¿Deben los Estados Unidos ser soberanos o deben doblegarse ante Naciones Unidas y otras instituciones internacionales?.
John Fonte, del Instituto Hudson, demostró en un denso artículo del 2002, "democracia liberal contra progresismo transnacional: El futuro de la guerra civil ideológica dentro de Occidente", que porciones de la izquierda quieren acabar con la democracia norteamericana entregando a barones no electos de instituciones internacionales una autoridad mayor que la del gobierno de Estados Unidos. Como lo expresé en mi resumen de su trabajo, "Los peligros [izquierdistas] del pensamiento global",
incapaces de alcanzar sus metas a través de las urnas, profesores de derecho, activistas políticos, funcionarios de fundación, burócratas de ONG, ejecutivos de corporación, y políticos en ejercicio buscan hoy alcanzar esas metas denigrando los dos pilares centrales de la democracia liberal moderna, el ciudadano individual y la nación - estado.
En mi inocencia, me imaginaba que tener a los republicanos a cargo en Washington ahorraría a los norteamericanos los estragos de este "izquierdismo burocrático". Y de hecho, allá por julio del 2004, cuando trece demócratas del Congreso enviaron una carta al secretario general Kofi Annan solicitando que la ONU supervisase las elecciones norteamericanas del 2 de noviembre del 2004, aprendieron dos cosas: las directrices de la ONU exigen que tal solicitud venga de la administración Bush pero la administración Bush no enviaría tal petición. Ni el congreso tragaría; el Congreso, de control republicano, aprobó una enmienda prohibiendo a funcionarios federales ejecutivos solicitar a la ONU que asuma alguna autoridad a la hora de determinar el producto del proceso electoral norteamericano. El republicano Steve Buyer (de Indiana), garante de esta prohibición, explicó elocuentemente el motivo:
Durante más de doscientos años, esta nación ha celebrado elecciones, justa e imparcialmente, asegurándose de que el voto de cada persona contara. Cuando se han presentado problemas, el Congreso y los estados les han hecho frente. El Congreso aprobó el Acta de Derechos de Votación en 1965. Igual que el último Congreso, decretamos el Acta Ayuda a América a Votar para consolidar el proceso de sufragio.
Imagínense, yendo a su colegio electoral la mañana del 2 de noviembre y ver cascos azules extranjeros dentro de su biblioteca local, escuela o parque de bomberos. Las Naciones Unidas han enviado monitores a Haití, a Nicaragua, a Angola, a Mozambique… ¿y ahora a Estados Unidos?. La autoridad constitucional que garantiza la integridad de las elecciones norteamericanas descansa en los estados y en el Congreso.
Habiendo fracasado con las Naciones Unidas, los trece demócratas del Parlamento solicitaron en su lugar al Departamento de Estado que lo arreglara con otros monitores de las elecciones. Y ahora llegan noticias, según informa Joseph Curl en el Washington Times, de que el Secretario de Estado Auxiliar, Paul V. Kelly, escribió una carta a esos trece, informándoles de que la administración Bush acordó permitir observadores en noviembre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en la Oficina de Europa para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos. Urdur Gunnarsdottir, de la OSCE, indica que un equipo de observadores llegará en septiembre para planificar la monitorización de las elecciones, incluyendo cuántos observadores va a desplegar y dónde enviarlos.
El presidente Bush explicó su lógica para permitir esto: "Miren, puedo entender por qué los afroamericanos, en particular, se preocupan por poder votar, puesto que el voto les fue negado durante tanto tiempo en el sur, en particular. Entiendo eso. Y esta administración quiere que todos voten".
Como era de esperar, los demócratas aplaudieron lo de la delegación de monitores. Bárbara Lee (demócrata de California) lo llamó "un paso en la dirección adecuada para asegurarse de que las elecciones de este año sean justas y transparentes". Pero el republicano Eddie Bernice Johnson (demócrata de Tejas) tanteó las implicaciones generales. "La presencia de monitores asegurará a los norteamericanos que América tiene interés en sus votos y tiene interés en su posición en el mundo".
Oh, y Curl dejó caer que observadores de la OSCE monitorizaron las elecciones de noviembre del 2002, así que el precedente existe ya.
Comentario: Esto es un paso significativo hacia la erosión de la soberanía norteamericana, no tanto operativamente (¿qué daño pueden hacer un puñado de monitores de elecciones?) como conceptualmente (poniendo a la OSCE y quizá más adelante a otras instituciones por encima de salvaguardas nacionales). Que una administración republicana esté consintiendo tales pasos lo hace doblemente preocupante.
Actualización del 16 de agosto del 2004: Una lectora señala que no fueron los trece demócratas los que de hecho extendieron la invitación a la OSCE, sino una carta del 8 de junio del 2004 del Departamento de Estado. Ella también observa que en enero del 2003, la OSCE publicó (en Varsovia) un "informe de la misión de garantía de las elecciones" de 16 páginas que evalúa las elecciones norteamericanas de noviembre del 2002.
Actualización del 17 de agosto del 2004: Se me solicitan los nombres de los trece demócratas, a continuación:
Corrine Brown de Florida
Julia Carson de Nueva York
William Lacy Clay de Missouri
Joseph Crowley de Nueva York,
Elijah Cummings de Maryland
Danny K. Davis de Illinois
Raul Grijalva de Arizona
Michael M. Honda de California
Eddie Bernice Johnson de Texas
Brenda Lee de Carolina del Sur
Carolyn Maloney de Nueva York
Jerrold Nadler de Nueva York
Edolphus Towns de Nueva York