Con la ronda de negociaciones Sirio - Israelíes de Hafez Assad permanentemente difunta, ahora es el momento para un poco de retrospectiva. Durante el último estertor de la diplomacia, que duró desde Diciembre de 1999 hasta Marzo del 2000, académicos Occidentales, periodistas y políticos hicieron un montón de predicciones en la dirección incorrecta que vale la pena escrutar, porque contienen algunas lecciones útiles.
La opinión informada en Israel y Occidente convino en que el régimen Sirio había tomado una decisión acerca de la paz con Israel; solamente quedaban por resolver los detalles. "La paz es vital para Assad", escribió Hirsh Goodman, anterior columnista de este periódico, y casi todos estuvieron deacuerdo.
Reuters enumeró servicialmente las tres razones más comúnmente citadas por las que Assad necesitaba acabar el conflicto con Israel: su mala salud y la necesidad de preparar el camino para el hijo Bashar, la extrema debilidad de la economía Siria, y la humillación de ver que los Altos del Golán permanecen en manos Israelíes. El presidente Clinton buscando una herencia también fue citado a veces.
El comienzo de las negociaciones en Diciembre inspiró una orgía de pronósticos optimistas. La paz está "a nuestro alcance", afirmó convencido Clinton. Itamar Rabinovich, quizá la principal autoridad sobre Siria de Israel, juzgó la vuelta a las negociaciones como "el momento más prometedor hasta la fecha para llegar a un acomodo Sirio – Israelí". El embajador de Israel en Washington declaró ser en persona "un optimista" de que las negociaciones resolverían el conflicto Sirio - Israelí. El ministro Haim Ramon anunció audazmente que el gobierno "se embarcaba en negociaciones que traerán la paz total" con los Árabes y "la aceptación del mundo Árabe entero de que Israel puede existir en la región en paz y seguridad". Los hombres de negocios Israelíes hablaban de abrir fábricas en Siria y los tipos de cámaras de comercio anticipaban un gran auge post-tratado de desarrollo económico.
Este buen entusiasmo persistió incluso hasta después de que las conversaciones colapsaran a comienzos de Junio. Sin verse disuadido, Clinton anunció con confianza que tanto Assad como el Primer Ministro Ehud Barak "desean una paz que satisfaga las necesidades de cada uno". El Ministro de Exteriores de Francia Hubert Vedrine, más cauteloso, declaró ser "razonablemente optimista". Algunas almas aventuradas especificaron hasta cuando se llegaría a un acuerdo.
Rabinovich predijo en Diciembre que Assad "debe haber calculado que se debe hacer la paz dentro de los próximos meses". "Una cuestión de meses", repitió Barak.
Osama al-Baz, alto funcionario Egipcio implicado en la diplomacia Árabe-Israelí desde 1974, más que nadie, fue algo más vago, al predecir "varios meses y quizás un año antes de alcanzar un acuerdo de paz". El Secretario de Estado Auxiliar Martin Indyk, otro observador veterano, sopesó similarmente: "Ambas partes confían en alcanzar una paz razonable este año". "Este año definitivamente", concurrió el Rey Abdullah II de Jordania.
Es llamativo observar que estas predicciones embarazosas son parte de un patrón establecido. Allá por Agosto de 1994, por ejemplo, Fawaz Gerges de la Princeton University profetizó que "es inminente un avance en las conversaciones de paz Sirio - Israelíes". La prensa Árabe era aún más específica, divulgando que Damasco y Jerusalén llegarían a un "progreso palpable" antes del fin de 1994. En 1995, el Presidente de Francia Jacques Chirac predijo en público que un acuerdo Israel - Siria sería firmado antes del final de 1995, al igual que su homólogo Egipcio, Hosni Mubarak. Las mismas predicciones erróneas se han venido repitiendo cada año desde entonces, hasta el momento de la muerte de Assad.
En pocas palabras, casi sin excepción durante seis años, voces con autoridad ignoraron los evidentes signos recalcitrantes Sirios e insistieron en predecir que las negociaciones Sirio - Israelíes culminarían con un acuerdo de paz firmado.
Cuando casi todos los que saben lo entienden mal, y lo hacen año tras año, ¿qué conclusiones deberían sacarse?.
Primero, guardarse de la mentalidad de la manada. Sólo porque todos estén deacuerdo en lo que está a punto de suceder, no es razón alguna para que suceda. No tema contar su opinión, incluso en una minoría minúscula.
En segundo lugar, responsabilizar a los analistas políticos de sus predicciones. Cuando los beneficios de una compañía no cumplen lo que se espera, ruedan cabezas. Pero en política, las predicciones desgraciadas apenas cuentan. Para solucionar esto, los medios de comunicación deberían no perder de vista quién dice qué, llevando la cuenta a menudo, y (como los encargados de los fondos de las mutuas) escuchar a esos con un historial de aciertos.
Tercero, escuchar con el debido escepticismo cuando políticos y otros hacen profecías. Por ejemplo, Barak ha afirmado que si las negociaciones con Siria fracasan, "no habría salida a otra ronda de confrontación con el mundo Árabe". Bien, quizá. Y tal vez la posesión del Golán por Israel reduce las posibilidades de guerra.