¿Cómo puede Israel reparar sus heridas en el Líbano meridional, en donde alrededor de mil de sus soldados han muerto en más de dos décadas?.
Un camino - preferido por el gobierno de Barak y por la mayoría de los Israelíes - es llegar a un acuerdo con el Presidente Hafez Assad de Siria, el hombre que toma las decisiones clave en el Líbano. La esperanza de cerrar este acuerdo ayuda a explicar por qué varios gobiernos Israelíes han demostrado tal extraordinaria flexibilidad para tratar con el hombre fuerte de Damasco, incluso hasta el extremo de ofrecerle los Altos del Golán, con la esperanza de que esto detendrá los misiles y a los terroristas que cruzan la frontera.
Pero esta esperanza se presupone de la dudosa asunción de que Assad mantendría sus promesas después de conseguir el Golán de vuelta: un vistazo cercano a su historial muestra una trayectoria casi perfecta de treinta años de romper su palabra con todos - Turcos, Libaneses, Israelíes, Jordanos, Rusos, y Americanos. Incluso después de que tenga el Golán, hay buenas razones para suponer que Hezbolá acosaría a Israel.
Se necesita una medicina más fuerte.
La experiencia reciente de Turquía sugiere lo que podría ser. Comenzando en 1984, una organización Marxista - Leninista, el Partido del Trabajador del Kurdistán (PKK), comenzó a utilizar Siria como plataforma de lanzamiento de ataques terroristas contra Turquía. Hacia 1987, esta insurrección había crecido tanto que el presidente Turco viajó a Damasco para exigir su cese; Assad estuvo deacuerdo, y en Julio de 1987, ambos gobiernos firmaron solemnemente un protocolo de seguridad que prometía "obstruir a los grupos implicados en actividades destructivas dirigidas contra el otro en su propio territorio y no volver la vista ante ellos de ninguna manera". Pero este acuerdo logró poco, pues los ataques del PKK pronto empezaron otra vez.
De hecho, la situación se volvió tan mala que el presidente Turco tomó la medida sin precedentes, en octubre de 1989, de amenazar públicamente a Damasco con que o cumplía el acuerdo de 1987 o su suministro de agua disminuiría. Esta advertencia condujo a una reducción de los ataques del PKK, pero no durante mucho tiempo.
Hacia 1992, los funcionarios Turcos comenzaron a hablar públicamente sobre el problema del PKK; los Sirios respondieron firmando un segundo protocolo de seguridad. En cuestión de meses, sin embargo, los ataques volvieron a empezar. A finales de 1993, un funcionario Turco lanzó un primer aviso militar: "Turquía no puede tolerar ataques terroristas desde cualesquiera de sus vecinos… Se dará la respuesta necesaria".
Más rondas de negociaciones y acuerdos siguieron, todos con poco efecto. Había evolucionado un patrón: Amenazas Turcas, un paréntesis Sirio, vuelta a los ataques, seguidos de nuevas amenazas Turcas y otro ciclo.
Los Turcos se agitaban cada vez más mientras los Sirios hacían promesas que no cumplían. Finalmente, a mediados de Septiembre de 1998, Ankara se puso seria y realizó una serie de exigencias a Damasco (dejar de reclamar territorio Turco, cerrarlos campamentos del PKK, y extraditar al líder del PKK) mientras altos funcionarios realizaron una andanada de portentosos mensajes. "Estamos perdiendo nuestra paciencia y reclamamos el derecho de tomar represalias contra Siria", anunció el presidente. El primer ministro acusa Siria de ser "el cuartel general del terrorismo en Oriente Medio" y advirtió a Damasco que el ejército Turco "esperaba órdenes" para atacar. El jefe de personal describió las relaciones con Damasco como una "guerra sin declarar". Cada partido político en el parlamento firmó una declaración que invitaba a Siria a suspender su ayuda al PKK o "asumir las consecuencias". Los medios de comunicación se pusieron serios, divulgando cada suceso en tono inflamable.
Comenzaron los ejercicios militares cerca de la frontera Siria.
Entonces, repentinamente, Assad cedió, expulsando incondicionalmente al líder del PKK y finalizando la ayuda Siria al PKK. Y lo que es más: esta vez mantuvo su palabra. Los funcionarios Turcos dicen estar satisfechos con las acciones de Siria y se han disipado las tensiones. Ahora hay conversaciones de comercio creciente y los visitantes están cruzando ya la frontera en gran número.
Todo lo cuál implica una pregunta importante para Israel: ¿Podría ser que las negociaciones con Damasco, en curso desde 1991, fueran vanas?. ¿Que la única manera de parar la violencia es emulando a los Turcos y haciendo una amenaza creíble de fuerza?. Algo como: "Sr. Assad: Detenga Hezbolá o bien…"
Algunas voces Israelíes han solicitado de hecho este "modelo Turco" - nombres prominentes incluyendo a Uzi Landau, Efraim Inbar, y Eli Karmon. Pero las suyas son voces que se lleva el viento. Solo con el tiempo, mientras un acuerdo negociado con Damasco aún no tiene lugar o (lo que es peor) prueba ser ilusorio, los Israelíes se darán cuenta de que no hay sustituto de una política de fuerza hacia Damasco.
Los dictadores totalitarios entienden este lenguaje y ningún otro.