Puede que los negociadores Palestinos e Israelíes estén reunidos en Washington, pero la atmósfera de relaciones Árabe-Israelíes sigue hoy fundamentalmente alterada respecto a la de hace tres meses. De hecho, recuerda a la de los pésimos días pre-1967.
Por aquel entonces, los enemigos de Israel creyeron ampliamente poder tumbar al estado Judío de un buen golpe. Su exceso de confianza explica por qué, sin que nadie lo deseara ni planease, la guerra total entró en erupción en Junio de 1967.
La asombrosa victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días entonces destruyó aparentemente la exuberancia Árabe y cerró para siempre la cuestión de su existencia permanente.
Pero no. El proceso de Oslo, junto con otras señales de desmoralización Israelí a lo largo de los últimos siete años, recalentó la sobreconfianza Árabe y despertaron a los perros durmientes de la guerra.
Los últimos dos meses, en especial, recuerdan en mucho a los años antes de 1967, los enemigos de Israel son tentados de nuevo por la opción militar.
En pocas palabras, la seguridad que la guerra había supuesto para Israel, la diplomacia la ha deshecho.
Basta escuchar cómo, durante los últimos dos meses, declarar la guerra a Israel se ha convertido en una opción real para los estados Árabes e Irán.
Como de costumbre, Iraq actúa sobresaliendo, llamando a la jihad para "liberar Palestina" y "poner fin al Sionismo". Saddam Hussein ha reclutado ruidosamente a dos millones de voluntarios para luchar contra Israel y ha enviado una división de soldados a su frontera más cercana a Israel.
El líder supremo de Irán, el Ayatolá Ali Khamene'i, ha llamado a Israel un "tumor canceroso" que se debe "extirpar". El régimen impune Sirio de Bashar Assad ha confundido los sables con la posibilidad de guerra. En El Cairo, informa Middle East Newsline, el debate actual es acerca de "si la mini-guerra Israelí-Palestinos se extenderá a una confrontación regional. En ese punto, la pregunta es si Egipto se incorporará a la batalla".
El Presidente Egipcio Hosni Mubarak niega planes de guerra total ("una guerra hasta el último soldado Egipcio no está en absoluto entre las posibilidades") pero hace sonoras amenazas de "entrar en el túnel de lo desconocido".
Los analistas Israelíes reconocen este peligro. Por ejemplo, Yuval Steinitz, el sesudo miembro del Likud en el Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset, observa que "Egipto se está preparando para un conflicto con Israel, aunque no necesariamente una guerra total".
El gobierno de los Estados Unidos ha reconocido, a través de la persona de Martin Indyk - su embajador a Israel - este peligro. Indyk notó cómo las confrontaciones Israelí-Palestinas de las últimas semanas han hecho que algunos en el mundo Árabe recuperen la idea del recurso a una opción militar contra Israel. Él llama a éstos "un desafío muy peligroso".
¿Cómo surgiría una guerra total realmente?. Hezbolá, la organización Libanesa Islamista que expulsó a las fuerzas de Israel del Sur del Líbano a comienzos de este año, es probablemente la clave, porque Israel ha prometido castigar la agresión de Hezbolá golpeando blancos Sirios.
He aquí el panorama de un conflicto que comienza sin que nadie tenga intención (como en 1967) de la portada de The Jerusalem Report, "Qué Podría Provocar una Guerra": Francotiradores Palestinos matan a niños Judíos, las fuerzas Israelíes responden con artillería, una de las cuales se pierde y mata a 20 niños Palestinos. Furiosos manifestantes salen a la calle por todo Oriente Medio. Aprovechando estos sentimientos, Hezbolá ataca el norte de Israel. Según lo prometido, Israel toma represalias contra blancos Sirios, incitando una movilización Siria, Egipcia, y de otras fuerzas, incluyendo las que están en Israel. En este punto, concluye el Informe, "Una guerra total en todos los frentes está a un movimiento del gatillo". ¿Quién accionaría el gatillo?. Saddam es un candidato probable. Una fuente Palestina observa que "Saddam quiere levantar una guerra regional que pueda liderar". Los Israelíes están deacuerdo: un funcionario militar veterano cuenta con que los Iraquíes "estén encantados de participar" en un conflicto contra Israel.
Si tal descenso hacia la guerra no va a tener lugar, Israel debe calibrar cuidadosamente sus acciones para lograr dos metas casi contradictorias: disuadir a enemigos potenciales (estar dispuesto a utilizar la fuerza y a perder vidas); Y no agitar la calle Árabe (desplegar la violencia de manera inteligente y controlada).
Este es un par excesivamente difícil de objetivos y se convierten en más difíciles de alcanzar mientras cada nuevo día de violencia disminuya simultáneamente la disuasión Israelí y aumente la cólera Árabe.
Para estar seguro, el gobierno de Israel ha tomado algunas medidas (por ejemplo, enviar una advertencia privada a Damasco y reforzar las tropas en los Altos del Golán) pero tales gestos fáciles por sí solos no serán suficientes.
Cuanto más pronto Israel comience a disuadir seriamente a sus enemigos potenciales, más posibilidades tendrá de disipar los vientos de guerra.