En conversaciones privadas con funcionarios de la administración Bush esta última semana, me impresionó favorablemente su realismo a tenor del plan "hoja de ruta" para detener la violencia palestino israelí auspiciado por Estados Unidos. Pero me temo no obstante que las cosas podrían salir rana.
Esos temores se desprenden de los siete años (1993-2000) transcurridos desde la ronda de conversaciones palestino israelíes de Oslo, cuando las iniciativas israelíes sinceras para resolver el conflicto no hicieron sino agravarlo. Extraje dos principales lecciones de las negociaciones palestino israelíes:
- A menos que los palestinos acepten la existencia de Israel, los acuerdos que contraigan no tendrán ninguna relevancia.
- A menos que los palestinos sean obligados a respetar su promesa de renunciar a la violencia, cerrar acuerdos con ellos recompensa el terrorismo y por tanto propiciará más actos de violencia.
Mi advertencia de hoy se refiere a los dos puntos. Las ambiciones palestinas de destruir el estado judío siguen presentes. Y la capacidad del gobierno estadounidense de forzar el respeto palestino a los términos mejor que los israelíes sigue en entredicho.
Preguntado una y otra vez por estas dudas de las intenciones palestinas y la supervisión estadounidense, las autoridades con las que me entrevisté ofrecieron análisis imponentemente profundos:
- A tenor de las intenciones palestinas de destruir Israel, replican la reciente intervención del Secretario de Estado Colin Powell diciendo temerse que "las organizaciones palestinas no hayan renunciado a la empresa de destruir el estado de Israel".
- De la necesidad de obligar al respeto a los términos de los acuerdos contraídos, ambos funcionarios insisten en que las conversaciones de la hoja de ruta se detendrán en seco si los palestinos incumplen sus promesas. Uno de ellos también avanzó que no se esperaría que Israel cumpliera sus promesas si los palestinos contravinieran las suyas.
Me complació especialmente la modestia de sus aspiraciones. En palabras de un funcionario: "Tenemos una tentativa de paz". Puso el acento en que el presidente de los Estados Unidos no puede chasquear sus dedos y esperar que los palestinos hagan lo prescrito. Manifestó una tranquilizadora consciencia de que este proyecto es delicado y de que sus probabilidades de éxito no son elevadas. Música para mis escépticos oídos todo.
Pero me preocupa. ¿No se combinarán la naturaleza humana y la inercia gubernamental para inducir a la administración Bush a sacar adelante la hoja de ruta a como dé lugar, saltándose los espinosos detalles que impiden que prospere? Supongamos que los atentados palestinos prosiguen; ¿no surgirá la tentación de pasarlos por alto en favor de cumplir el calendario diplomático?
Ése ha sido el patrón histórico siempre que las democracias negocian con enemigos totalitarios para cerrar sus conflictos, empezando por los intentos franco británicos de apaciguar a la Alemania Nazi de los años 30, siguiendo por el enfrentamiento entablado soviético estadounidense de los 70, el proceso de paz palestino israelí de los 90 y la política surcoreana hacia Corea del Norte desde 1998.
En cada uno de los casos, la quimera de que edulcorar los términos haría realidad el resultado buscado se prolongó hasta ser demolida por un importante episodio de violencia (la invasión alemana de Polonia, la invasión soviética de Afganistán, la segunda intifada).
En teoría, los legisladores estadounidenses puedan romper este patrón. Si los atentados palestinos contra Israel prosiguen, se anunciaría algo en la línea de: "Bueno, hicimos lo que pudimos, pero los palestinos nos fallaron. La hoja de ruta, una buena idea en principio, ha de posponerse hasta que ellos estén preparados para ella. Renunciamos a ello por ahora".
¿Podrán hacerlo? Probablemente lo sabremos dentro de poco, dado que los atentados se han prolongado a pesar de los indicios de que la Autoridad Palestina ha empezado a colaborar desde que tres organizaciones terroristas palestinas accedieran a una hudna ("tregua temporal") el 29 junio.
El Ministro israelí de Defensa Shaul Mofaz resumía así la situación: "Aparece una cierta contracción del número de alertas terroristas y también una cierta reducción de la incitación, pero los palestinos tienen todavía mucho que hacer hasta cumplir sus compromisos".
¿Cómo será de exigente el gobierno estadounidense con esos compromisos? Un indicador problemático surgía hace una semana, cuando Powell decía: "No podemos dejar… que incidentes sin importancia o un episodio aislado destruyan la promesa de la hoja de ruta que tenemos ante nosotros".
La repetición de Oslo está a un paso: para impedir la repetición de esa catástrofe, el escalafón oficial estadounidense ha de rechazar todo acto de violencia, y no ignorar deliberadamente "incidentes sin importancia".
El objetivo, que todo hijo de vecino tiene que tener muy presente, no es la firma de más acuerdos sino acabar con el terrorismo (a corto plazo) y la aceptación palestina de la existencia de Israel como estado judío soberano(a largo plazo).