El 9 de septiembre, envié una invitación de mi próxima charla frente a Hanán Ashrawi en la Academia de Colorado. He recibido muchas preguntas relativas a ese acto, de manera que he aquí - después de tres preliminares - el relato.
En primer lugar, que yo sepa, ni la charla de Ashrawi ni mi réplica se han transcrito.
En segundo, yo puse el episodio de la Academia de Colorado en contexto (junto a la charla de Binyamin Netanyahu en Montreal) en mi tribuna de ayer "La guerra por el Campus".
En tercer lugar, caso de que le apeteciera consultar un refinado artículo de mi charla en otra institución - la Academia de Connecticut en este caso - visite "El miedo coarta el debate en Connecticut" en el regional de Connecticut Day del 15 septiembre de 2002.
En cuanto a los actos de inauguración del simposio "11 de Septiembre: un año después" celebrado el 12 septiembre en la Academia de Colorado:
La idea básica de Ashrawi consistía en que el 11 de Septiembre haría las veces de "oportunidad histórica" de resolver el problema palestino. ¿Una vez más, puede ser? Bien, su lógica - por así llamarlo, en su centenar de minutos de presentación desorganizada, indulgente, banal y excesivamente teórica con aires de superioridad - dice así:
Bin Laden y los suyos representan violencia y fanatismo. Los Estados Unidos han de aprender de su tragedia para evitar este rumbo. En lugar de eso, deben de seguir el dictamen de las Naciones Unidas, incluyendo, por supuesto, los muchos referidos a Israel. Quod erat demonstrandum.
Esto, a propósito, es el programa estándar de orden mundial de la extrema izquierda (al que planeo dedicar una columna pronto) aplicado el conflicto árabe-israelí.
La audiencia se repartió, por así decirlo, de manera equitativa, aplaudiendo algunos como locos y sentados otros firmemente con mal gesto. Los únicos manifestantes fueron los que enarbolaban pequeñas pancartas de "discrepo" y el abucheo muy puntual (normalmente, cuando Ashrawi criticaba gratuitamente a Israel). Por alguna razón, el presidente del Centro, Richard Celeste, toleró los aplausos que interrumpieron el discurso de Ashrawi pero reprochó el abucheo de réplica - siendo no obstante reacciones paralelas. Todavía me desconcierta eso.
Después de finalizar Ashrawi, Celeste anunció los demás actos de las diversas jornadas del simposio y, de una forma casi concatenada, anunció también mi intervención, a continuación de la de Ashrawi. (Cumplió así su parte del trato, pero por los pelos; mi intervención era una ponencia universitaria oficial, pero no formaba parte del simposio).
Los que sacaron adelante mi ponencia de respuesta a Ashrawi hicieron una magnífica labor, movilizando y presionando al centro para que incluyera un punto de vista alternativo; pero cometieron un error táctico al colocarme en un emplazamiento aparte de Ashrawi. Yo intervine delante de una gran carpa en el césped, junto al auditorio donde había intervenido Ashrawi. Tuve la mitad de su audiencia y la mitad de seguimiento. Afortunadamente, aunque hacía buen tiempo, no llovió y el acto salió muy bien.
Tuve el privilegio de ser presentado por Ken Salazar, fiscal general de Colorado, licenciado de la Academia y miembro de su consejo de gestión. Hice tres cosas en pocos minutos (muy pocos): pasé revista a la polémica de Ashrawi, refuté su charla (señalando sus prejuicios, errores conceptuales, errores informativos, etc.) y luego destaqué "lo que debía de haber dicho" - a saber, mis propias opiniones en torno al tema del simposio. (La versión resumida de ello puede encontrarse en "Apuntad la guerra contra el terrorismo al islam militante", Los Angeles Times, 6 de enero de 2002).
Felicité a mi entusiasta grupo por su energía y resolución a tenor de la presencia de Ashrawi en la Academia de Colorado, pero también puse el acento en que protestar por su presencia una única vez no serviría de mucho. Hay que llevar a cabo esfuerzos sistemáticos y organizados por deslegitimar a voces como la suya, las que están de parte del enemigo en nuestro actual conflicto. Tienen todo el derecho a intervenir, pero no se les debe conceder espacios de prestigio muy bien remunerados desde los que promover esas opiniones.
Como versión adicional de la jornada, consulte "Ponente palestina enturbia la Academia de Colorado", del Washington Times, mucho mejor que Associated Press o la prensa local.