El islam ha dominado la vida pública norteamericana en dos ocasiones, una durante el trance de la crisis de los rehenes iraníes entre 1979 y 1981, y más recientemente desde los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001. En ambos casos, los estadounidenses respondieron con indignación y desconcierto a la vista de particulares supuestamente religiosos (el ayatolá Jomeini entonces, Usama bin Ladin hoy) que auspician actos de violencia gratuitos contra civiles estadounidenses. En cada ocasión, el islam pasó a ser una de las cuestiones más debatidas en la vida pública norteamericana.
Pero el gobierno estadounidense respondió de forma muy distinta a la dimensión islámica de estos dos episodios. En aquella primera vuelta, se mantuvo al margen del debate, limitándose a las declaraciones políticas sobre Irán. El islam raramente llegaba a mencionarse, respetando la práctica tradicional y correcta de que las autoridades estadounidenses no hablen de cuestiones de confesión. Después de todo, eran políticos y diplomáticos, no eruditos religiosos. "Conversar" acerca del islam no era precisamente su especialidad, y ellos eran lo bastante humildes para saberlo.
Pero la reticencia iba más allá: como portavoces del gobierno estadounidense, institución constitucionalmente secular, sabían que no se manifiestan opiniones relativas a la verdad o falsedad de religiones concretas. En ciertos contextos, esa tradición sigue estando extendida. Cuando el "Verdadero IRA" asesinó a veintiocho personas en una feria de Omagh, Irlanda, 1 el presidente norteamericano no aprovechó la ocasión para reflexionar acerca de la verdadera naturaleza del catolicismo. Las acciones criminales de Baruch Goldstein en Hebrón no suscitaron ningún comentario relativo al judaísmo por parte del secretario de estado. El Partido Bharatiya Janata, con su perspectiva nacionalista hindú, no suscitó a su llegada al poder en la India ningún elevado análisis del hinduismo.
Solía ser el mismo caso del islam. En teoría, en cualquier caso, lo sigue siendo. En una cena que ofreció en honor a los musulmanes estadounidenses en el año 2000, la entonces secretario de estado Madeleine K. Albright informó a sus invitados de que "Por supuesto, Estados Unidos carece de postura política legislativa hacia el islam". 2 Un miembro de su gabinete confirmaba esto a nivel operativo: "El islam no es un factor de nuestra legislación". 3
Pero éste ha dejado de ser el caso simplemente. El islam, la más política de las religiones, ocupa hoy un lugar privilegiado en Washington, igual que en casi todas las demás capitales del mundo. La primera administración Bush comenzó su debate del islam en junio de 1992. A su investidura en 1993, la administración Clinton desarrolló una política bastante sutil hacia el islam. La formulación se aceleró durante la actual administración Bush. Y desde el 11 de Septiembre, el presidente su equipo han dedicado intensos esfuerzos a explicar el papel que jugó y no jugó el islam en la tragedia reciente. El "Islam" está hoy en boca de estatistas, políticos y diplomáticos estadounidenses con una frecuencia casi deslumbrante.
Si bien la intensidad del actual debate es novedosa, el contenido de las intervenciones oficiales norteamericanas a tenor del islam no lo es. Los pronunciamientos más recientes desarrollan las temáticas y los argumentos de una política formulada a lo largo de la última década. Esa política consta de cuatro elementos principales, cada uno de los cuales se ha convertido en un mantra legislativo: No hay ningún choque de civilizaciones. El terrorismo no es islámico. El islam es compatible con los ideales estadounidenses y contribuye a la vida norteamericana. Los estadounidenses han de aprender a apreciar el islam.
I. Choque de civilizaciones
La labor principal y más urgente a la que se enfrentan los portavoces gubernamentales es refutar la idea de que la Guerra Fría ha sido reemplazada por "el choque de civilizaciones". Samuel Huntington, de Harvard, propuso por primera vez la idea en 1993; dentro de su catálogo de conflictos probables, el "choque de civilizaciones" entre el islam y Occidente ocupaba un lugar relevante. 4 Una y otra vez, el estamento oficial enuncia la falsedad de esta idea. El Presidente Clinton en persona debatió con Huntington, declarando "tremendamente equivocado" creer en "un choque inevitable" entre Occidente y el islam. Para sustentar esta idea, apelaba al peso de los musulmanes estadounidenses, que "le dirán que no hay ningún enfrentamiento inherente entre el islam y América". 5 De forma más despreciativa, Albright destacaba que "Los Estados Unidos no tienen ningún interés en el 'choque' con el islam que ciertos contertulios han predicho". 6 Por el contrario, no hay "ningún conflicto inherente entre los Estados Unidos y el islam". 7 El ayudante del Presidente en cuestiones de Seguridad Nacional Samuel R. Berger reiteraba la temática: "No hay ningún choque de civilizaciones". 8
En cuanto surge el tema, los subalternos cierran filas religiosamente en torno a sus superiores. El asistente en funciones del Secretario de Estado Ronald Neumann no encuentra "ningún conflicto inherente entre el islam y Occidente. No vemos ningún 'choque de civilizaciones'". 9 El asesor especial del Secretario de Estado John Beyrle concluía que "no tiene ningún sentido considerar a América un país 'en conflicto' con el islam". 10 Según una circular del Departamento de Estado: "El islam y Occidente no están enfrentados". 11 Hasta el Departamento de Defensa, que normalmente no se ocupa de estas cuestiones, tenía una opinión: según el asistente del secretario en funciones Bruce Riedel: "El Pentágono rechaza el razonamiento que dice que es inminente un choque de civilizaciones entre Occidente y el islam". 12
Como corolario, el estamento oficial se decanta en contra de la idea de que el islam ha sido ascendido a la categoría de enemigo. "No debemos aceptar la noción", decía R. James Woolsey, antiguo director de la Agencia Central de Inteligencia, de que "la 'Amenazas Roja' que dominó nuestras vidas durante casi medio siglo está siendo hoy reemplazada por una 'Amenaza Verde' que recorre el mundo árabe". 13 El asistente del Secretario de Estado en cuestiones de Oriente Próximo Edward Djerejian afirmaba que el gobierno estadounidense "no considera al islam el próximo 'ismo' al que se enfrenta Occidente o que amenaza la paz mundial". 14 Martin Indyk, miembro en aquel entonces del Consejo de Seguridad Nacional, ampliaba la idea: "No consideramos al islam una amenaza". 15 La única grieta entre las filas surgió tras el 11 de Septiembre, cuando el Secretario de Defensa en funciones Paul Wolfowitz dio a entender que Samuel Huntington no inventó el problema, solamente lo diagnosticó: "Estos criminales… quieren inflamar la guerra de culturas, y deberíamos evitar eso". 16
II. El terrorismo no es islámico
La segunda labor que se ha adjudicado el gobierno estadounidense consiste en cortar el vínculo que establecen los estadounidenses entre islam y terrorismo. El estamento oficial no niega que haya musulmanes devotos en apariencia que constantemente tratan de asesinar estadounidenses, sino que sonoramente niega su relación con el islam.
El Presidente Clinton se quejaba de "las muchas personas" que identifican injustamente con el islam "las fuerzas del terrorismo y el radicalismo". 17 Como reconocía, "hemos tenido problemas con el terrorismo procedente de Oriente Próximo", pero a continuación insistía en que esto "no está inherentemente relacionado con el islam, ni la religión, ni la cultura". 18 Un despacho del Departamento de Estado reiteraba las palabras del presidente: "El terrorismo no es principio de ninguna religión relevante, islam incluido". 19 Y el coordinador de contraterrorismo en el departamento, Philip Wilcox, Jr., iba todavía más allá: "El islam, como el judaísmo y el cristianismo, predica la paz y la no violencia". 20
Ciertos musulmanes pueden predicar la no violencia. ¿Pero cómo explican políticos y diplomáticos la terca realidad de que musulmanes radicales han atacado a estadounidenses en lugares tan surtidos como el Líbano, Yemen, Kenia, las Filipinas, Nueva York o Washington? Considerando tales ataques contrarios al islam. En 1994, Clinton criticó "las fuerzas del terror y el extremismo, que se disfrazan con retórica de religión y nacionalismo pero se comportan de formas que contradicen las enseñanzas mismas de su confesión y hacen mofa de su patriotismo". 21 En 1998 volvió a este asunto, acusando a Usama bin Ladin y sus socios de practicar "una horrible distorsión de su religión para justificar el asesinato de inocentes". Le restó importancia por ser "fanáticos y asesinos que disfrazan el asesinato de valentía, y al hacerlo, profanan la gran confesión en cuyo nombre dicen actuar". 22
Los hombres del presidente siguieron religiosamente la iniciativa. El asesor de Seguridad Nacional Anthony Lake denunciaba a "los militantes que distorsionan las doctrinas islámicas y aspiran a ampliar su influencia por la fuerza". 23 Un violento grupo islámico de Argelia actuaba contra "los principios del islam" según Robert Pelletreau, que también se pluriempleaba como asistente del secretario de estado. 24 R. James Woolsey, antiguo director de la central de Inteligencia, consideraba "un error de bulto" achacar al islam la situación en Irán hoy, y en concreto la elección de sus líderes de apoyarse firmemente en el terror. Woolsey aducía que "unos cuantos" que habían roto con las tradiciones islámicas eran por si solos responsables de la situación en Irán. 25 Michael A. Sheehan, Coordinador de contraterrorismo del Departamento de Estado, llamaba al terrorismo "una perversión de las enseñanzas del islam". 26 Beyrle comprobaba su ejemplar del Corán y concluía que "el extremismo no es verdaderamente islámico". 27 "Los terroristas que dicen hablar por el islam", afirmaba formalmente Wilcox, "explotan su confesión". 28
Los acontecimientos del 11 de Septiembre elevaron este asunto a la palestra. Curiosamente, mientras todos los funcionarios del gobierno convenían en que los cuatro secuestros no podían achacarse al islam, diferían en torno a la cuestión de si simplemente, en palabras de Wolfowitz, "no es un acto islámico" 29 o era algo perpetrado en violación del islam.
La intervención del Presidente Bush en el pleno apuntaba la primera interpretación:
Los terroristas practican una forma marginal del extremismo islámico que ha sido rechazada por los académicos musulmanes y por la gran mayoría de los clérigos musulmanes; un movimiento marginal que pervierte las pacíficas enseñanzas del islam... Las enseñanzas [del islam] son buenas y pacíficas, y los que cometen males en nombre de Alá blasfeman en el nombre de Alá… Los terroristas son traidores a su propia confesión, que intentan, en la práctica, secuestrar el propio islam. 30
Pero la segunda interpretación afloró en el discurso del Presidente Bush a la audiencia musulmana de visita en el Centro Islámico de Washington: "Estos actos de violencia contra inocentes vulneran los pilares fundamentales de la confesión islámica… El rostro del terror no es el verdadero rostro del islam. No tiene nada que ver con el islam. El islam es paz". 31 El Secretario de Prensa de la Casa Blanca Ari Fleischer fue más allá, declarando los atentados "una perversión del islam". 32 El Secretario de Estado Colin Powell expresó la misma idea de forma todavía más enfática, excomulgando a los secuestradores no sólo del islam sino del mundo árabe; sus acciones, adujo, "no deben ser consideradas algo perpetrado por árabes o islámicos; es algo perpetrado por terroristas". 33
Esta diferenciación entre islam y terrorismo, con independencia de cómo se acometa, reviste una significativa implicación de cara al concepto de enemigo post-11 de Septiembre: Estados Unidos libra una guerra "contra el terror", no contra el islam militante ni contra clase alguna de musulmán. El Presidente Bush manifestó a los líderes legislativos "no consideremos esto una guerra de religión, en ningún sentido, forma o manera". 34 Según Powell, "esto no es un conflicto contra los árabes ni los musulmanes ni los fieles de una confesión concreta". 35 El terrorismo es "una amenaza no sólo a nuestra civilización sino también a la suya", explicaba el portavoz del Departamento de Estado Richard Boucher. "No consideramos esto una empresa contra los árabes; no consideramos esto una empresa contra los musulmanes". 36 De forma más sucinta, el Secretario en funciones Wolfowitz afirmaba que "nuestro enemigo es el terrorismo, no el islam". 37
Hasta la rama judicial alberga hoy opiniones relativas a que el terrorismo no es islámico. En el fallo condenatorio de Ramzi Yusuf, cerebro de los atentados del World Trade Center de 1993, el magistrado Kevin Duffy incoó al acusado: "Ramzi Yusuf, no está usted en posición de practicar el islam. Su dios es la muerte. Su dios no es Alá... Lo que usted hace no lo hace por Alá; solamente lo hace para satisfacer su propio ego retorcido". 38
Resumiendo, en palabras de John Beyrle: "Los hay convencidos de que… la Guerra Fría ha sido reemplazada por el choque de civilizaciones. Hay otros, incluyendo algunos en mi propio país, convencidos de que el terrorismo está relacionado de alguna forma con el islam. Ambos se equivocan". 39 Caso cerrado.
III. El islam, una fuerza positiva
El islam, no es pues un enemigo ni una fuente de terrorismo. Pero los funcionarios no lo dejan ahí. Llegan a postular dos rasgos positivos de la confesión: su compatibilidad con los ideales estadounidenses y su beneficio potencial para Estados Unidos.
La religión de los musulmanes estadounidenses, justificaba Bill Clinton, no contiene nada "que nos divida, que promueva el terrorismo, que sea nocivo para nuestros valores". 40 Los demás funcionarios y él concretaban a continuación en qué complementa exactamente el islam a los valores estadounidenses: "La devoción por la familia y la sociedad, a la confesión y las buenas obras — están en armonía con lo mejor de los ideales occidentales". 41 John Beyrle, del Departamento de Estado, no hallaba ningún conflicto entre el islam e "ideales occidentales tales como la libertad personal o la libertad de elección". 42 Una circular del Departamento de Estado anunciaba que "la mayoría de los estadounidenses y la mayoría de los musulmanes comparten valores fundamentales tales como la paz, la justicia, la estabilidad económica o la buena gestión pública". 43 La formulación más colorista y concreta se debe al Secretario de Defensa en funciones John Hamre:
Citando el Preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos — "Nosotros, la nación de los Estados Unidos, deseando constituir una unión más perfecta, establecer la justicia, garantizar la estabilidad nacional, fundar la defensa común, promover el bienestar general y proteger las bendiciones de la libertad para cuantos la integran y la integrarán" — No hay una palabra aquí que no defienda un buen musulmán. 44
Mejor aún, el islam es declarado una fuerza de bien en Estados Unidos. Hay funcionarios que se contentan con difusos tributos. Djerejian llamaba al islam "una fuerza histórica de civilización entre las múltiples que han influenciado y enriquecido nuestra cultura". 45 De igual manera, su sucesor Pelletreau tildaba al islam de "gran movimiento civilizador". 46
Pero raramente los funcionarios entran en detalles. "Acogemos al islam en América", decía el Presidente Clinton, atribuyéndole tres virtudes: "Enriquece nuestro país con las enseñanzas de disciplina, compasión y compromiso familiar del islam". 47 En otra intervención, reiteraba dos de estas virtudes y cambiaba la tercera: "América se refuerza a través de los valores fundamentales del islam — compromiso familiar, compasión hacia los desfavorecidos y respeto al diferente". 48 Albright adjudicaba al islam una triada de virtudes totalmente distinta: "una confesión que distingue la consulta, adora la paz y considera uno de sus principios fundamentales la igualdad inherente entre los que la practican". 49 Hillary Clinton descubría otros motivos más de elogio al islam: sus "valores universales — amor a la familia y la comunidad, respeto mutuo, educación y el anhelo más profundo de todos — el de vivir en paz... valores que nos consolidan como nación y consolidan como nación a los Estados Unidos". 50
El Secretario de Defensa en funciones John J. Hamre repasaba la lista de virtudes y se centraba en una en concreto al dirigirse a una unidad militar en la rotura del ayuno del ramadán: "En una América a veces demasiado ocupada en preocuparse con el último grito en moda, el coche último modelo u otras cosas materiales, ayuda estar en compañía de los que piensan de una forma más general, de los que piensan en su relación con Dios, los que piensan en caridad o limosnas como una de las principales obligaciones en la vida. Es algo estupendo. Una gran compañía en la que estar". 51
IV. ¡Americanos: Apreciad el islam!
Pero hay un pero: la "calle americana" tiene opiniones menos entusiastas del islam que los portavoces oficiales, y la discrepancia es motivo de vergüenza para las autoridades. A veces lo pasan por alto simplemente. El Presidente Clinton intervenía de forma diversa diciendo que "Los estadounidenses respetan y estiman el islam" 52 o "los Estados Unidos albergan un gran respeto al islam", 53 alocuciones que su gabinete y él reiteraban a menudo casi al pie de la letra. En un infrecuente ejemplo de mayor concreción, William Milam, embajador norteamericano en Pakistán, expresaba su deseo de "zanjar el mito de que Estados Unidos es hostil al islam y los pueblos islámicos" 54 e informaba de que "la mayor parte del pueblo estadounidense" entiende que no hay relación entre terrorismo e islam. 55
Pero la confesión del pecador, a efectos de que los estadounidenses albergan prejuicios hacia el islam, recibe casi la misma atención. Albright habló del "decepcionante grado de ignorancia" del islam por parte de los estadounidenses. 56 Hillary Clinton escribía que "como sociedad, también nosotros alteramos la imagen del islam y de los fieles a sus enseñanzas". 57 El embajador Seiple habló acerca de que el islam moderno "se tergiversa enormemente". 58 Jeremy Gunn, de la Oficina de Libertad Religiosa Internacional, se mostró especialmente ingenuo: "La religión del islam viene siendo víctima de estereotipos desafortunados en Estados Unidos". 59
La imagen en confusa. ¿Se le tiene "respeto y estima" al islam, o la religión "se tergiversa enormemente"? La solución: culpar a los medios convencionales de bloquear la imagen positiva del islam administrada por los funcionarios. Una circular del Departamento de Estado lamenta "el retrato en ocasiones adulterado del islam que se hace en los medios convencionales occidentales", al tiempo que promete que "los Estados Unidos seguirán abordando" este problema. 60 Los "Estados Unidos" aquí, por supuesto, significa el gobierno estadounidense, fuente de verdad y de luz mientras los medios son el origen del problema. Ello es objeto de especial crítica. Hillary Clinton se mostraba preocupada porque "las crónicas relativas a musulmanes ponen a menudo el acento en extremistas como los responsables del atentado del World Trade Center entre otros actos de terrorismo". 61 Albright se mostraba gradualmente indignada a tenor de los estereotipos proyectados "sobre la cuarta parte de la población del globo". Aparecen "a diario en la prensa, en foros públicos y hasta entre los que se consideran conocedores de la cuestión y ecuánimes". 62 Se libra, en resumidas cuentas, una batalla por la opinión norteamericana, y el estamento funcionarial tiene el deber de ilustrar a un populacho trasnochado
Samuel R. Berger, ayudante de Clinton en Seguridad Nacional, se refería esto cuando explicaba la razón de que su jefe interviniera tan a menudo acerca de esta cuestión: porque "muchos estadounidenses pecan de ingenuos a tenor del islam". El presidente, decía, "hizo un esfuerzo consciente por disipar los viejos estereotipos del islam… como avispero del fanatismo y el terrorismo… para superar tales prejuicios y hacer causa común por las cosas del futuro que nos interesan a todos: paz, respeto y cooperación". 63
Los funcionarios estadounidenses son escrupulosos a la hora de distanciarse de la masa, esa gente de a pie que miran las noticias y vincula violencia e islam. Según Milam, "hay estadounidenses por desgracia mal informados… estadounidenses que temen al islam… que confunden terrorismo e islam. Le puedo decir, sin llevar a contradicción, que el gobierno estadounidense no comparte esta confusión". 64 Como revela ingenuamente una circular del Departamento de Estado: "Con independencia de la distorsión que se dé, el Presidente Clinton, nuestro cuerpo diplomático y los demás responsables de nuestras negociaciones oficiales con el mundo islámico albergan en general un conocimiento claro y un profundo respeto al islam". 65
Esta postura explica la razón de que el Departamento de Estado considere la educación de los estadounidenses en lo relativo al islam parte de su misión. "Debemos instar a los estadounidenses a aprender más del islam", escribía Albright. 66 Su gabinete impulsó varias propuestas relativas a cómo lograr esto. El embajador Seiple consideraba "importante asegurarnos de que el Departamento de Estado plantea un polo de enseñanza y diálogo e intercambio". 67 Gunn decía que el gobierno estadounidense "tiene que hacer lo posible por promover el entendimiento, el diálogo y la comunicación relativa a las cuestiones". 68 Una circular del Departamento de Estado atisba la solución "en la educación, los intercambios particulares y alentar la crónica sensata en los medios convencionales y el retrato preciso en el celuloide". 69
Afortunadamente, apunta el estamento, otra parte puede ayudar a educar a de los estadounidenses en el islam: Los musulmanes norteamericanos, cuya presencia, decía Bill Clinton, reviste la virtud de profundizar "el respeto de América a los musulmanes en el país y en todo el mundo". 70 Dirigiéndose a una audiencia de musulmanes, George W. Bush venía a decir lo mismo: "Al educar al otro en tus tradiciones religiosas, enriqueces las vidas de los demás presentes en tu comunidad local". 71 La circular del Departamento de Estado no es tan comedida: "A medida que la cifra de musulmanes estadounidenses siga creciendo, y a medida que la comunidad desarrolle su presencia política nacional — a través de cargos electos y la fundación de comités eficaces de acción política — empezaremos a ver sin duda retratos objetivos de los musulmanes de forma más consistente en nuestros medios convencionales". 72
Continuar la tradición
¿Cuál es el objetivo de estos funcionarios? ¿Por qué molestarse tanto en declarar el islam confesión totalmente ajena a los actos de violencia de algunos de sus fieles? ¿Por qué presentar el islam como ejemplo de los valores americanos?
Este ejercicio tiene un objetivo patentemente práctico: está diseñado para paliar la hostilidad musulmana hacia Estados Unidos. La cadena de deducciones sería ésta: (1) Muchos musulmanes anhelan el respeto occidental al islam y el reconocimiento de sus valores. (2) El gobierno estadounidense a su vez ansía la aceptación de los musulmanes. (3) Por tanto, Washington concede a los musulmanes el reconocimiento que buscan. (4) Los agradecidos musulmanes rebajarán su hostilidad a Estados Unidos. (5) Washington podrá afirmar de forma realista que esos mismos musulmanes salen en defensa de Estados Unidos frente a los musulmanes más radicales que seguirán siendo detractores. (Además, parte de esta retórica cumple propósitos nacionales, apaciguar a la población musulmana norteamericana).
En este contexto diplomático, el origen en 1992 de esta tradición funcionarial norteamericana de apoyo expreso al islam tiene sentido, dado que fue tras la guerra de Kuwáit cuando grupos radicales como el de Usama bin Ladin empezaron a prosperar por Oriente Próximo y por todo el mundo musulmán.
¿Funcionará? En perspectiva, ayuda examinar dos empresas previas según líneas similares. "Pueblo de Egipto", proclamaba Napoleón a su entrada en Alejandría en 1798, "Os dirán que vengo a destruir vuestra religión; ¡no os lo creáis! Responded que vengo a devolveros vuestros derechos, a castigar a los usurpadores, y que respeto a Dios, a su Profeta y al Corán más que los mamelucos". 73 Uno de sus Generales, Jacques Ménou, llegó a convertirse al islam.
La historia de Europa rebosa pronunciamientos así. Después de que Gran Bretaña se asegurara su control de la India, sus funcionarios hicieron reiteradas manifestaciones de respeto al islam, con el fin de paliar la hostilidad musulmana a su gobierno. Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes, aliados de los otomanos, se declararon una de las potencias europeas en sintonía con el islam. Un suceso particularmente barroco se remonta a 1937, cuando el dictador italiano Benito Mussolini dispuso que unos notables musulmanes procedentes de la Libia bajo control italiano le dotaran de "la espada del islam" durante una visita a Trípoli. "Los musulmanes pueden estar seguros", entonó Mussolini para la ocasión, "de que Italia siempre será amigo y protector del islam en todo el mundo". Su ministro de exteriores declaró totalmente compatibles con el fascismo los valores musulmanes: "El mundo islámico, siguiendo sus tradiciones, aprecia del Duce los conocimientos del hombre de estado unidos a las acciones del guerrero". 74
Las analogías no son reconocidamente idóneas, dado que ninguno de los jefes del mando se había convertido aún al islam; el Presidente Bush tampoco se dotó de ninguna espada. Pero sí visitó una mezquita, aceptó el Corán como regalo y convocó una diwán (asamblea) de representantes musulmanes en la Casa Blanca. Más profundamente, los objetivos estadounidenses son casi idénticos a los de Napoleón y Mussolini — granjearse el favor de una población básicamente hostil.
Conclusión
Los esfuerzos occidentales previos encaminados a granjearse el favor musulmán se quedaron cortos, dado que los líderes musulmanes de Egipto combatieron a Napoleón con todo lo que pudieron al tiempo que Mussolini no halló el apoyo musulmán generalizado que esperaba despertar. De manera que también la empresa norteamericana acabará sin duda en fracaso. Es casi inconcebible que los musulmanes moderados tengan influencia alguna sobre sus correligionarios más radicales.
Facetas prácticas aparte, los funcionarios estadounidenses harán bien en plantear si sus pronunciamientos a tenor del islam no chocan con los principios elementales de su gobierno. Estados Unidos tiene un mensaje al mundo, y ese mensaje no es el islam. El mensaje, que difícilmente hay que señalar, es el del individualismo, la libertad, el secularismo, el estado de derecho, la democracia y la propiedad privada.
Por último, los funcionarios federales pueden no darse cuenta de las implicaciones de sus críticas a los estadounidenses que desconfían del islam, y de la sonora adopción de las virtudes de esa confesión por su parte. En adelante, pues, se las detallaré: Al adoptar una postura decididamente apologista, se convierten en apéndices de las organizaciones islámicas del país. Al restar importancia a cualquier relación entre islam y terrorismo, denunciar distorsiones mediáticas y afirmar que América precisa del islam, han convertido al gobierno estadounidense en un discreto misionero de la confesión.
Sin que nadie repare en ello, los recursos del gobierno federal se despliegan para ayudar a los musulmanes a trasladar su mensaje y, en la práctica, su confesión. Si la "guerra contra el terror" pretende tener un impacto amplio, ha de ser el de liberar a la gente del yugo del islam politizado. No hay mejor lugar por donde empezar que dentro del país.
Daniel Pipes es director del Middle East Forum. Mimi Stillman es estudiante de Historia en la Universidad de Pensilvania.
1 16 de agosto de 1998.
2 "Albright ofrece cena tradicional de Iftar", Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA), 20 de diciembre de 2000.
3 Asistente del Secretario en funciones Ronald E. Neumann, "No hay conflicto inherente entre islam y Occidente", Universidad de Georgetown, 23 de septiembre de 1999.
4 Samuel P. Huntington, "¿El choque de civilizaciones?"
5 Intervención ante la quincuagésimo tercera sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 21 de septiembre de 1998.
6 Madeleine Albright, "Aprender más del islam", State Magazine, septiembre de 2000.
7 "Intervención ante el Consejo Irano-Americano, Washington, D.C.", 17 de marzo de 2000.
8 "Intervención ante el Consejo Musulmán Americano", 7 de mayo de 1999.
9 Neumann, "No hay conflicto inherente entre islam y Occidente".
10 Ponencia en la Universidad de Diplomacia y Economía Mundial, Tashkent, 8 de febrero de 2000.
11 Departamento de Estado, "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo", 7 de diciembre de 1999.
12 Bruce Riedel, "El Pentágono mira al islam", Middle East Quarterly, septiembre de 1996, páginas 87-89.
13 R. James Woolsey, "Desafíos a la paz en Oriente Próximo", discurso al Washington Institute for Near East Policy, 23 de septiembre de 1994, páginas 5 y 7.
14 "Los Estados Unidos, el islam y Oriente Medio en un mundo cambiante", discurso al colectivo Meridian House International, Washington, D.C., 2 de junio de 1992, citado por Fawaz Gerges en América y el islam político (Nueva York: Cambridge University Press, 1999), página 80.
15 Intervención en la conferencia del American Enterprise Institute, 3 de noviembre de 1993.
16 "Secretario en funciones Wolfowitz con Ministro de Exteriores alemán", Oficina de Relaciones Públicas, Departamento de Estado de los Estados Unidos, 19 de septiembre de 2001.
17 Intervención en una cena del Comité Nacional Demócrata, Oficina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos.
18 "Rueda de prensa del Presidente, Yakarta, 15 de noviembre de 1994, Oficina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos.
19 Departamento de Estado, "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo", 7 de diciembre de 1999.
20 Philip Wilcox, Jr., "El terrorismo sigue siendo un problema global", Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA) Electronic Journal, febrero de 1997.
21 "Discurso del Presidente Clinton al pleno del Parlamento de Jordania", 26 de octubre de 1994.
22 Discurso, 21 de agosto de 1998.
23 Anthony Lake, "De la contención a la ampliación".
24 Robert Pelletreau, "Política estadounidense hacia el norte de África; alocución al subcomité de África del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara", U.S. Department of State Dispatch, 28 de septiembre de 1994.
25 R. James Woolsey, testimonio ante el pleno del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, 12 de febrero de 1998.
26 "Intervención al pleno", Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara, 12 de julio de 2000.
27 Discurso, Tashkent, 8 de febrero de 2000.
28 Wilcox, "El terrorismo sigue siendo un problema global".
29 Entrevista en el programa de la PBS "NewsHour" al Secretario en funciones Wolfowitz, 14 de septiembre de 2001.
30 "Libertad y miedo en guerra", discurso al pleno del Congreso, 20 de septiembre de 2001.
31 "Intervención del presidente", Centro Islámico de Washington, D.C., 17 de septiembre de 2001.
32 Rueda de prensa de Ari Fleischer, 17 de septiembre de 2001.
33 Entrevista en el programa de la NBC "Dateline", 12 de septiembre de 2001.
34 "Declaraciones del Presidente en el posado con la cúpula de la Cámara y el Senado", Casa Blanca, 19 de septiembre de 2001.
35 Entrevista en "NewsHour con Jim Lehrer", 13 de septiembre de 2001.
36 Rueda de prensa de la jornada, 18 de septiembre de 2001.
37 "Secretario en funciones Wolfowitz con el Ministro alemán de Exteriores".
38 Citado por Simon Reeve en Los nuevos chacales: Ramzi Yousef, Osama bin Laden y el terrorismo del futuro (Boston: Northeastern University Press, 1999), página 242. El juez Duffy acusó a Yusuf de ser simplemente un musulmán que simula ser religioso; en realidad, el islam le interesaba "poco o nada". John Keenan, juez del caso de atentado "Millennium", también sostuvo esta clase de postura; ver Associated Press, 5 de julio de 2001.
39 Discurso, Tashkent, 8 de febrero de 2000.
40 En declaraciones en el Museo de Historia y Arte de Anchorage, 11 de noviembre de 1994, Oficina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos.
41 Rueda de prensa con el rey Hassán II de Marruecos, 15 de marzo de 1995, Oficina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos.
42 Discurso, Tashkent, 8 de febrero de 2000.
43 "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo", 7 de diciembre de 1999.
44 USIA, "Cena de Iftar para militares musulmanes en el Pentágono", 19 de enero de 1999.
45 "Los Estados Unidos, el islam y Oriente Medio en un mundo cambiante", discurso al colectivo Meridian House International, Washington, D.C., 2 de junio de 1992, citado por Fawaz Gerges en América y el islam político (Nueva York: Cambridge University Press, 1999), página 80.
46 Robert Pelletreau, "Simposio: el islam que resurge", The New York Times, 2 de octubre de 1995
47 USIA, "Mensaje de Ramadán del Presidente Clinton", 27 de noviembre de 2000.
48 USIA, 22 de diciembre de 2000.
49 Albright, "Aprender más del islam", State Magazine, septiembre de 2000.
50 Mofid Deak, "Primera Dama anfitriona de la Tercera Celebración Anual del Eid", USIA, 22 de enero de 1999.
51 Rueda de prensa del Departamento de Defensa, 22 de enero de 1998.
52 Intervención ante la quincuagésimo tercera sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 21 de septiembre de 1998.
53 Rueda de prensa con el rey Hassán II de Marruecos, 15 de marzo de 1995, Oficina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos.
54 "El islam y América: cambiar percepciones", American Studies Conference, Islamabad, 5 de noviembre de 1999, USIA
55 "Estados Unidos contra el terrorismo, no contra el islam", English Speaking Union of Lahore, 2 de diciembre de 1999.
56 "Albright anfitriona de la Cena de Iftar con líderes musulmanes estadounidenses", 21 de diciembre de 1999.
57 Hillary Clinton, "El islam en América", The Chicago Sun-Times, 25 de febrero de 1996.
58 USIA, 30 de junio de 1999
59 USIA, Worldnet "Intercambio global", 3 de marzo de 1999.
60 "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo", 7 de diciembre de 1999.
61 Clinton, "El islam en América", Chicago Sun-Times, 25 de febrero de 1996
62 "Albright anfitriona de la Cena de Iftar con líderes musulmanes estadounidenses".
63 "Intervención ante el Consejo Musulmán Americano", Washington, D.C., 7 de mayo de 1999.
64 "Estados Unidos contra el terrorismo, no contra el islam".
65 "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo".
66 Albright, "Aprender más del islam", State Magazine, septiembre de 2000.
67 USIA, 30 de junio de 1999
68 USIA, Worldnet "Intercambio global", 3 de marzo de 1999.
69 "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo" el 7 de diciembre de 1999.
70 27 de noviembre de 2000, Oficina de Prensa del Gobierno de los Estados Unidos.
71 "Mensaje de Eid al-Adha del Presidente Bush", 6 de marzo de 2001.
72 "Circular: Opiniones del gobierno estadounidense en materia de terrorismo", 7 de diciembre de 1999.
73 Proclama de Napoleón a los egipcios, 2 de julio de 1798, según J.C Hurewitz en Oriente Medio y el Norte de África en la política mundial, volumen 1: Expansión europea, 1535-1914 (New Haven: Yale University Press, 1975), página 116.
74 Martin Kramer, Islam agregado (New York: Columbia University Press, 1986), páginas 152-53.
24 de febrero de 2004: Como variante de lo de arriba, consulte "El gobierno estadounidense construye mezquitas y madrazas".
6 de octubre de 2006: Para consultar intervenciones posteriores según estas líneas, visite "El gobierno de los Estados Unidos, todavía patrón del islam".
8 de marzo de 2007: Para consultar el apoyo fiscal a los centros de orientación islámica en Estados Unidos, visite "Otras madrazas norteamericanas financiadas por el contribuyente".