¿Cuál debería ser el objetivo de los Estados Unidos en Iraq?. El gobierno Americano es claro en este punto: es "un Iraq libre y pacífico", el cual se presenta como crítico para la estabilidad de Oriente Medio, que, a su vez, "es crítico para la seguridad del pueblo Americano".
Un Iraq libre y pacífico es uno a imagen Americana - democrático, liberal, capitalista, bajo el gobierno de la ley. Mientras que soy por completo simpatizante de esta visión - ¿quién no podría serlo?- me preocupa tanto que los Iraquíes no den la bienvenida a la dirección Americana como que tal ambición sea en última instancia poco realista.
Mis pensamientos sobre la segunda de estas preocupaciones son clarificados por el nuevo y destacado libro de Samuel P. Huntington, Quiénes Somos: Los Desafíos a la Identidad Nacional de América, que sale en Mayo. En él, el profesor de Harvard analiza el impacto que otras civilizaciones están teniendo en América - vía inmigración, bilingüismo, multiculturalidad, devaluación de la ciudadanía, y la desnacionalización de la élite Americana. Argumenta elocuentemente en favor de la necesidad de reafirmar los valores Americanos clave frente a este desafío.
Por el camino, Huntington observa que los Americanos pueden elegir entre tres visiones ampliamente extendidas de su país en lo referente al mundo exterior.
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Cosmopolita: América "celebra el mundo, sus ideas, sus bienes, y, lo que es más importante, a su pueblo". En esta visión, el país se esfuerza por llegar a ser multiétnico, multirracial, y multicultural. Los Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales influencian cada vez más la vida Americana. La diversidad es una meta en sí misma; la identidad nacional pierde importancia. En resumen, el mundo modela a América.
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Imperial: América modela al mundo. Este impulso es alimentado por una creencia en "la supremacía del poder Americano y la universalidad de los valores Americanos". La fuerza militar, económica, y cultural únicas de América conlleva la responsabilidad de afrontar el mal y ordenar el mundo. Se asume básicamente que otros pueblos comparten los mismos valores que los Americanos; Los Americanos deben ayudarles a alcanzar esos valores. América es más "el componente dominante de un imperio supranacional" que una nación.
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Nacional: "América es diferente" y su pueblo reconoce y acepta lo que le distingue de otros. Esa diferencia deriva en gran medida del compromiso religioso de la nación y su cultura Anglo-Protestante. La perspectiva nacionalista preserva y realza esas cualidades que han definido a América desde sus albores. En cuanto a la gente que no son Anglosajones Protestantes blancos, "se convierten en Americanos al adoptar su cultura Anglo-Protestante y sus valores políticos".
Huntington resume esta tríada de opciones: "América se convierte en el mundo. El mundo se convierte en América. América sigue siendo América".
La izquierda tiende a la visión cosmopolita; la derecha se divide entre imperialistas y nacionalistas. Personalmente, he dudado entre los dos últimos, deseando en ocasiones que los Estados Unidos exportaran su mensaje político humano y otras veces temeroso de que tales esfuerzos, deseables sin embargo, estén más allá del alcance Americano y terminen en desastre.
Lo cual nos lleva de vuelta a Iraq y a las opciones actuales.
Los cosmopolitas rechazan el unilateralismo de la campaña de Iraq, desdeñando la noción de dirigir a los Iraquíes hacia "un país libre y pacífico", y profundamente recelosos de los motivos de la administración Bush. Se manifiestan en las calles y lanzan agrios ataques verbales en estudios de televisión.
Los imperialistas están dirigiendo la política Americana hacia Iraq, en donde ven una oportunidad única no sólo de rehabilitar ese país sino de extender el espíritu Americano por todo Oriente Medio.
Y los nacionalistas se encuentran, como de costumbre, en alguna parte en medio. Simpatizan con la visión imperial pero se preocupan por su sentido práctico y consecuencias. Como patriotas, se enorgullecen de los logros Americanos y esperan que la influencia de los Estados Unidos se extienda. Pero tienen dos preocupaciones: que el mundo exterior no esté listo para Americanizarse y que los Americanos estén poco dispuestos a emplear sangre y tesoro para llevar a cabo una misión imperial.
Huntington es claramente un nacionalista. Menos claramente, yo también. Creo que la meta de los Estados Unidos en Iraq se debe restringir más estrechamente a proteger intereses Americanos. Espero que la población Iraquí se beneficie del derrocamiento de Saddam Hussein y pueda comenzar de cero, al tiempo que rechazo la rehabilitación de Iraq como el estándar por el cual juzgar la empresa Americana allí.
La maquinaria militar Americana no es ni un instrumento para trabajo social, ni para rehacer el mundo. Es, más bien, el medio principal por el cual los Americanos se protegen a sí mismos contra amenazas violentas externas. La meta de los Estados Unidos no puede ser un Iraq libre, sino un Iraq que no ponga en peligro a Americanos.