En una afirmación bien conocida y harto repetida, el erudito Francés Ernest Renan escribió en 1851 que, al contrario que los otros fundadores de las religiones importantes, el profeta Mahoma "nació a la luz de la historia".
De hecho, de buscar Mahoma en cualquier libro de consulta, los hechos más importantes de su vida están a la vista con seguridad: nacimiento en el 570 DC en La Meca, carrera como comerciante de éxito, primera revelación en el 610, viaje a Medina en el 622, regreso triunfante a La Meca en el 630, muerte en el 632.
Mejor todavía, léase la historia estándar de 610 páginas de la vida de Mahoma en inglés, por W. Montgomery Watt, y hallará una biografía profusamente detallada.
Hay, sin embargo, dos problemas importantes con esta biografía estándar, según lo explicado en un nuevo estudio fascinante, La Búsqueda del Mahoma Histórico, editado por Ibn Warraq (Prometheus Books).
Primero, la masiva documentación acerca de Mahoma deriva a cada paso de fuentes escritas Árabes - biografías, colecciones de la vida y obra del profeta, etcétera - el primero de los cuales data de un siglo y medio tras su muerte.
Este largo lapso de tiempo no sólo arroja dudas sobre su exactitud, sino que la evidencia interna sugiere con fuerza que las fuentes Árabes fueron compiladas en el contexto de intensas peleas partisanas acerca de la vida del profeta.
Por trazar una analogía Americana: Es como si los primeros escritos de la Convención Constitucional de los Estados Unidos de 1787 sólo hubieran sido escritos recientemente, y esto en el contexto de polémicos debates acerca de la Constitución.
En segundo lugar, las fuentes anteriores a la vida del profeta que sobreviven contradicen drásticamente a la biografía estándar. En parte, éstas son fuentes literarias en idiomas distintos al Árabe (como el Armenio, Griego, o Sirio); en parte, son restos de materiales (tales como papiros, inscripciones, o monedas).
Aunque la falta de fiabilidad de las fuentes literarias Árabes ha sido comprendida desde hace un siglo, sólo recientemente los eruditos han comenzado a explorar sus implicaciones completas, particularmente gracias al trabajo demoledor del académico Británico John Wansbrough. Con el espíritu de "es interesante si es cierto", revisan con escepticismo las fuentes escritas Árabes y concluyen que éstas son una forma de "historia de salvación" - citas poco fiables e interesadas de creyentes.
El grueso de los detalles, según los académicos revisionistas, es falso casi totalmente. Tan poco fiable encuentran la historia tradicional, según ha escrito Patricia Crone memorablemente, que "uno podría, de ponerse a ello, reescribir la mayor parte de la biografía del Mahoma de Montgomery Watt al revés".
Por ejemplo, una inscripción y una cita Griega lleva a Lawrence Conrad a corregir el nacimiento de Mahoma en el 552, no en el 570. Crone halla que la carrera de Mahoma no tuvo lugar en La Meca sino a miles de kilómetros al norte. Yehuda Nevo y Judith Koren descubren que la lengua Árabe clásica no se desarrolló en Arabia Saudí sino en Levante, y que llegó Arabia solo a través de los esfuerzos de colonización de uno de los primeros califas.
Sorprendentes conclusiones se derivan de esto. Los hombres de las tribus Árabes que conquistaron vastas extensiones de territorio en el siglo séptimo no eran Musulmanes, quizá eran paganos. El Corán no es "un producto de Mahoma y ni siquiera de Arabia", sino una colección anterior de materiales litúrgicos Judeo - Cristianos cosidos para cubrir las necesidades de una edad posterior.
Más ampliamente, "no hubo Islam como lo conocemos" hasta dos o trescientos años después de la versión tradicional (más hacia el 830 DC que el 630); no se desarrolló en los desiertos distantes de Arabia sino a través de la interacción de los conquistadores Árabes y sus pueblos sometidos más civilizados. Algunos eruditos van incluso más allá, dudando hasta de la existencia de Mahoma.
Aunque embarcada en una búsqueda puramente académica, la investigación disponible en La Búsqueda del Profeta Mahoma provoca cuestiones básicas a los Musulmanes referentes al papel del profeta como modelo moral; las fuentes de la Ley Islámica; y la naturaleza divina del Corán. No obstante, no es sorprendente saber que los Musulmanes piadosos prefieren evitar estos temas.
Su principal estrategia hasta la fecha ha sido la negligencia - esperando que el revisionismo, como un dolor de muelas, simplemente se fuera.
Pero los dolores de muelas no desaparecen espontáneamente, y tampoco lo hará el revisionismo. Es probable que un día los Musulmanes sean consumidos por los esfuerzos de responder a sus desafíos, justo como ocurrió a Judíos y Cristianos en el siglo XIX, cuando hicieron frente a investigaciones académicas similares. Esos dos credos sobrevivieron a la experiencia - aunque cambiaron profundamente en el proceso - y así lo hará el Islam.