Interpretaré la pregunta delicadamente formulada del simposio así: ¿Qué importancia tiene el debate que se desarrolla hoy entre los judíos de Israel acerca de la constante necesidad de un estado judío soberano? Otros en este simposio, mejor cualificados que yo, discutirán sin duda el debate judío interno en torno al futuro del sionismo. Yo me voy a limitar a las implicaciones externas del intercambio que tiene lugar.
Hablando en general, hay vigentes dos estrategias árabes para destruir el Estado de Israel. La dominante durante medio siglo y aún hoy ha sido la violentamente destructiva: Desmantelar Israel a través de una combinación de medios militares, económicos y políticos. Durante los 50, esto significaba invadir el país y "echar a los judíos al mar". En los 60 significaba presentar una campaña de guerrillas para obligarles a marcharse, igual que los franceses de Argelia. En los 70 consistía en utilizar los ingresos del petróleo para estrangular el país. Hoy significa adquirir arsenales de destrucción masiva. Este ataque frontal sigue adelante pero tiene contados éxitos notables.
Una segunda estrategia menos evidente ha existido siempre, acechando furtivamente en segundo plano; sostiene que los árabes deberían tomar el estado israelí desde dentro. Este enfoque integracionista acepta la noción de un estado binacional teniendo la vista puesta en un momento futuro en que los árabes alcanzarían la paridad o incluso superarían a los judíos en número. En lugar de declarar la pequeña soberanía de una Autoridad Palestina, haría que los árabes bajo control de Israel solicitasen la regularización. En lugar de boicotear al estado judío, esta estrategia lo suscribe y lo altera por contacto - por ejemplo, haciendo del árabe, el otro idioma oficial de Israel, un idioma capital en su actividad cotidiana.
El debate en torno al sionismo entre los judíos israelíes ofrece un enorme aliento a los partidarios de ambas estrategias. Entre los que destruirían Israel, manifiesta la desmoralización del enemigo sionista. El país poderoso de antaño, dispuesto a hacer lo que fuera necesario para defender los intereses israelíes, parece haber desaparecido. Los árabes pueden no haber prestado ninguna atención a los acontecimientos en Israel ayer, pero ahora los siguen de cerca. Han elegido la transformación de la voluntad israelí. Por ejemplo, observe la notable intervención del responsable de la organización islamista libanesa Hezbolá. En octubre de 1997, poco después de que efectivos israelíes abatieran al hijo de este caballero, un periodista le hacía esta pregunta: "¿No se deja llevar por sus emociones? Hezbolá es solamente un pequeño movimiento de resistencia, e Israel es una de las mayores potencias militares de Oriente Próximo". La respuesta del mandamás de Hezbolá merece una atención detenida:
Usted no parece seguir lo que está pasando... ¿Cómo interpreta usted el comportamiento de los sionistas tras cada catástrofe militar en los territorios ocupados del Sur del Líbano? Los lamentos en la sociedad sionista ya no pueden ser ignorados más tiempo. [El Primer Ministro Binyamin] Netanyahu decía hace poco: "Estoy dispuesto a retirar los efectivos del Sur del Líbano si alguien garantiza que Hezbolá no avanza tras nosotros hasta el norte de Israel". Piense exactamente lo que significan estas palabras - salidas del jefe del Estado al que usted considera una de las mayores potencias militares de la región... Netanyahu ha dejado de exigir un acuerdo de paz con el Líbano. Ha dejado de exigir una zona de seguridad, solamente quiere que le dejemos en paz.
A continuación atacaba al ejército israelí y advertía a Netanyahu que sus fieles no van a dejar a Israel en paz.
Montones de pruebas indican que los demás enemigos de Israel han advertido las mismas señales y han dejado de temer al estado judío. Saddam Husayn amenaza a Israel a voluntad, llegando a lanzar proyectiles en ocasiones y luego contempla a sus ciudadanos buscando refugio. Otros líderes árabes desprecian y amenazan a Israel, también. He aquí a Osama El-Baz, el diplomático egipcio más implicado directamente en el proceso de paz que nadie (de hecho, desde su invención en 1974); se dirige a Netanyahu, citado por el Yedi'ot Aharonot: "Si vosotros los israelíes permitís que la ocupación prosiga, traicionaréis vuestro sustento moral entero, lo que significa que el Holocausto del pueblo judío puede volver a producirse en algún momento del futuro". El-Baz negaba posteriormente tal amenaza, de arsenales nucleares en apariencia, pero suena cierta.
El debate israelí del sionismo también alienta a la segunda escuela de pensamiento, los integracionistas. Demuestra sus éxitos insinuando una forma de pensar no sionista en la instancia política israelí. El proceso de integración estaría bastante avanzado cuando el secretario del Partido Laborista justifica los actos de terrorismo contra su país, diciendo que haría lo mismo si fuera palestino; cuando un importante el General jubilado compara las distinciones de los soldados mostrando la Estrella de David con la esvástica Nazi; cuando un programa de televisión que celebra el 50 cumpleaños de Israel retrata al estado de forma moralmente cuestionable; y cuando una escuela entera de historiadores se consagra a demostrar que Israel nació en pecado.
La incertidumbre judía con la validez de la empresa sionista alienta pues a los enemigos de Israel, incluyendo a los que lo destruirían con violencia y a quienes lo tomarían discretamente. Es difícil imaginar un rumbo más suicida.