militares. "El dinero es el único arma [de Arafat] en este momento", afirmaba Abú Musa ya en 1983. De esta forma, cuando la OLP evacuó Beirut en 1982, explica James Adams, sus líderes "temían más el secuestro israelí de sus activos que la derrota militar". (No sin motivo; se calcula que aquel éxodo les habría costado 400 millones de dólares). Confirmando esta postura, recuerda el funcionario de la Casa Blanca: "Recibimos estos mensajes de la OLP conteniendo listas de los BMW y Mercedes que querían embarcar. Estaban muy preocupados por tener a bordo sus flotas de coches así como a sus familias". La fuerte dependencia de enormes sumas de dinero se ha cobrado su factura; en palabras de un funcionario jordano anónimo: "La OLP no es una revolución. Es una corporación".
Fortunas de capa caída
El tamaño y la sofisticación de la infraestructura financiera de la OLP la convierten en el centro neurálgico de la organización. Puede irse más allá: si bien frustrar atentados y capturar efectivos sigue siendo relevante, la única forma de combatir y por último acabar con las operaciones terroristas de la OLP es darle donde más duele - en el bolsillo.
Todo intento hasta la fecha de pronosticar el final de la OLP ha sido refutado por la realidad; nadie sabe predecir con solvencia su desaparición. (De forma algo prematura, Zbigniew Brzezinski se despedía en 1977 "Adiós, OLP"). Pero la actual tesitura, descrita por el Foreign Report como "una catástrofe económica", se traducirá probablemente en un acusado declive de la popularidad de Yasser Arafat y del peso de la OLP.
Los hay que encontrarán desgraciado este suceso porque obstaculiza la resolución de las cuestiones palestino israelíes. Pero eso es reconocer demasiado a la OLP. Es en la práctica el representante actual de aquella tradición radical palestina que, en palabras de Abba Ebán, nunca pasa por alto la oportunidad de pasar por alto una oportunidad. Lejos de ser una fuerza de paz, la OLP ha castigado y censurado a los elementos más moderados dispuestos a coexistir con Israel. Por esta razón, su tesitura económica ofrece no sólo la posibilidad de que haya menos violencia en Oriente Próximo sino también la infrecuente oportunidad de que se hagan oír voces palestinas alternativas. Esperemos que aprovechen el momento.
EXTRAS
Indignación con Yasser Arafat -- el dinero es el problema
Mustafá Talas dice de Yasser Arafat: "Tiene 12.000 millones de dólares a su nombre. Esa suma basta para mantener durante 12 años a los menores que tiran piedras, pero este dinero se lo retiene él y sigue mendigando en su nombre. Sustrajo 1.700 millones de libras del Banco Ar-Rafidayn, entidad bancaria británico-iraquí de Beirut, y saqueó otras entidades beirutíes depositando el dinero a su nombre - no al de la OLP".
Los medios saudíes acusaron a Arafat de "servirse de las ayudas proporcionadas a la OLP y los palestinos, incrementando así su patrimonio y el de los que le rodean".
Yasser Arafat: "No hemos recibido un solo centavo de ningún país del Golfo desde mayo de 1990… Esto pretende castigar a la OLP".
'Abd al-'Aziz 'Alí Shahín, uno de los primeros aliados de Yasser Arafat, escribe a mediados de 1991 un informe secreto en el que acusa a Arafat de ser responsable directo del deterioro de al-Fataj hasta "una degradación moral inconcebible". En opinión de Shahín, el guerrillero falleció hace tiempo, reemplazado por un caballero interesado en "alfombras rojas, aviones privados presidenciales y carta blanca para gastar dinero". La buena vida ha llegado a cambiar la perspectiva de la cúpula de la OLP, interesándola más "en conservar el estatus quo, que viene a ser la corrupción económica, administrativa, militar, política y mental".
Indignación con Yasser Arafat -- el dinero no es problema
Salaj Jalaf: "Nuestro movimiento está burocratizado. Perdió en militancia lo que ganó en 'respetabilidad': desarrollamos un gusto por tratar con hombres poderosos y gobiernos. Nos fiamos de sus opiniones y tuvimos en cuenta sus deseos. Nos dejamos enredar en las intrigas de las relaciones inter-árabes".
Abú Musa, la figura rebeldes del Fataj, explicó en una ocasión que "Arafat convirtió la revolución palestina en una burocracia tan podrida que es peor que la burocracia de cualquier país subdesarrollado. Naturalmente esta institución no era capaz de combatir. Así que cuando estalló la guerra, la cúpula salió corriendo, abandonando a la militancia para pagar el pato".
Editorial del Al-Fajr, un periódico en árabe que se publica en Jerusalén: "La ineptitud de la cúpula de la OLP a la hora de abordar los acontecimientos mundiales es casi legendaria… y amenaza el futuro del pueblo palestino… A lo mejor es hora de inyectar sangre nueva a la cúpula palestina".
Los seguidores de Abú Iyad constituyeron el Movimiento de Enmienda del 14 de Enero-Fataj (siendo esa fecha la del asesinato de Abú Iyad) y repartieron un panfleto en Cisjordania atacando a Yasser Arafat por su matrimonio con Suha at-Tawil. El panfleto le presenta como "un bufón conspirador" y "un Satán diabólico". También le acusa de asesinar a Abú Iyad por discrepancias en torno a Irak.
Zaki Razaq, antiguo banquero palestino de Kuwáit: "Al noventa y cinco por ciento de los [palestinos] afincados en Kuwáit, Arafat no les cae bien. Él sólo se representa a sí mismo".
Problemas de liquidez
Los ajustes de austeridad relacionados con la crisis económica producto de la crisis de Kuwáit se sintieron por doquier. La OLP cerró su oficina independiente de información en Ammán en agosto de 1991[MEF2], cerrando poco después sus oficinas de Dinamarca, Noruega y Bolivia.
Las autoridades veían reducirse sus sueldos y los guerrilleros carecían de municiones. El problema de liquidez se puso feo: No habiendo pagado sus facturas telefónicas, la compañía telefónica tunecina cortó la línea a la OLP.
Cerrado el grifo del dinero árabe, Yaser Arafat tuvo que inventar nuevas estrategias financieras. En julio de 1991, anunció un plan para "solicitar a los europeos que eleven sus ayudas para compensar las deficiencias de los árabes".
Miscelánea
Lleva siempre personalmente un maletín con información de sus múltiples cuentas bancarias. Tras sobrevivir a un accidente aéreo en el desierto libio en abril de 1992, encontrar ese maletín en el desierto fue una prioridad urgente.
Dos caballeros, Hasib Jiryus Sabbaj y Sa'id Juri, ocupan cargos centrales de gestión. Asimismo, estos particulares hacen públicas ocasionalmente las partidas económicas, por ejemplo a la hora de crear cátedras en universidades norteamericanas.
Yasser Arafat no ostenta menos de treinta y dos títulos en el seno de la OLP, que van desde el de Presidente de Palestina al de General Preboste de las Fuerzas Al-'Asifa.
Patrick Seale informa que Abú Nidal tenía 120 millones de dólares en 1980 y 400 hacia 1988.
Muamar Gadafi proporcionaba 12 millones al año en líquido y 50 millones en reservas y equipo a mediados de los 70.
A finales de 1991 los saudíes anunciaron la reanudación de la financiación de la OLP, aunque la suma fue pequeña - 2,1 millones de dólares. Unos meses más tarde, los saudíes accedían presuntamente a permitir que la OLP recaudara los impuestos tributados por los palestinos residentes en Arabia Saudí, suma que ronda los 5,5 millones de dólares mensuales.