La visita de Barack Obama a Israel en marzo de 2013 tuvo cierto aire de irrealidad. Al tiempo que apenas presionaba a Israel, ordenaba directamente a los palestinos no imponer precondiciones a la negociación y les aconsejaba "reconocer que Israel será un estado judío" Ello se intuía inconsistente con los precedentes, insinuando un precio a pagar después.
Bien, ese precio ha quedado en evidencia hoy, ocho meses más tarde, y tiene dos componentes. Parafraseo la postura norteamericana: "En primer lugar, cruzarse de brazos tranquilamente mientras llegamos a un acuerdo con Teherán que congela pero no desmantela su desarrollo nuclear. En segundo, detener la construcción residencial ilegítima en Cisjordania o la Autoridad Palestina, con la pasividad norteamericana, iniciará una tercera intifada".
Las respuestas israelíes a las dos exigencias han sido claras y crudas, a diferencia de lo que se recuerda. El Primer Ministro Binyamin Netanyahu criticaba con dureza el futuro acuerdo de Irán como "un error monumental" y tras reunirse con el Secretario de Estado John Kerry advertía:
Le recordé que él dijo que no tener acuerdo es mejor que alcanzar un mal acuerdo. Y el acuerdo que se discute en Ginebra ahora mismo es un mal acuerdo. Es un acuerdo muy malo. Irán no es obligado a desmantelar ni una sola centrifugadora. Pero la comunidad internacional relaja las sanciones a Irán por primera vez en muchos años. Irán obtiene todo lo que quiere en este momento y no renuncia a nada. Y esto cuando Irán es objeto de fuertes presiones. Insto al Secretario Kerry a no apresurarse a firmar, a esperar, a pensarlo mejor, obtener un buen acuerdo. Pero éste es un acuerdo malo, un acuerdo muy, muy malo. Es el acuerdo del siglo para Irán; es muy peligroso y un mal acuerdo para la paz y la comunidad internacional.
El Ministro de Economía y Comercio Naftalí Bennett se mostraba todavía más directo, llegando a plantear la perspectiva de una bomba atómica iraní destruyendo Nueva York:
Estas jornadas críticas de noviembre serán recordadas en los próximos años. El Mundo Libre se asoma a una bifurcación en el camino con una elección clara: o se mantiene firme e insiste en que Irán desmantele su programa de armas nucleares, o se rinde, cede y permite a Irán conservar sus 18.500 centrifugadoras. Dentro de unos años, cuando un terrorista islámico detone un maletín en Nueva York, o cuando Irán lance un proyectil nuclear contra Roma o Tel Aviv, sucederá solamente porque se alcanzó un Mal Acuerdo en estos momentos críticos.
Como en un combate pugilístico, el régimen de Irán está actualmente contra la lona. El tanto está a sólo 10 segundos. Ahora es momento de incrementar la presión y obligar a Irán a desmantelar su programa nuclear. No de tirar la toalla. Sería nocivo levantar las sanciones y aceptar un acuerdo que permite a Irán conservar su cadena de producción de uranio entera. Sería peligroso porque Irán, en cuestión de un año, dos o tres, pondrá todo patas arriba simplemente y se hará con un arma nuclear antes de que el mundo pueda hacer algo para impedirlo. No basta con apagar las centrifugadoras. Han de ser desmanteladas totalmente. Instamos a Occidente a evitar firmar un Mal Acuerdo.
La responsabilidad de Israel es garantizar la seguridad de su ciudadanía y eso es exactamente lo que haremos. Nunca externalizaremos nuestra seguridad.
A tenor de la cuestión palestina, el Ministro de Defensa Moshe Ya'alón tomó la iniciativa:
No hay necesidad de temer a la amenaza de que haya o no una tercera intifada. Venimos estando inmersos en un conflicto abierto y presente [con los palestinos], que en lo que a los palestinos concierne no acaba en las fronteras de 1967. Está Sheij Munis, [su nombre para] Tel Aviv, Majdal, [su nombre para] Ashkelón. Nos marchamos de la Franja de Gaza, y ellos siguen atacándonos. Educan a sus jóvenes para creer que Haifa y Acre son puertos palestinos entre otras cosas. No hay aquí ningún indicio de compromiso… Habremos de ser inteligentes, y no temer a la amenaza de que haya una tercera intifada.
Escribí antes de las últimas presidenciales que "empezarán realmente los problemas de Israel" si Obama logra la segunda legislatura. A la segunda investidura de Obama, predije que "liberado de las trabas de la reelección, podrá por fin manifestar sus opiniones antisionistas tempranas tras una década de posicionamientos políticos para consumo público. Atención al tono acusadamente diferente de la segunda administración Obama hacia el tercer gobierno Netanyahu".
En ese momento estamos hoy.