El pasado viernes, un islamista (o musulmán fundamentalista) argelino de 33 años llamado Ahmed Ressam logró la distinción posiblemente única de ser condenado el mismo día en dos salas diferentes de dos países por el mismo crimen esencialmente.
A primera hora del día, un juzgado de París juzgó in absentia a Ressam por pertenencia a una red islamista terrorista y le condenó a cinco años de prisión. Horas después, un juzgado de Los Ángeles le condenaba por un acto de terror por el que podría ser sentenciado a 130 años de prisión.
Ressam no es ni por asomo el único islamista con problemas con la ley. Algunos casos prominentes más, en todos los cuales hubo avances importantes la semana pasada, son los siguientes:
- El gobierno de Yemen anunciaba el arresto de tres islamistas en Aden, en conexión con el atentado del pasado octubre contra el destructor USS Cole, que dejó 17 marineros norteamericanos muertos y 39 heridos. Estos arrestos elevaron a un total de 15 los acusados de ese crimen.
- El fiscal militar jordano identificó a dos islamistas sospechosos de un intento fallido de atentar contra instalaciones israelíes y norteamericanas; otras 22 personas ya habían sido condenadas por este intento, seis de ellas a muerte.
- Un tribunal turco condenó a muerte a un islamista bajo cargos de "intentar cambiar el orden constitucional mediante el uso de las armas" - es decir, derrocar al gobierno.
- La policía italiana arrestó a cinco islamistas procedentes del norte de África, todos sospechosos de tener vínculos con Osama bin Laden, y anunció que así daba por desarticulado el "centro nervioso" de un grupo terrorista islamista con intención de perpetrar operaciones por toda Europa.
- Un islamista de origen argelino fue detenido por la policía de Berlín tras realizar registros por toda Alemania que llevaron al descubrimiento de armas de fuego y material explosivo.
- En Nueva York, el fiscal concluyó la presentación de las pruebas en el caso contra los cuatro presuntos autores materiales de los atentados contra las embajadas de Kenia y Tanzania en 1998.
LAS NOTICIAS la semana pasada también informaban acerca del terrorismo actual. En Argelia, en un sólo día, los rebeldes islamistas mataban a 12 personas, incluyendo seis soldados del gobierno y cinco guías (siendo degollados los segundos). Al día siguiente, los islamistas abrieron fuego contra un convoy militar y fallecieron más de 30 de ellos.
En Cachemira, la policía hindú anunció siete muertos en un día y 10 más dos días después - sólo una semana normal en esta insurgencia islamista.
En Bangladesh, el partido islamista local asesinó a dos hombres de otra formación durante un tiroteo.
Al sur de las Filipinas, el grupo terrorista Abú Sayyaf amenazó con liquidar a un rehén norteamericano (y enviar su cabeza al presidente filipino) pero alargó el plazo límite con la esperanza de que la madre norteamericana del rehén presionase al gobierno para que suspendiera los ataques militares contra Abú Sayyaf. El plan fracasó; en su lugar, tropas del gobierno mataron a tres islamistas en su "guerra total" declarada contra los rebeldes.
Fundamentalistas islámicos también recurrieron a la violencia la semana pasada en Nigeria, Sudán, Afganistán, e Indonesia.
El terrorismo islamista tiene alcance mundial. Once de los 29 grupos designados por el Departamento de Estado de Estados Unidos como "organizaciones terroristas extranjeras" son islamistas. De forma similar, 14 de los 21 grupos ilegalizados por el British Home Office por vínculos con actividades terroristas en el extranjero son islamistas.
Es más, lo que una vez fue la herramienta de estados sin escrúpulos, hoy es un fenómeno profundamente enraizado, que recauda la mayor parte de su financiación de musulmanes ordinarios. Stefano Dambruoso, un magistrado italiano que descubrió redes islamistas en su país, señala que "Puede parecer extraño, pero aparte de los beneficios de actividades ilegales como el tráfico de drogas, una de las principales fuentes de ingresos de los grupos son las contribuciones".
Esto significa, según Dambruoso, que "el terrorismo islámico en Europa es un fenómeno profundamente enraizado que se regenera de manera continua". Este patrocinio de largo alcance supone mucho para el alcance de la violencia islamista.
Existe un peligro real de que los islamistas adquieran armas de destrucción masiva, con resultados incalculablemente peligrosos. De hecho, Osama bin Laden puede ya poseer uranio enriquecido, un componente vital para detonar bombas nucleares.
IRÓNICAMENTE, los gobiernos musulmanes van bastante por delante de sus homólogos no musulmanes a la hora de entender la profunda amenaza de las acciones radicales en nombre del islam. Los líderes de Túnez, Turquía, y de todas partes han tomado medidas serias para combatir este totalitarismo de nuestros días.
Ha llegado el momento de que los occidentales entendamos también que el islamismo representa una amenaza completamente global, y de que dediquemos la energía y los recursos materiales precisos para combatirlo.