Los Musulmanes conocidos de varias maneras como fundamentalistas o Islamistas aparentan a menudo ser los creyentes más auténticos de su credo. Se refieren constantemente a Dios y rezan conspicuamente en público. Los hombres se dejan largas barbas y las mujeres llevan velos. Impulsan la solidaridad Musulmana y se muestran recelosos ante los no-Musulmanes.
Un vistazo más de cerca, sin embargo, muestra que los Islamistas difícilmente son Musulmanes modelo.
Preocupados con ganar poder (y tener éxito en varios países - tales como Afganistán, Irán, o Sudán), demuestran a menudo más talento en la política que en vivir según los preceptos del Islam. De hecho, los Islamistas, con toda su ostentosa piedad, tienden a ser creyentes seriamente deficientes.
La auditoría financiera, por ejemplo, es una asignatura pendiente recurrente para ellos. A gran escala, el Bank of Credit and Commerce International (BCCI) fue el banco Islamista por excelencia; cuando se hundió en 1991, levantando el quizá mayor y más complejo escándalo de la actividad bancaria de la historia, sus dueños aparentemente devotos habían desfalcado billones de dólares a partir de 1.3 millones de sobre todo clientes Musulmanes en más de 70 países.
A menor escala, las "compañías Islámicas de inversión de capital" que prosperaron en Egipto en los años 80 también se derrumbaron por corrupción, al igual que sucedió con instituciones similares en Turquía. Y un estudio de la University of Texas concluyó que "los bancos Islámicos en Irán y Sudán son avenidas para la corrupción y la malversación".
Ni se dejan el hurto a pequeña escala. A medida que los dos hombres que realizaron el ataque suicida contra el USS Cole en Octubre 2000 se preparaban para su operación, supieron que no volverían a sus viviendas alquiladas, así que timaron a su casero el último mes de alquiler. "Estaba enojado", comentaba su casero, añadiendo casi innecesariamente: "no había nada de Islámico en eso".
Pero es en el estricto código de probidad sexual del Islam el que los Islamistas rompen más a menudo. Los terroristas Islamistas asesinan en nombre del Islam, pero son a menudo difícilmente modelos de probidad Islámica. El hombre que dirigió el atentado del World Trade Center, Ramzi Yousef, vivió una vez en las Filipinas donde, recuerda su biógrafo Simon Reeve, era visto "rondando por los bares de Manila, locales de strip y clubes de karaoke, flirteando con las mujeres". Rashid Baz, condenado por matar a un niño Hassídico en el Puente de Brooklyn, es descrito por su padre como alguien que "no pisó una mezquita en su vida. Le gustan las mujeres, los coches y los deportes".
Atraídos hacia la pornografía como las polillas a la luz, los Islamistas integran cuadros porno en su terrorismo. En un caso, los funcionarios del orden público de los Estados Unidos hallaron que una amplia variedad de organizaciones Islamistas - de Osama bin Laden, Hamas, Hezbolá, y otras - habían mezclado información encriptada tal como mapas, fotografías, e instrucciones con fotografías clasificadas X dentro de websites porno.
En las oficinas, los Islamistas son conocidos por ser acosadores sexuales. Así protestó públicamente una empleada femenina de la misión Saudí ante las Naciones Unidas en Nueva York el Septiembre pasado por aguantar años de acoso sexual de los "miembros fundamentalistas masculinos" de la misión Saudí.
Cuando se encuentran en posición de autoridad, los Islamistas explotan a las mujeres. El gobierno Iraní arrestó recientemente al dirigente de un tribunal revolucionario Islámico bajo cargos de llevar una red de prostitución que empleaba niñas menores de edad que estaban huyendo.
Quizá los casos más espantosos de degeneración sexual Islamista sean los que tienen lugar en el transcurso de un secuestro, en los que la violación es común. Recientemente en las Filipinas, por ejemplo, los Islamistas violaron por lo menos a una de las mujeres Occidentales a las que mantuvieron rehenes en la Isla de Jolo.
"No tengo ninguna duda de que era lo peor que ocurrió allí", comentaba después una compañera rehén, agregando que el acto de acoso sexual "sorprendía particularmente" porque por lo demás las rehenes habían sido tratadas bien.
Este patrón de mal comportamiento es importante porque revela el perfil verdadero del Islamista: son operativos despiadados, hambrientos de poder que no pueden reclamar la aureola de piedad que afirman vigorosamente. Son Musulmanes menos observadores que extremistas políticos.
Este expediente de robo y fornicación tiene otra implicación: como nota el analista Khalid Duran, las exigencias Islamistas de poder no se basan en experiencia demostrable, logros técnicos o en sofisticación política, sino en estándares morales presuntamente más altos. La clase de mala conducta flagrante documentada aquí socava totalmente tales exigencias de autoridad.
En lo que respecta a la verdadera ética Islámica, uno tiene que buscar entre esos muchos Musulmanes tradicionales que viven deacuerdo con los preceptos de una fe como se desarrollaron orgánicamente hace 14 siglos. Sin radicalismos, sin inclinarse a forzar su visión en otros vía la violencia, éstos son los Musulmanes piadosos que merecen respecto.