El presidente Clinton describió la firma de un acuerdo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como un "gran momento de la historia". Yasir Arafat la llamó un "acontecimiento histórico, inaugurando una nueva época", mientras que el Ministro de Exteriores de Israel Shimon Peres la llamó nada menos que "una revolución". Como para confirmar esta visión extravagante, los periódicos Americanos dedicaron hasta siete páginas completas con la ceremonia de la Casa Blanca mientras que la televisión ofreció horas de programación ininterrumpida.
Pero queda sin contestar una pregunta. ¿Era realmente un acontecimiento tan importante?. Probablemente no, y por dos razones. Los Árabes en su mayor parte han repudiado el acto de compromiso de Arafat; y los Palestinos no son - a pesar de la enorme atención que se les prestó - los actores clave del lado Árabe de este drama.
Para empezar, muchos gobernantes Árabes y Palestinos han denunciado el acuerdo de Rabin-Arafat, y menos lo han apoyado. Los opositores Palestinos se dividen en varios tipos: Musulmanes fundamentalistas, que predominan en Gaza; organizaciones izquierdistas radicales basadas en Damasco; y elementos rebeldes dentro de propio grupo de Arafat, Al-Fatah.
Los grupos fundamentalistas Musulmanes - Hamas y la Jihad Islámica por la Liberación de Palestina - rechazaron absoluta y vehementemente el acuerdo; mientras que han alcanzado un acuerdo evidente con Arafat de no emprender una guerra fratricida, también han hecho todo lo posible para minar el acuerdo mediante una serie de actos terroristas. Y eso es solo el comienzo. De manera semejante, los diez grupos de la OLP en Siria rechazan el acuerdo. Éstos incluyen el Frente Popular para la Liberación de Palestina de George Habash (FPLP), el Comando General - Frente Popular para la Liberación de Palestina de Ahmad Jibril (FPLP - GC); el Frente Democrático de Na'if Hawatma para la Liberación de Palestina (FDLP); el Consejo Revolucionario Fatah de Abu Nidal; y el grupo de Abu Musa.
Incluso dentro de Fatah, la propia organización de Arafat, el acuerdo inspira profundo malestar. Muchas de las figuras principales de Fatah lo han denunciado, incluyendo al número dos de la organización, Faruq Qaddumi; su representante en el Líbano, Shafiq al-Hut; y el poeta Mahmud Darwish. Básicamente, sólo Arafat y sus ayudantes apoyan el pacto; y no pueden imponer su voluntad ante los muchos líderes Palestinos que no lo hacen. Esto explica por qué solamente ocho de los dieciocho miembros en el Comité Ejecutivo de la OLP votaron en favor del acuerdo. La observación bien escogida de Shimon Peres también recuerda a la observación de 1988 (cuando habló más sinceramente sobre estas materias): "no hay nada más falso que la OLP; no hay más pescador de anguilas que Arafat. Él no tiene ningún control sobre la OLP, Na'if Hawatwa, o George Habash".
¿Qué hay de las masas Palestinas?. A pesar de los desfiles y banderas de los últimos días, no hay ninguna base para tener esperanzas. La vida política Palestina ha tenido desde hace tiempo una radicalidad que roza lo irracional. Un activista Palestino explicó esto en 1991 al intentar explicar su confianza en que Saddam Husayn acabaría con la coalición liderada por los Estados Unidos: "cuando crees en lo que haces, no piensas en las consecuencias". As'ad ' Abd ar-Rahman, un miembro del Consejo Nacional Palestino, explicó el asunto más explícitamente: "los Palestinos estamos desesperados. No estamos de humor para la discusión racional"
Tanto por malos tiempos. ¿Parece el futuro mejor?. El Primer Ministro Yitzhak Rabin cuenta con que el área controlada por la OLP se vuelva un estado económicamente vibrante y políticamente estable, esperando que una vez que los Palestinos sean prósperos y bourgeois, perderán su gusto por la ideología y la violencia radicales. Quizá; pero Oriente Medio se jacta de tener un montón de sociedades ricas y conservadoras gobernadas por regímenes extremadamente belicosos (piénsese en Libia, Iraq, o Irán). En esta parte del mundo, los líderes cuentan mucho más que los seguidores, y la mayoría de los líderes Palestinos permanecen desmontados.
Volviendo a los estados de Oriente Medio, dos pesos medios apoyan el acuerdo, Egipto y Arabia Saudí y dos pesos pesados se oponen, Irán y Siria. El régimen Iraní denuncia ferozmente el acuerdo y ha hecho voto de oponerse con sus violentas legiones entre los Palestinos y en el Líbano, en Jordania, y en Egipto. El presidente Asad de Siria también desea deshacer el acuerdo, pero él juega un juego más tímido, anunciando que ni luchará contra el acuerdo mismo ni frenará a los que deseen oponerse. Esta política sutil le permite desplegar las facciones de la OLP en Damasco sin ponerse al gobierno de los Estados Unidos en contra. Es el inteligente, Asad.
Es probable que tal oposición poderosa limite la importancia del compromiso de Rabin-Arafat. En este contexto, vale la pena recordar que Anwar as-Sadat también jaleó el acuerdo de paz Egipto - Israel en 1979 como "un momento histórico crucial". Pero no fue más que un cambio de carriles. Dado que los líderes de los Palestinos y los de los Árabes no siguieron a Sadat a hacer las paces con Israel, ese tratado no terminó con la confrontación Árabe-Israelí; alteró simplemente los términos. Por ejemplo, en cuanto Egipto se retiró del conflicto, el régimen revolucionario a estrenar en Irán entró en juego y tomó con eficacia el lugar de Egipto como uno de los estados más peligrosos para la seguridad de Israel. El nuevo acuerdo es probable que sea limitado de manera semejante.
El hecho de que los Palestinos fundamentalistas y los izquierdistas radicales rechacen el giro de Arafat hacia la paz señala a un asunto más amplio; los líderes Palestinos no son amos de su propio destino, sino que dependen en gran parte de los estados de Oriente Medio. No toman las últimas decisiones de guerra y paz; los estados hacen esto. Ni controlan los aviones de guerra en Siria ni los misiles en Irán ni siquiera los cuchillos de los Palestinos fundamentalistas. Si Irán y Siria deciden continuar el conflicto contra Israel, continúa.
En Abril de 1990 conjuré una fantasía: suponer que Arafat y los Israelíes llegan a un acuerdo completo de auto-gobierno Palestino, ¿qué cambiaría?. "No mucho. Los misiles Sirios y los soldados Jordanos permanecerían en su lugar, como la paz fría con Egipto, mientras que los elementos anti-Arafat de la PLO continuarían practicando el terrorismo. La intifada continuaría probablemente, incluso si estaba debilitada". Ahora cambiaría algunas palabras, pero el resto básicamente continúa siendo válido: los estados son el agente dominante en el conflicto con Israel.
Por otra parte, ¿qué significa que Hafiz al-Asad firmó un tratado de paz con los Israelíes?. "En ese caso, la guerra entre estados llegaría a un fin virtual porque Amman seguiría inmediatamente el ejemplo de Damasco. Algunos de los grupos Palestinos respaldados por Siria llegarían a un entendimiento con Israel, como Arafat. Aunque los extremistas Palestinos continuarían desenfrenados, el conflicto llegaría a ser mucho menos peligroso".
Porque Yasir Arafat no puede imponer su voluntad en Gaza ni en un solo estado, él es en última instancia más una figura mediática que un poder. Si él y su banda son abandonados en un rincón, como parece al caso, su acuerdo con Israel se marchitará probablemente. Si tiene éxito, no será una solución al conflicto Árabe-Israelí sino un acuerdo interino con muchos baches aún por superar.