Los musulmanes de Oriente Próximo parecen perplejos ante la situación de Kosovo. Como musulmanes orgullosos, ¿deberían simpatizar con los albaneses mayoritariamente musulmanes? ¿O como detractores firmes de la OTAN y de Estados Unidos y amigos veteranos de Belgrado en algunos casos, deberían simpatizar con los serbios? La indecisión y las contradicciones conducen a un curioso surtido de reacciones y a una incapacidad general de dar respuesta de una forma que pudiera afectar materialmente al resultado de la crisis.
El único país de Oriente Próximo de población mayoritariamente musulmana que ofrece un apoyo encarecido a las operaciones de la OTAN es Turquía, donde la preocupación no tiene tanto que ver con la solidaridad islámica como con los cinco siglos de control imperial otomano de Kosovo y el hecho de que alrededor de 60.000 kosovares hablan turco como lengua materna y los muchos parentescos entre los kosovares y la ciudadanía de Turquía. "Vi a mis parientes en televisión, abriéndose paso entre la porquería y el dolor. Los busqué y me los traje a casa", dice Fajri Turkkán, responsable del Grupo de Solidaridad Albano Kosovar de Turquía. Esta clase de reacciones ha conducido al desbordamiento del apoyo popular a las operaciones de la OTAN y a una inquietud casi febril por el bienestar de los refugiados -15.000 de los cuales han llegado hasta Turquía, cifra superior a los llegados a cualquier otro miembro de la OTAN. De hecho, son tantas las familias turcas que han abierto sus hogares a los refugiados que los campamentos de refugiados auspiciados por el Estado apenas han tenido interesados.
En el resto de la región, la opinión musulmana es mucho más negativa. Entre los contados partidarios de la OTAN las reacciones emocionales son indistintas. Sí, las autoridades saudíes apoyaron los bombardeos ("Hemos de animar a los estadounidenses y a sus aliados de la OTAN a seguir el rumbo") y hasta instaron a desplegar efectivos sobre el terreno "para rematar", pero se hizo discretamente, dado que esta postura va en contra del sentir de la mayoría de los saudíes. De forma todavía más tenue, el gobierno de Jordania condenaba las acciones de los serbios sin apoyar la campaña aérea de la OTAN.
En la medida en que los árabes musulmanes respaldan las intervenciones de la OTAN, lo hacen para buscar paralelismos entre la tesitura de los kosovares y los palestinos. Las acciones israelíes y serbias presuntamente "no son diferentes": un artículo con el provocador título de "Netansevic" habla de limpieza étnica, deportación de ciudadanía y atentados contra la propiedad. Los defensores de este discurso van en ocasiones un paso más allá: "las justificaciones puestas por los líderes de la OTAN para atacar a los serbios también son válidas en el caso de Israel" y Estados Unidos "debe dar salida al problema palestino… con idéntico enfoque, determinación y voluntad" que en los Balcanes. Un columnista de un periódico egipcio escribe realmente acerca de su sueño "del día en que las fuerzas de la OTAN lleven a cabo operaciones de castigo contra Israel".
Los críticos árabes de la OTAN son mucho más numerosos y mucho más volubles. Muchos de ellos rechazan simple y enfáticamente la noción de que los estadounidenses y sus aliados estén utilizando la fuerza en defensa de musulmanes. Hezbolá difundió una circular en la que afirma que la lucha en los Balcanes "no pretende proteger a los musulmanes albaneses [sino que está] diseñada para proteger los intereses norteamericanos, y la prueba más clara de esto es la masacre en marcha de albaneses en Kosovo por parte de los serbios". En otras palabras, Hezbolá ignora completamente las intenciones anunciadas públicamente por la OTAN de ayudar a los kosovares e incide exclusivamente en su lugar en la desafortunada repercusión de sus acciones.
Muchos otros adoptan este discurso y extraen conclusiones que redundan en su punto de vista habitual. Un periódico sirio rechaza "la versión de que el objetivo de esta Guerra Tercermundista, iniciada unilateralmente por la Alianza Atlántica, sea proteger a los musulmanes de Kosovo", afirmando en su lugar que el objetivo final es poner "un punto final definitivo a la capacidad militar y nuclear de Rusia después de haber sido castigada económicamente". Este pronunciamiento alarmista señala una renovada necesidad siria de cortejar a Rusia.
Además de "condenar firmemente esta agresión tiránica", el análisis iraquí resta importancia a la supuesta preocupación estadounidense y europea por los albaneses de Kosovo, llamando a esto nada más que "disfraces que ocultan otros objetivos", que dice son debilitar a Yugoslavia y "sitiar a Rusia". Se pasa a predecir que "si Estados Unidos hubiera puesto sus miras en Belgrado esta vez, los misiles de crucero sonarían en el propio Moscú y en otras capitales", y acaba con un estimulante llamamiento a las armas: "¡Oh, estados del Oriente, uníos!"
Los iraníes no quedan de igual forma impresionados por los intentos de la OTAN de proteger a los kosovares y devolverlos a sus hogares; dan la vuelta a este objetivo e interpretan la campaña de bombardeo aéreo como forma de desactivar la amenaza islámica a Europa. "Los ataques aéreos de la OTAN", explica el líder supremo de Irán, "en contra de la propaganda occidental, no sólo han fracasado a la hora de llevar tranquilidad a los musulmanes, sino que han agravado su tesitura... La situación se prolongará hasta que los musulmanes sean expulsados [de Europa], el islam sea borrado del mapa y la comunidad islámica sea destruida".
Esta surtida colección de respuestas oficiales apunta dos conclusiones principales. En primer lugar, Oriente Próximo vive a menudo a nivel político en un mundo de su propia creación, que con frecuencia lleva a conclusiones raras e incluso fraudulentas. En segundo lugar, a tenor de la cuestión de Kosovo, el antiamericanismo tiene preferencia sobre la solidaridad entre los musulmanes.