Hasta la fecha, solamente dos líderes totalitarios han tenido éxito en pasar el poder a sus hijos. En 1994, Kim Il Sung de Corea del Norte logró esta hazaña inverosímil. Y precisamente hace un año este domingo, el presidente de Siria Hafez al-Assad repitió el truco. En ambos casos los "jóvenes príncipes revolucionarios" han pasado un mal rato sucediendo a sus formidables padres, hasta el punto de que uno se pregunta si estos novatos pueden mantenerse en el poder.
El caso del Presidente Sirio de 35 años Bashar al-Assad es particularmente interesante porque intentó salirse del negocio familiar. Su carrera de oftalmología le llevó a Londres y a los mundos de la ciencia y la alta tecnología.
Solamente tras la muerte de su hermano mayor en 1994 Bashar fue solicitado y enrolado por su padre en un curso rápido sobre dictaduras. A la muerte de Hafez el pasado 10 de Junio, los grandes del régimen llevaron a Bashar a la presidencia sin titubear.
Este contexto sugiere por una parte que el supuesto oftalmólogo Bashar está hecho de una pasta muy diferente a la de su megalomaníaco padre. Por otra, señala un gobernador neófito incapaz de cortar remotamente con los hombres de su padre.
Y el primer año de Bashar en el puesto ha reflejado de hecho esta dualidad.
Por ejemplo, empezó a abrir el país y después se echó atrás. Las conferencias y los grupos de discusión fueron temporalmente autorizados a celebrarse, después los organizadores tenían que proporcionar detalles completos de cada acto (participantes, tema, etc.)15 días por adelantado para conseguir una licencia del gobierno, cerrando de hecho este pequeño paso hacia la sociedad civil.
En asuntos exteriores, también, Bashar sigue una trayectoria errática. Un momento, habla de resolver el conflicto con Israel, el siguiente escupe un anti-Sionismo extremo (llamando a la sociedad Israelí "aún más racista que el Nazismo") y enajena a los Israelíes con un anti-Semitismo desagradable (los Israelíes intentan "matar los principios de todas las religiones con la misma mentalidad con la cual traicionaron a Jesucristo").
Bashar habla con dureza y actúa con debilidad. Después de que aviones Israelíes alcanzaran estaciones de radar Sirias a mediados de Marzo, matando a tres soldados Sirios, su portavoz se jactó de que "Siria - el liderazgo y el pueblo - no se quedará parada ante ataques Israelíes continuados contra la nación Árabe". Pero entonces Bashar pasó a hacer exactamente eso - quedarse parado. Incluso dio órdenes a sus aliados Libaneses de que lo ignoraran.
Hablando del Líbano, aunque se estima que Bashar continúa desplegando unos 35.000 soldados uniformados y 25.000 funcionarios de inteligencia en ese país, lo que el New York Times llama "la amenaza helada de su padre" se ha evaporado.
Incluso el presidente Libanés, hasta ahora un perrito faldero de la corte de Damasco, se atrevió a llamar a la ocupación Siria "temporal". Uno se pregunta cuánto tiempo puede continuar la ocupación.
En cuanto a los Estados Unidos, Bashar pide la simpatía Americana hacia su gobierno, pero después socava su posición ampliando dramáticamente las relaciones diplomáticas y económicas con el Presidente Iraquí Saddam Hussein. En palabras de un alto funcionario de los Estados Unidos, esto es "un juego peligroso para Siria y un gran error".
Con tal historial, nadie puede calcular si Bashar se propone continuar tras los pasos de su padre o efectuar cambios fundamentales en el sistema de gobierno. El problema es, que ambas trayectorias parecen actualmente inalcanzables.
Mantener la perversa obra maestra de Hafez de una Siria - donde el líder domina cada aspecto de la vida de su país, ocupa al vecino Líbano y juega a un juego de política en la cuerda floja con Israel - está probablemente más allá de la astucia o de la crueldad de Bashar.
Asimismo, romper realmente con el antiguo sistema - abriendo Siria a la vida económica y política normal, retirándose del Líbano y terminando el conflicto con Israel - también exige más habilidad e iniciativa de la que él ha demostrado.
Los líderes extranjeros tienen cosas inusualmente críticas que decir sobre Bashar.
"Basura" es como Edward S. Walker, Jr., el recientemente jubilado asistente del secretario de estado para Asuntos de Oriente Próximo de los Estados Unidos, describió su retórica. "Horrorosas" es como el Canciller Alemán Gerhard Schröder caracterizó sus negociaciones con Bashar.
En el aniversario de su primer año, en otras palabras, Bashar da la impresión de no estar a la altura del empleo, pero hinchándose de aire de un día para otro. Por supuesto, puede que evolucione en un gobernador efectivo y con más decisión, pero eso sólo puede suceder si logra permanecer en el gobierno.
La incompetencia de Bashar corre el riesgo de fragmentar el poder que Hafez duramente se ganó. A menos que sea mucho más mañoso de lo que ha demostrado hasta ahora, los días de la dinastía Assad estarán contados.