Un estado Palestino independiente plantearía peligros bien conocidos a Israel y a los Estados Unidos, pero un vistazo de cerca demuestra que si tal estado llegara a existir los mayores perjudicados serían los Árabes. Los ciudadanos de este estado sufrirían abusos de los derechos humanos, y los estados Árabes colindantes se verían amenazados por una gama entera de nuevos peligros.
Debemos asumir que un estado Palestino sería gobernado por la Organización para la Liberación de Palestina, dado que ningún otro grupo Palestino puede ahora o en el futuro cercano competir con ella. Además del poder simbólico de la OLP, controla una red de instituciones bien establecidas y de fondos estimados en billones de dólares, disfruta de reconocimiento internacional - y tiene armas. Juntos, estos factores la convierten en el aspirante Palestino serio al poder.
Tenemos una idea muy buena de qué significaría un gobierno de la Organización para la Liberación de Palestina, para que conste desde su fundación en 1964 ha sido constantemente un liderazgo de avaricia y egoísmo viviendo un ethos no democrático.
Ignore por el momento las muchos atrocidades contra Israelíes y contra ciudadanos de otros países, incluyendo de los Estados Unidos. Basta con traer a colación el desprecio que la OLP ha demostrado por las vidas de los Palestinos no partidarios de la OLP en Jordania, el West Bank, y por todas partes.
Lo más cerca que la OLP ha estado de tener un estado fue en el Líbano meridional entre 1975 y 1982. Allí gozó de autoridad casi soberana. Durante siete años, los miembros de la OLP fueron intocables, cogiendo propiedades y a mujeres como les apetecía, traficando con drogas y cobrando tasas de protección. Su insolencia era tan grande que muchos Palestinos, por no hablar de los aterrorizados libaneses, dieron de hecho la bienvenida a la retirada de la OLP debida a las tropas Israelíes.
Dados los enormes antecedentes de la OLP de indiferencia y de brutalidad, no hay razón para esperar que este patrón de comportamiento fuera a cambiar en caso de que Yasir Arafat alcanzase el poder en un estado Palestino.
En cuanto a su impacto en los países de Oriente Medio, la creación de un estado de la OLP fomentaría la inestabilidad en los años venideros, dado que aquellos con problemas en sus cabezas se unirían a él. Se puede contar con que el presidente Hafez al-Assad de Siria impulsaría al nuevo estado contra Israel como un modo de mantener su mano en el conflicto Árabe-Israelí y de asegurar su puesto en el país. El Coronel Muammar el-Qaddafi de Libia intentaría hacer del nuevo estado un instrumento de su poder. ¿Y el Ayatolá Ruhollah Jomeini, que acaba de fundar su propio grupo Palestino, se quedaría atrás?.
Imaginémos, si la OLP manejara los poderes de un estado, cuán más efectivamente extorsionaría a los ricos pero débiles países del Golfo Pérsico. Pero sería la frágil monarquía de Jordania la que, como siempre, estaría más expuesta a esta nueva amenaza.
En 1970, cuando la OLP era solamente un movimiento irredente, casi destronó al Rey Hussein. Lo amenazaría aún más una vez que controlase territorio y recursos verdaderos.
A puerta cerrada, los líderes Árabes reconocen estos peligros, y se preocupan. Como el Presidente Jimmy Carter reveló tan indiscretamente en 1979, "nunca me he reunido con un líder Árabe que en privado profesara el deseo de un estado Palestino independiente".
Incluso si un estado de la OLP como el del NYT del 31 de Agosto del 79 plantea menos peligros para Israel de los que plantea a los países Árabes, tampoco ofrece a Israel ventaja alguna. A través de los casi 70 años del conflicto Árabe-Sionista, la dirección Palestina ha tomado constantemente el rumbo más extremo y más violento, previniendo una resolución de ese conflicto.
Dotar a la OLP de más poder impulsaría a los peores elementos Palestinos y crearía nuevos obstáculos a la paz. Ciertamente, nadie esperaría que un estado Palestino en el West Bank y Gaza terminara el conflicto Árabe-Israelí: meramente lo movería a una nueva etapa.
Finalmente, un estado de la OLP dañaría los intereses de los Estados Unidos, porque ofrecería a Moscú un nuevo puesto avanzado de influencia acuñado estratégicamente entre dos amigos importantes de América. Reconociendo su valor, Moscú ducharía al nuevo estado con armas y agentes. Para el Kremlin, un estado de la OLP entre Israel y Jordania ofrecería casi tantas oportunidades como mover Alemania del Este al Canal Inglés.
La Organización para la Liberación Palestina encarna muchas ironías. Es, por ejemplo, una institución débil con presencia mundial así como una organización terrorista cuyo único éxito descansa en la diplomacia. Pero la ironía más grande de todas es que su ascenso a estado dañaría más a los Árabes que a los Israelíes.