Antes incluso de hacerse realidad el Estado de Israel, los líderes árabes acusaban a los sionistas de aspirar a crear un estado que abarcaría la mayor parte de Oriente Próximo. Esta noción de un Gran Israel, muy diferente de la comprendida por los sionistas, se volvió con el tiempo tan cotidiana y aceptada que hoy hace las veces de opinión generalizada entre los países de lengua árabe e Irán. Por fantástica que sea, el miedo reviste importancia real, garantizando prácticamente los malentendidos y las posturas venenosas hacia Israel y dificultando más la resolución del conflicto árabe-israelí. Aunque se trate de un tema difícil de tratar y lejano para los estadounidenses, merece la atención del gobierno estadounidense al formar parte éste de una iniciativa genérica para impulsar las negociaciones de paz árabe israelíes.
Las pruebas: una moneda, una bandera y un mapa
La moneda israelí de 10 agorot con el presunto mapa del Gran Israel contorneado. |
El 25 de mayo de 1990, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas abandonó su sede permanente de Nueva York y desplazó su plantilla y representantes nada menos que hasta Ginebra, Suiza, sólo para que Yasir Arafat, a quien se le había prohibido la entrada en Estados Unidos, pudiera dirigirse al Consejo. ¿Y qué tenía que decir Arafat con motivo de esta extraordinaria ocasión?
Una de las materias que eligió destacar delante de esta augusta entidad eran sus pruebas de que el gobierno israelí pretendía expandirse más allá de sus actuales fronteras. "Permítanme mostrarles este documento", dijo a los diplomáticos reunidos. "Este documento es un 'mapa del Gran Israel' acuñado en esta divisa israelí, la moneda de 10 agorot". A partir de un mapa, Arafat distinguía en detalle las fronteras de Israel supuestamente representadas en la moneda: "todo Palestina, todo el Líbano, todo Jordania, la mitad de Siria, dos tercios de Irak, la tercera parte de Arabia Saudí hasta la sagrada Medina y la mitad del Sinaí".[1]
No era en absoluto la primera vez que Arafat exhibía tal mapa. De hecho, durante 1990 convirtió en costumbre llevar en el bolsillo de la casaca de su uniforme monedas de 10 agorot. Dependiendo de la ocasión se ponía a repartirlas. "Mire usted, mire usted", exclamaba, sacando alguna moneda,
Esta es la de 10 agorot. Es una moneda israelí nueva. ¿Y qué muestra? El candelabro judío de siete brazos delante de un mapa increíble: un contorno muestra la región que va del Mediterráneo a Mesopotamia, desde el Mar Rojo al Éufrates. Es una demostración palpable de las aspiraciones sionistas.[2]
Unas veces, Arafat afirmaba que estas fronteras mostraban el mapa de Israel tras la inmigración de 3,5 millones de judíos más.
De no tratarse de alguien predispuesto a encontrar pistas de expansionismos sionistas, la moneda de 10 agorot guarda el más lejano de los parecidos con un mapa de Oriente Próximo. Se acuñó escrupulosamente parecida a la moneda puesta en circulación en el 37 a.C. por Matías Antigonus II, último monarca Asmoneo, durante el asedio romano a Jerusalén. Según el catedrático Ya'acov Meshorer, responsable del departamento de antigüedades del Museo de Israel, el artista Nathan Karp utilizó solamente el contorno genérico de la antigua moneda en su diseño de la divisa de 10 agorot. "Karp estaba perplejo", decía Meshorer, "porque alguien pudiera ver allí las costas de la Tierra de Israel".[3]
Arafat rechazó estas explicaciones. Como prueba adicional de sus afirmaciones, falsificó un segundo documento, un mapa sacado de un artículo académico titulado "Perspectivas en desarrollo a partir del terreno de Israel: valoración superficial".
Arafat se apoyó en un artículo pseudo-académico rebosante de jerga de la publicación "GeoJournal". |
A pesar de su titular repleto de jerga, este artículo del doctor de la Universidad británica de Sheffield Gwyn Rowley[4] contenía un diagrama de extraordinaria utilidad para el argumento de Arafat: un mapa de Oriente Próximo con un contorno superpuesto que se extendía de la península del Sinaí a la frontera irano-iraquí. Según la leyenda del mapa, proporcionaría "la dimensión superficial de Israel según la actual moneda israelí de 10 agorot (1989)". Arafat apoyaba sus argumentos en el trabajo del Dr. Rowley.
El mapa de Gwyn Rowley basado en la moneda israelí moderna. |
En otra explicación, todavía más imaginativa, Arafat distinguía un simbolismo esotérico de intencionalidad expansionista en la bandera israelí: sus dos líneas azules horizontales representaban los ríos Nilo y Éufrates, dijo a un periodista de Playboy, "y entre medias está Israel".[5] (En la práctica, las dos franjas azules salen del motivo del talit tradicional de oración judío).
La bandera israelí. |
La acusación del Gran Israel también afirma que el parlamento israelí, la Knesset, albergaría una inscripción o mapa que reivindica el derecho de Israel a gobernar del Nilo al Éufrates. Líderes como el presidente sirio Hafiz al-Asad o su ministro de defensa Mustafá Talas, así como el presidente iraní, han afirmado que "La Tierra de Israel del Éufrates al Nilo" está cincelada sobre el acceso a la Knesset.[6] Que nadie lo haya encontrado todavía no ataja los rumores; al testigo que recorre el edificio del parlamento sin ver el mapa, se le responde que habrá sido retirado con vistas a su visita.
Como siempre, Arafat demostró una creatividad especial. Dirigiéndose al Comité Jerusalén de la Liga Árabe, destacaba que la inscripción de la Knesset llevaba treinta años desaparecida pero que en 1990 volvió a aparecer:
El año pasado [1989] estamparon encima la menora israelí, directamente debajo de la cual aparece el mapa del Gran Israel. Esto ha llamado nuestra atención, sobre todo desde el discurso de que el Gran Israel había comenzado con la creación de Israel, cuando pusieron a la entrada de la Knesset una inscripción que rezaba: "Esta es tu patria Israel, del Nilo al Éufrates". Este motivo siguió diez años presente. Se les aconsejó que lo retiraran, pero ahora lo han devuelto. Han vuelto a ello tras el acuerdo de los dos gigantes de Malta [referencia al encuentro Bush-Gorbachev de diciembre de 1989].[7]
Días más tarde, Arafat cambiaba a una conclusión alternativa: "Se les aconsejó retirar esta placa, [cosa que hicieron], pero han grabado este mapa sobre su moneda bajo la menora". [8] En otra ocasión añadía que el Comité Americano Israelí de Relaciones Públicas "ha publicado mapas de esta cuestión", [9] aunque de nuevo nadie los ha visto.
La idea
¿De dónde sale esta ambiciosa noción del Gran Israel, y qué validez tiene, de tener alguna? Tiene cinco fuentes principales. Primera, y más importante de lejos, la Biblia judía contiene dos pasajes que señalan el dominio israelí de Oriente Próximo. Al describir el pacto de Dios con Abraham, el Génesis 15:18 reza: "A tus descendientes entregaré esta tierra del Río de Egipto al Gran Río, el río Éufrates". Todavía más proféticamente, Moisés anuncia a los judíos en el Deuteronomio 11:24 que "Todo sitio en que pongáis las plantas de vuestros pies será vuestro. Nuestras fronteras se extenderán desde el páramo al Líbano y desde el Río, el río Éufrates, al mar occidental".
Segunda, algunos occidentales daban por descontado que el Israel moderno recuperaría las antiguas fronteras del país; el embajador británico en Estambul, por ejemplo, predecía ya en 1910 que "Los dominios de Egipto, el país de los faraones, que obligó a los judíos a levantar las Pirámides, forman parte de la futura herencia de Israel". [10]
Tercera, los primeros líderes sionistas aludían a una intención israelí de controlar grandes territorios. Alrededor del 1900, Theodor Herzl e Isidore Bodenheimer aludían de forma rutinaria al asentamiento judío en "Palestina y Siria", al igual que organizaciones como el Congreso Sionista o el Fondo Nacional Judío. En 1898, Herzl planeó solicitar al sultán otomano un territorio desde la frontera egipcia al Éufrates.[11] Cuatro años más tarde hablaba de asentar a los judíos en Mesopotamia.
Cuarta, figuras sionistas de referencia son citadas realizando ambiciosas reivindicaciones. Vladimir Jabotinsky, fundador del Sionismo Revisionista, era citado en 1935 afirmando "Queremos un imperio judío". [12] La visita de Moshe Dayán a los altos del Golán poco después de su captura por efectivos israelíes en 1967 se ha convertido en motivo de leyenda. Según Hafiz al-Asad, Dayán anunció que "la última generación fundó Israel dentro de sus fronteras de 1948; nosotros hemos fundado Israel dentro de las fronteras de 1967; y vosotros habéis de fundar un Gran Israel del Nilo al Éufrates". [13] Un escritor iraquí recuerda una intervención algo distinta: "Hemos tomado Jerusalén... y ahora vamos hacia Yazrib [Medina] y Babilonia" [14]— otras dos ciudades de población judía antigua. Con independencia de los detalles, los árabes convienen en que Dayán desató una nueva ronda de fervor expansionista israelí. El Primer Ministro Menachem Begin era citado más tarde, presuntamente, hablando a efectos de que la Biblia predice que el país israelí incluirá con el tiempo partes de Irak, Siria, Turquía, Arabia Saudí, Egipto, Sudán, el Líbano, Jordania y Kuwáit. [15]
¿Hasta qué punto son válidos estos argumentos, y hasta qué punto son precisas estas citas? Las fuentes segunda y tercera — las intervenciones de cristianos europeos y los primeros sionistas — sólo revisten una importancia limitada, claramente. Unas predicciones externas a duras penas pueden servir de fuentes de peso del movimiento sionista. Las reflexiones territoriales anteriores a la Declaración de Balfour de 1918 fueron pronunciadas cuando el movimiento sionista tenía todavía forma embrionaria; en cualquier caso, Herzl no solicitó realmente a nadie ni al monarca otomano la región del Nilo al Éufrates. En cuanto a los belicosos pronunciamientos atribuidos a Jabotinsky, Begin y Dayán; todos son indirectos y algo dudosos en el mejor de los casos. Con toda probabilidad, sus detractores los inventaron. La primera cita es de Robert Gessner, un escritor hostil; la segunda viene de líderes enemigos de patente falta de solvencia; y la tercera de una fuente amiga (el tele-evangelista estadounidense Jerry Falwell), pero la reivindicación de Sudán y Kuwáit causa perplejidad.
Los pasajes de la Biblia son cuestión más compleja. Hay que tener en cuenta tres consideraciones a la hora de entender lo que se quiere decir:
En primer lugar, "el Río de Egipto" no se refiere al Nilo casi seguro, sino a Wadi al-Arish, en la costa norte de la Península del Sinaí. La total ausencia de paralelismos entre las dos formulaciones, "el Gran Río, el río Éufrates" y "el Río de Egipto" parece corroborar esta interpretación. En cualquier caso, los principales comentarios judíos a tenor de este texto, sobre todo los de Rashi, identifican el Río de Egipto con Wadi Al-Arish. Estos comentarios, hay que reseñar, han acompañado al propio texto bíblico durante siglos en los ejemplares publicados de la Biblia, y por tanto han predispuesto a los sionistas a interpretar "el Río de Egipto" según estas líneas.
En segundo lugar, las normas de la exégesis bíblica sostienen que las leyes concretas tienen siempre preferencia sobre las genéricas. En consecuencia, la detallada y geográficamente más limitada demarcación de Eretz Yisrael (la Tierra de Israel) en el Libro de los Números 34:1-12 ("Volverá entonces desde el sur hasta el paso de Akrabbim y discurrirá junto a Zim, y su frontera sur será Kadesh-barnea... ") y Ezekiel 47:13-20 sustituyen a las demarcaciones más vagas del Génesis y el Deuteronomio. Por esta razón, la tradición judía lleva tiempo considerando inválido el pronunciamiento del Génesis.
En tercer lugar, según el relato bíblico, los "descendientes" de Abraham no incluyen solamente a los judíos por la rama de Isaac, sino también a sus "primos" los árabes de la rama de Ishmael — en cuyo caso el pacto se habría hecho realidad generosamente hacía tiempo.
A la hora de valorar pues la importancia contemporánea de los mandamientos bíblicos, hay que tener presentes un buen número de ideas:
— Gran Israel es una traducción inexacta de Eretz Yisrael Hashlemaj, "Territorio Integral de Israel" en hebreo. El término insinúa en inglés una ampliación geográfica que el original no contiene.
— Los primeros sionistas consideraron un amplio abanico de territorios de cara a la colonización judía, incluyendo Chipre, el Sinaí, Mesopotamia, África Oriental y Argentina. Además, el régimen soviético convirtió el Birobidzjan, una zona distante de Siberia, en su versión de una patria judía. Estos territorios debían interpretarse como alternativas a Palestina, no como ampliaciones.
— Durante décadas, el debate sionista se centró en el énfasis del control judío sobre la totalidad de Eretz Yisrael. Los sionistas Laboristas consideraban esto menos importante que otros objetivos (como crear un estado judío soberano) pero los sionistas Revisionistas lo convirtieron en su principal prioridad. Hay que destacar que los Revisionistas perdieron frente a los rivales Laboristas en casi todos los casos.
— El gobierno israelí no ha adoptado la Biblia como documento legislativo. Los saudíes llaman al Corán — o Korán — constitución y prácticamente todos los demás países árabes deben parte de sus legislaciones al Corán. Todos los musulmanes fundamentalistas convienen en que "El islam es la solución". Así que es razonable imaginar, como hace el Vicepresidente sirio Abd al-Halim Jaddam, que "La ideología sionista se fundamenta en la Torá de los judíos". [16]Razonable puede serlo, pero ciertamente preciso no; Israel fue fundado por seculares inspirados por objetivos nacionalistas y socialistas, no religiosos. Y en serio, ¿no es impreciso hasta el absurdo suponer que unos pasajes que se remontan tres mil años atrás van a guiar las acciones de una entidad política democrática moderna?
— Si bien los sionistas Revisionistas sí reivindicaron Jordania y parte del Líbano y Siria como Eretz Yisrael durante el periodo del Mandato, ningún sionista ha llegado nunca a reivindicar o a aspirar a controlar Egipto, Sudán o Irak, y mucho menos la Meca o el Golfo Pérsico.
— La noción de Eretz Yisrael se contrajo posteriormente, hasta el extremo de que hoy incluye solamente el territorio del Mandato de Palestina. Como prueba, observe que los Revisionistas de las últimas décadas consideraron el Sinaí, la Franja de Gaza, los altos del Golán y el sur del Líbano en términos exclusivamente estratégicos, no históricos. Esto confirma que hoy consideran estas zonas ajenas a Eretz Yisrael.
— Ninguna formación política israelí hoy (ni siquiera el Kach de Meir Kahane) aspira al gobierno israelí sobre todo Eretz Yisrael; los Revisionistas reclaman más bien solamente que Israel hoy no renuncie a ninguna zona de Eretz Yisrael bajo su control ya.
— Las dificultades con los casi dos millones de musulmanes afincados en Cisjordania y Gaza ponen punto y final con solvencia a la espúrea noción de que cuatro millones de judíos gobiernan a una población musulmana veinticinco veces mayor. ¿Cómo van a defender una intifada en El Cairo las Fuerzas de Defensa de Israel?
— Los israelíes sí tuvieron oportunidad de elegir sus fronteras ideales en junio de 1967, y se quedaron lejos del Nilo y el Éufrates. De haber tenido planes de expandirse a esos ríos, en aquel momento habrían podido hacerlo con práctica impunidad.
— Los israelíes se hicieron con parte o la totalidad de la península del Sinaí en tres ocasiones (durante las guerras de 1948-49, 1956 y 1967) y en tres ocasiones devolvieron a Egipto los territorios capturados. ¿Cómo puede encajarse este hecho con los supuestos planes de aspiración a gobernar del Nilo al Éufrates?
Ocho estados
Una viñeta del periódico saudí "Arab News" retrata a Yitzak Shamir como un pulpo que domina Oriente Próximo. |
La idea de un Gran Israel del Nilo al Éufrates hay que desecharla entera por ser una fantasía sin fundamento.[17] Pero fantasía o no, induce a los políticos de países musulmanes importantes de Oriente Próximo (con la importante excepción de Turquía) a manifestarse de forma voluble a tenor de la cuestión del Gran Israel. He aquí algunos pronunciamientos, extravagantes y típicos en la misma medida:
El monarca saudí Abd al-'Aziz ibn Sa'ud (que gobernó entre 1902 y 1953) parece haber sido el primer político importante en creer firmemente en el Gran Israel. Daba por descontada una invasión sionista de su reino, y en octubre de 1937 confesaba a un diplomático británico jubilado: "los judíos contemplan su objetivo final la captura no sólo de todo Palestina sino del territorio al sur hasta Medina. Al este también esperan el día de llegar al Golfo Pérsico". ¿Por qué hasta Medina, segunda ciudad más sagrada del islam? El monarca saudí recordaba la presencia judía en ese municipio durante la vida del profeta Mahoma; y suponía que querrían volver a lo que él llamaba "su antiguo fortín". [18]
El egipcio Gamal Abdel Nasser eligió más tarde esta temática y la difundió por Oriente Próximo. Afirmaba incansablemente que los israelíes aspiraban a un Gran Israel que incluiría el centro de Oriente Próximo y convertiría así a los árabes en "una horda de refugiados". [19] Los israelíes nunca renunciarían a estas aspiraciones: "Aun no esperando hacer realidad hoy ni mañana sus discursos de un país israelí o un Reino de Israel del Nilo al Éufrates, perseverarán en este objetivo hasta que encuentren la oportunidad [de lograrlo]". [20] Puntualmente convenía con el monarca saudí y afirmaba que "los judíos pretenden conquistar la Meca y Medina", [21] o que tenían planes de aniquilar a todos los árabes. El ayudante de Abdel Nasser, Hasán Sabri al-Juli, iba más allá y retrataba el Gran Israel como forma de implantar "las aspiraciones sionistas de dominio mundial". [22]
Mucho después de la muerte de Abdel Nasser y durante los años de paz de Egipto con Israel, sus acólitos siguieron advirtiendo del Gran Israel. El General Saad El-Shazly afirmaba abiertamente que Ariel Sharón "aspira a conquistar una zona todavía mayor que los sueños bíblicos de un país del Nilo al Éufrates" y consideraba la fuerza aérea como el medio israelí de lograr este ambicioso objetivo. [23] Un editorial del Al-Ajbar sostenía en 1990 que la inmigración de los judíos soviéticos a Israel conduciría a la expulsión de los palestinos de los territorios en disputa de Cisjordania y la Franja de Gaza — "importante paso hacia la realización del viejo sueño del Gran Israel, del Nilo al Éufrates". [24]
Los libios, siempre faltos de agua, daban un matiz distinto a la cuestión, transformando el mandamiento bíblico en un sueño hídrico de "dominación de las fuentes de la región, del Éufrates al Nilo". [25] Los judíos codician el Nilo y el Éufrates, afirmaba Muamar Gadafi, "para controlar las aguas árabes", y están preparados para asentar a millones de judíos en los países árabes.[26] Para controlar las fuentes de estas aguas, harían falta israelíes desde Turquía hasta África Central.[27] Enajenado así, Gadafi concibió el mayor de todos los Grandes Israeles:
Los israelíes han dicho que su patria se extiende de océano a océano, del Océano Índico al estrecho de Bab al-Mandib, Ormuz, el Mar Rojo... hasta el Atlántico junto al Estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo.[28]
¡Gadafi imaginaba un Israel con sede en El Cairo que se extendería de Pakistán a España y de Turquía a Yemen! En sus episodios más paranoicos, presentaba el Gran Israel como una conspiración americano-sionista conjunta "para ocupar el mundo árabe y el mundo islámico", con especial énfasis en el control de la Meca y Medina.[29] En otras palabras, el Gran Israel sería el instrumento para eliminar el islam.
De 1985 en adelante, el sirio Hafiz al-Asad sacaba a colación la cuestión del Gran Israel con frecuencia, presentándolo como un peligro inminente que él atajaba por la vía rápida y llamaba a los árabes a movilizarse "para impedir la creación del Gran Israel". [30] En esta línea, el Ministro sirio de Defensa Mustafá Talas dijo ante una audiencia castrense que "De no haber sido por Hafiz al-Asad, el Gran Israel se habría creado del Nilo al Éufrates". Por si no bastaba, afirmaba que las fuerzas de Asad "impidieron a Israel ocupar los yacimientos de petróleo". [31] Asad llegó a retratar la realización del Gran Israel como deber religioso judío y acusaba a los israelíes de "hablar discretamente para engañar a la opinión pública mundial". [32] Los sirios también incorporaron a su actividad diplomática el Gran Israel. En enero de 1992, durante las negociaciones de paz, la delegación siria mostró un mapa del Gran Israel y afirmaba que representaba los objetivos territoriales del estado judío. No hace falta decir que la delegación israelí refutaría rápidamente esta absurda afirmación.
Desde la revolución islámica de 1979, la propaganda iraní ha puesto firme énfasis en la amenaza del Gran Israel, en relación a menudo con las acusaciones de planes judíos de controlar el mundo. Una edición de 1985 de Los protocolos de los sabios de Sión en Teherán incluía el mapa "El Sueño del Sionismo", que pretendería mostrar las fronteras ideales del Gran Israel.
Portada de la edición iraní de 1985 de "Los protocolos de los sabios de Sión". |
Se mostraba dentro de este Israel la totalidad del despoblado Egipto, Arabia Saudí hasta Medina, toda Siria, Irak y Kuwáit, la región productora de Irán y una buena franja de Turquía. Para rematar las cosas, la frontera se traza con forma de serpiente; y las escamas son presentadas por ojos Libremasones dibujados repetidamente a lo largo de la espalda de la serpiente.
La interpretación iraní del Gran Israel. |
Los medios iraníes desprecian a Israel refiriéndose a él como "la tribu" que "considera que sus fronteras geográficas" se extienden del Nilo al Éufrates. [33] Una crónica periodística de 1990 advierte que a causa del Gran Israel, "seis países árabes alrededor de Palestina serán destruidos, o sus poblaciones reducidas a refugiados". [34] Rafsanjani reseñaba la inmigración de "millones de judíos del mundo entero" (la URSS principalmente, pero también Argentina y otros países) e interpretaba esto en términos de un Gran Israel "del Río Éufrates al Río Nilo". Se incluiría dentro de esta vasta zona, especulaba, el norte de Arabia Saudí y una gran porción de las costas del Mar Rojo. Los sionistas esperaban asentar entre 10 y 12 millones de personas, judíos entre otros, para convertir a Israel "en un país poderoso e invencible". Rafsanjani situó el último gran paso hacia este objetivo en 1967, al tiempo que incorporaba la zona fronteriza libanesa a control israelí como toque final. [35]
Los países árabes entre otros, no siempre funcionarios del gobierno, plasmaban puntualmente estas intervenciones. A unas semanas de la invasión iraquí, un periódico kuwaití acusaba al movimiento sionista de planear llegar al Río Nilo, en lo que tachaba de "la frontera sur de la Torá israelí". [36] Esta cuestión, comprensiblemente, no ha vuelto a aparecer en los medios kuwaitíes.
En Jordania, Sultán al-Hattab, editor del periódico Sawt ash-Sha'b, escribía que "el Gran Israel significa Jordania, Siria e Irak como objetivos inmediatos y la patria árabe entera como Lebensraum israelí". [37]Se dice que los israelíes consideran el Líbano territorio independiente que pretenden anexionar hasta Wadi at-Tim, el norte de Sidón.[38] Hasta el gobierno prácticamente inexistente del Líbano se sentía puntualmente obligado a agitar las aguas de vez en cuando. El Presidente Ilyas al-Hirawi afirmó a principios de 1990 que hay una conspiración de judíos soviéticos que emigran a Israel con el fin de asentarse en el Líbano, donde impulsarían las aspiraciones del Gran Israel. Mohammed Fadlalaj, líder espiritual de Hezbolá, temía la misma perspectiva.
Conclusiones
Un artículo de la revista egipcia de turismo afirma que los israelíes que visitan Egipto "hablan todo el tiempo de… Israel del Nilo al Éufrates". [39] En la práctica, lo opuesto se acerca a la verdad: el miedo al Gran Israel es divisa frecuente en la calle árabe. Cuando decenas de miles de palestinos participaron en una "marcha de retorno" (un itinerario hasta la frontera de Jordania con Israel) en mayo de 1990, entonaron inevitablemente lemas contra el Gran Israel. Tan generalizado es el revuelo del Gran Israel, que ni siquiera hace falta pronunciarlo. Cuando un jordano pretendió imputar a Jerusalén un delito de sedición en la Universidad Yarmuk en diciembre de 1989, simplemente acusó a los conspiradores "que hacen planes día y noche para arruinar a este país y ampliar su país del Nilo al Éufrates".[40] Todo el mundo supo exactamente lo que tenía en mente.
Estos miedos también contagian al estamento académico. Mujsín D. Yusuf, historiador del Universidad Birzeit, remata un artículo de 1991 insinuando que Jerusalén tiene ambiciones territoriales de cara a un Gran Israel que se extendería de Sudán a Kuwáit.[41]
La idea ha llegado a contagiarse fuera de Oriente Próximo. Patrick Seale, periodista británico de considerable reputación, ha afirmado abiertamente que "ciertos israelíes nacionalistas (en especial los afiliados al Partido Herut) sueñan con que el estado judío se amplíe "del Nilo al Éufrates". [42] El Ministro de Exteriores francés Claude Cheysson llamaba en 1983 "nuestra pesadilla" al reparto del Líbano entre la Gran Siria y el Gran Israel".[43]
Por otra parte, los palestinos afincados en Israel muestran cautela, en público por lo menos, en torno al apoyo a la noción del Gran Israel. Abd al-Wajab ad-Darwasha, destacado político árabe-israelí, evitaba la pregunta de un periodista árabe que le planteaba si la mayoría de los israelíes son partidarios del Gran Israel del Nilo al Éufrates, divagando en su lugar en torno a la ausencia de constitución en Israel y los desacuerdos en torno a las fronteras definitivas de Israel.[44] Aun no siendo amigo del sionismo, Darwasha era conocedor de primera mano de la falsedad de las acusaciones de un Gran Israel.
Las contradicciones en el argumento del Gran Israel abundan. Para empezar, las fronteras no paran de cambiar. La frontera oriental, por ejemplo, oscila entre el centro de Irak y Pakistán. El mismo orador ofrece fronteras diferentes. A finales de abril de 1990, Arafat anunciaba que los sionistas aspiraban (entre otros territorios) a la totalidad del Líbano, a tres cuartas partes de Irak y a la mayor parte del Sinaí.[45] Menos de dos semanas más tarde, su Gran Israel incluía solamente dos tercios de Irak y nada del Líbano ni del Sinaí.[46]
En marzo de 1989, Damasco era todavía menos consistente. Asad definía un Gran Israel convencional del Nilo al Éufrates en marzo de 1989.[47] Un mes más tarde (el 12 de abril de 1990), Radio Damasco reducía esto a un país apenas del "doble de la entidad sionista". Pero años antes, el Primer Ministro Abd ar-Ra'uf al-Kasm había informado a una audiencia turca que los israelíes pretenden ocuparlo todo "de las fuentes del Nilo [en Etiopía y Uganda] a las fuentes del Éufrates [centro de Anatolia]... El Gran Israel incluye Turquía, Irán y África".[48] Y en 1992, Asad afirmaba que Israel "quiere extenderse a cualquier sitio donde haya judíos".[49] ¿En qué quedamos?
Los árabes también se contradicen en torno a su futuro bajo gobierno israelí. Unas veces se ven sometidos y explotados, otras expulsados para que el Gran Israel se convierta en un lugar "donde sólo pueden vivir judíos".[50] A veces pronostican una única entidad política judía gigante, otras esperan que los países árabes de hoy sean reemplazados por "entidades ilegítimas de cartón" que aceptarían con el tiempo la existencia de Israel.[51]
Tan confusa es toda esta cuestión, que los líderes árabes equivocan su propia nomenclatura. Taha Yasín Ramadán, el primer titular de la primera cartera iraquí en funciones, postulaba en una ocasión que el "Gran Israel" implica "una nueva política expansionista mucho más grave que el viejo lema 'Del Nilo al Éufrates'".[52] En la práctica, las dos expresiones son sinónimas.
¿Se creen realmente los árabes lo que dicen acerca del Gran Israel? El israelí Yitzhak Shamir pensaba que no, diciendo a un periodista en 1989 que Hafiz al-Asad sabía que este revuelo era "sandez integral".[53] Pero Patrick Seale, confesor de Asad, sostenía que el presidente sirio estaba verdaderamente convencido de que una vasta expansión era el objetivo israelí a largo plazo.[54] No hay razones para dudar del veredicto de Seale. (En realidad, el hecho de que Asad también esté convencido de que "los judíos soviéticos son lo que queda de los jázaros"[55] refrenda su incredulidad en cuestiones judías.) Shamir ignoró el impacto amplificador de la reiteración; gobernantes y poblaciones pueden ser eventualmente convencidos por sus propias maquinarias propagandísticas.
La prensa extranjera que se topa con la mentalidad del Gran Israel lo interpreta como algo genuino. Examinemos el caso sirio. The Wall Street Journal recoge que "Igual que los israelíes temen el viejo sueño de Damasco de una 'Gran Siria' junto a Israel, los sirios están convencidos de que Tel Aviv anhela un 'Eretz Israel' que se extendería del Nilo al Éufrates". [56] De hecho, Mamdú 'Adwán, destacado poeta sirio, utilizaba casi estas mismas palabras exactas para afirmar que "Tenemos el mismo miedo del Gran Israel que ellos de la Gran Siria". Según Larry Cohler, un periodista estadounidense, Adwán no es el único que piensa así: "la mayoría de los sirios apoya estas grandes incursiones [militares] por temor genuino al Gran Israel". Cohler informa que "se encontró repetidamente este miedo entre las personas más sinceramente convencidas de que el objetivo sionista es expandirse del Nilo al Éufrates". Tal como decía su guía sirio: "Los judíos tienden a reivindicar cualquier parte de la región en la que hayan morado históricamente". Una mujer siria resumía los peligros de la acusación del Gran Israel: "Oímos hablar todo el tiempo de la reivindicación israelí del Nilo al Éufrates. ¿Cómo podemos fiarnos cuando actúan así y dicen querer paz?"[57]
El miedo de esta mujer reviste consecuencias significativas. La fe en los planes israelíes de expandirse del Nilo al Éufrates, y más allá quizá, convierte la existencia misma del estado judío en una amenaza para Oriente Próximo entero y eleva la paranoia ya sustancial en Oriente Medio a cotas todavía más altas. Los líderes árabes e iraníes que se detienen en estos artificios concluyen que han de destruir Israel antes de que les devore. Para el líder fundamentalista libanés Mohammed Fadlalaj, el Gran Israel significa que los árabes no pueden vivir en paz con Israel. "Las ambiciones israelíes de extenderse del Éufrates al Nilo son conocidas… Nunca podremos tener ninguna seguridad, sea militar, económica o política, mientras Israel albergue intenciones expansionistas". [58] El mito del Gran Israel también justifica el comportamiento antiisraelí como acto defensivo. Cuando Arafat afirma "No habrá un Gran Israel"[59] está legitimando casi cualquier acción contra Israel.
Estos temores iraníes y árabes fantásticos al expansionismo israelí impiden a las poblaciones de Oriente Próximo ver a Israel como país con preocupaciones normales de seguridad. Además, transforman el estado judío en algo demasiado amenazador con lo que poder coexistir. Igual que la demonización de los judíos en Europa provocó incontables pogromos y culminó en el holocausto Nazi, presentar al estado judío como amenaza al Oriente Próximo entero crea un peligro paralelo de conflicto sin final que podría acabar algún día en guerra nuclear.
Sólo cuando Israel sea considerado un país como cualquier otro, habrá posibilidad de que sus vecinos traten con él respetando las normas diplomáticas convencionales. No hay muchas esperanzas de que esto suceda a corto plazo, sin embargo, si las demenciales acusaciones de expansionismo israelí siguen siendo parte integral del tejido de su vida política convencional.
La injuria del Gran Israel también vuelve para perjudicar a los árabes. Al agitar el odio árabe a Israel, se convence a muchos israelíes de conservar territorios ganados en 1967, y no dar oportunidad a acuerdos de paz. Negociar tierra por paz reviste problemas suficientes en sí mismo, sin complicaciones gratuitas del Nilo al Éufrates.
Casi toda retórica legislativa contiene pronunciamientos de aspiraciones geográficas que la experiencia práctica hace inútiles. No interesa a nadie — y las poblaciones árabe e iraní son las menos interesadas — que sus líderes tiren de pronunciamientos religiosos de tres milenios atrás y los conviertan en una declaración de intenciones agresiva.
Política norteamericana
Volviendo a Estados Unidos, paliar la aprehensión que despierta el Gran Israel es buena política americana. Los estadounidenses convienen en que revierte en su interés poner punto y final al conflicto árabe-israelí; dado que la quimera del Gran Israel obstaculiza la resolución de ese conflicto, diplomáticos y políticos norteamericanos deberían de aprovechar cualquier oportunidad para aplacar el miedo a que Israel planee expandirse del Nilo al Éufrates entre sus homólogos árabes e iraníes. He aquí unos cuantos pasos a tener presentes entre los funcionarios estadounidenses:[60]
Entender la relevancia del miedo al Gran Israel. Por encima de cualquier otra cosa, los estadounidenses sofisticados se abstraen de la paranoia de Oriente Próximo. ¿Cómo va a darle alguna validez a esta clase de teoría conspirativa el analista o legislador occidental riguroso? Simplemente no cabe en su mentalidad analítica, y tendrá problemas para entender que entre en la cabeza de alguien. Pero pasar por alto estos temores es sustentar la política norteamericana en apoyos fraudulentos que pueden conducir a errores de peso.
De hecho, el psicocentrismo estadounidense ha hecho descarrilar el ejercicio diplomático norteamericano más de una vez. Por ejemplo, los estadounidenses hicieron inadvertidamente casi todo lo posible para confirmar los temores iraníes a las conspiraciones durante la década de los 60 y los 70, y de esa forma ayudaron a llevar al poder al ayatolá Jomeini. La arrogancia norteamericana irritó a los iraníes. El enorme tamaño de la presencia norteamericana oficial y su proximidad a las instituciones centrales del poder, la economía y la cultura despejaron el terreno a la oposición para orientar en contra de los estadounidenses la indignación populista. La sensibilización con la mentalidad conspirativa habría contribuido enormemente a la hora de impedir que esta hostilidad estallara.
Valerse de la retórica del Gran Israel para predecir la actuación de un dictador. La proyección psicológica — proyectar los móviles y comportamientos de uno en los demás — implica que las acusaciones vertidas a menudo reflejan las propias intenciones de uno. Cuando los gobernantes no tienen que rendir cuentas, esta capacidad de discernir la naturaleza del comportamiento puede ayudar a comprender cuáles podrían ser sus futuros movimientos. Que Gadafi acusara a Israel de querer desviar el cauce del Nilo no dice nada de las acciones israelíes reales, pero puede decirnos mucho de Gadafi; y en la práctica, él ha destinado enormes recursos a tramas para desviar el Nilo hasta Libia.[61] De igual forma, las acusaciones del Gran Israel vertidas desde Damasco confirman las ambiciones del régimen Asad de cara a una Gran Siria más que las ambiciones israelíes.
Negar la validez del Gran Israel. El rumbo más diplomático — no dignificar con una respuesta la intervención escandalosa — no funciona. Por sí solas, las teorías conspirativas proliferan. Es mejor hacer lo que se hace en Oriente Próximo: dar la réplica puntual y en línea. Si la acusación se vierte en privado, se responderá en privado; si se vierte públicamente, entonces se responderá públicamente. Los estadounidenses que ocupan cargos oficiales no dan este paso con la frecuencia suficiente.
Evitar el término Gran Israel. Gran Israel tiene dos acepciones completamente distintas. Una es la noción árabe del Nilo al Éufrates analizada aquí; la otra es una traducción británica del término Eretz Yisrael Hashlemah realizada por sionistas Revisionistas para referirse a la conservación de Judea, Samaria y Gaza en manos israelíes. Árabes e israelíes tienden a ignorar por completo el uso del mismo término por parte del otro. Así, cuando los sionistas Laboristas critican a los Revisionistas en inglés, se refieren a las aspiraciones territoriales de los Revisionistas como "del Gran Israel", sin prestar ninguna atención a la forma en que los árabes utilizan esta acepción.
Los occidentales tienden a utilizar el término Gran Israel en el sentido israelí, no en el árabe. Eso es lo que quiso decir el Secretario de Estado James Baker en 1989, cuando en el transcurso de la primera intervención legislativa relevante de la Administración Bush relativa Oriente Próximo aconsejó a los israelíes "dejar atrás, de una vez por todas, la visión irreal de un gran Israel". [62]Baker utilizó la acepción con intención evidente en sí misma para los israelíes y los judíos estadounidenses; pero por supuesto los árabes escucharon algo que no tenía nada que ver. Su elección de palabras les indicaba que el gobierno estadounidense interpretaba por fin la expansión israelí igual que ellos. Arafat observaba que mientras los israelíes "planean establecer el Gran Israel del Nilo al Éufrates, el Secretario de Estado de los Estados Unidos Baker dice que Israel debe olvidar su sueño de establecer el Gran Israel". [63]
Para evitar del todo esta clase de confusiones, los funcionarios estadounidenses deberían de no utilizar el término Gran Israel. Y cuando lo hagan, han de especificar de forma clara que se refieren al control israelí sobre Cisjordania, y nada más.
Tener presente que las acepciones tienen significados diferentes. Los occidentales, y sus estatistas en particular, nunca han de dar por sentado un vocabulario político común al abordar las cuestiones políticas de Oriente Próximo. El Gran Israel representa un abanico entero de términos con significados curiosamente diferentes. Cuando los estadounidenses utilizan el término paz en referencia a Israel y los árabes, quieren decir algo en la línea de Estados Unidos y Canadá. Cuando los árabes utilizan el término, piensan en las relaciones cubano-americanas. Democracia en Occidente describe una forma de ordenar la política que incluye el estado de derecho, la libertad de expresión, los derechos de las minorías y las formaciones políticas; en Oriente Próximo significa celebrar elecciones, simplemente. Siria en Occidente quiere decir el país trazado sobre el mapa; para la población afincada en ese país, a menudo se refiere a una región cultural que se amplía hasta el Levante entero.
Estas diferencias señalan la profunda brecha que separa los principios políticos de Occidente y Oriente Próximo. Si los profanos esperan intervenir de forma constructiva, han de empezar por entender lo que está diciendo realmente la población de Oriente Medio.
--------------------------------------------------------------------------------
[1] Radio Montecarlo, 25 de mayo de 1990.
[2] La Repubblica, 3 de abril de 1990. Arafat expresó la misma idea de nuevo en una intervención en el Comité Jerusalén de la Liga Árabe el día 9 de abril de 1990.
[3] The Jerusalem Post, 9 de junio de 1990.
[4] Geo-Journal, 19 de febrero de 1989, páginas 99-110.
[5] Playboy, septiembre de 1988.
[6] Al-Jazira, 17 de enero de 1982.
[7] Sawt Filastín (Sanaa), 9 de abril de 1990.
[8] Televisión de Ammán, 25 de abril de 1990.
[9] Ad-Dustur, 17 de abril de 1990.
[10] Carta secreta remitida por Gerard Lowther a Charles Hardinge, 29 de mayo de 1910, Foreign Office 800/193A (Lowther Papers). Citada en Elie Kedourie, Memorias políticas árabes y demás estudios (Londres: Frank Cass, 1974), página 256.
[11] Theodor Herzl, Zionistisches Tagebücher, 1895-1899, editado por Johannes Wachten, Chaya Harel et al. (Berlín: Ullstein, 1983), volumen 2, página 650. Como catálogo de intervenciones israelíes y sionistas, reales e imaginadas, consulte Ass'ad Razzouq, El Gran Israel: estudio del pensamiento expansionista sionista (Beirut: Centro de Documentación de la Organización para la Liberación de Palestina, 1970), en especial las páginas 83, 87-90, 92, 96-97, 99-103, 144-45, 167-69, 178-81, 187, 209, 212-14, 230, 234, 240, 243-45, 249-52, 264, 278-82, 286, así como los mapas 3 y 4.
[12] Robert Gessner, "Camisas pardas en Sión", New Masses, 19 de febrero de 1935, página 11.
[13] Televisión de Damasco, 18 de febrero de 1986.
[14] Sa'd al-Bazzaz, La Guerra del Golfo: la conexión israelí, traducido por Namir Abbás Mudhaffer (Bagdad: Dar al-Ma'mun, 1989).
[15] Tyler Courier-Times-Telegraph, 5 de febrero de 1983; recogido en el Los Angeles Times, 6 de febrero de 1983.
[16] Sawt al-Kuwayt, 4 de agosto de 1991.
[17] Como su prima cercana la Gran Armenia, una fobia exclusivamente turca. Un polemista, Necati Özfatura, escribió en el periódico nacionalista Türkiye (29 de septiembre de 1991) que el presidente armenio se había reunido en secreto con George Bush y que los dos habían convenido en que Armenia se extendiera del Mar Caspio al Mar Negro, el Mediterráneo y el Golfo Pérsico.
[18] Conversación mantenida el 25 de octubre de 1937 con H. R. P. Dickson, Foreign Office 371/20822 E7201/22/31. Texto publicado en la obra de Elie Kedourie El islam en el mundo moderno (Nueva York: Holt Rinehart and Winston, 1980), páginas 72-73.
[19] Discurso, 26 de marzo de 1964. Citado por Y. Harkabi en Posturas árabes hacia Israel, traducido por Misha Louvish (Londres: Valentine, Mitchell, 1972), página 73.
[20] Ídem página 74. La traducción ha sido modificada ligeramente.
[21] Radio Cairo, 22 de julio de 1965 y Al-Ahram, 23 de julio de 1965. Citado por Eliezer Be'eri en Funcionarios castrenses en la política y la sociedad árabes (Jerusalén: Israel Universities Press, 1969), página 399.
[22] Hasán Sabri al-Juli, Qadiyat Filastín (alrededor de 1966), páginas 19 y 24. Citado por Harkabi en Posturas árabes, página 82.
[23] Saad El-Shazly, La opción militar árabe (San Francisco: American Mideast Research, 1986), páginas 17 y 31.
[24] Al-Ajbar, 31 de enero de 1990.
[25] Al-Jamahiriya, 19 de julio de 1991.
[26] Al-Ajram, 23 de febrero de 1990.
[27] De forma todavía más imaginativa, ciertos árabes sugieren que Israel se modifique geográficamente: según un egipcio "Sadat llegó a ofrecer desviar el curso del Nilo a Israel" (citado por Sana Hassán en "Los rabiosos militantes islámicos egipcios", The New York Times Magazine, 20 de noviembre de 1983, página 138).
[28] Agencia de prensa árabe Jamahiriya, 6 de enero de 1990.
[29] Televisión de Trípoli, 20 de marzo de 1990.
[30] Radio Damasco, 12 de marzo de 1985.
[31] Televisión de Damasco, 7 de marzo de 1990.
[32] Radio Damasco, 8 de marzo de 1989.
[33] Kayhán International, 30 de mayo de 1991.
[34] Ídem 8 de mayo de 1990.
[35] Radio Teherán, 20 de abril de 1990.
[36] Ar-Ra'y al-'Amm, 14 de junio de 1990.
[37] Sawt ash-Sha'b (Ammán), 16 de enero de 1990.
[38] Televisión de Ammán, 25 de abril de 1990.
[39] As-Siyaha (El Cairo), mayo de 1991.
[40] Nayif al-Hadid, citado en el Jordan Times, 17 de diciembre de 1989.
[41] Muhsín D. Yusuf, "Los sionistas y el proceso de definición de las fronteras de Palestina, 1915-23", Journal of South Asian and Middle Eastern Studies 15 (1991): 39.
[42] Patrick Seale, "La Syrie et le processus de paix", Politique Etrangère, Invierno de 1992, página 785.
[43] Reuters, 7 de febrero de 1983.
[44] Ash-Sharq al-Awsat, 9 de junio de 1992.
[45] Televisión de Ammán, 25 de abril de 1990.
[46] Agencia Iraquí de Prensa, 7 de mayo de 1990.
[47] Radio Damasco, 8 de marzo de 1989.
[48] Televisión de Damasco, 2 de marzo de 1990.
[49] Radio de la República Árabe de Siria, 1 de abril de 1992.
[50] El Gran Muftí de Palestina [Hajj Amin al-Husayni], Memorando remitido a Su Santidad el Papa Pablo VI, Beirut, 28 de febrero de 1964.
[51] Al-Jumhuriya (Bagdad), 2 de marzo de 1991.
[52] Agencia Iraquí de Prensa, 3 de mayo de 1990.
[53] 'Al Hamishmar, 17 de enero de 1989.
[54] Patrick Seale, "Madja Yurid Hafiz al-Asad?" Al-Majala, 23 de julio de 1982, página 22.
[55] Radio Damasco, 8 de marzo de 1990.
[56] The Wall Street Journal, 27 de septiembre de 1990. La Gran Siria es en realidad una propuesta seria, como afirmo exhaustivamente en La Gran Siria: historia de una ambición (Nueva York: Oxford University Press, 1990).
[57] Citado por Larry Cohler en "Examinando Siria", Tikkún, Septiembre/ Octubre de 1992, página 33.
[58] An-Nahar al-'Arabi wa'd-Duwali, 1 de julio de 1985. Citado por Martin Kramer en La visión de Occidente de Hezbolá (Washington, D.C.: Washington Institute for Near East Policy, 1989), página 55.
[59] Radio Madrid, 26 de febrero de 1991.
[60] Estos pasos se desprenden en parte del trabajo de Daniel Pipes "Abordaje de las teorías conspirativas en Oriente Próximo", Orbis 36 (1992): 41-56.
[61] Martin Sicker, La gesta de un estado paria: la política aventurista de Muammar Gadafi (Nueva York: Prageger, 1987), páginas 61-66.
[62] Secretario de Estado James A. Baker, Jr., "Principios y pragmatismo: política norteamericana hacia el conflicto árabe-israelí", 22 de mayo de 1989.
[63] Ad-Dustur, 22 de mayo de 1990.
--------------------------------------------------------------------------------
12 de junio de 2007: Sigo los episodios recientes de esta teoría conspirativa en "Más de la injuria del 'Nilo al Éufrates'."