Según un notable artículo de Scott Macleod en el número del 4 de abril de Time Magazine, el terrorista suicida que perpetró la peor atrocidad en Irak desde el colapso del régimen de Saddam Hussein era un jordano de 32 años que había vivido durante dos años en California.
Ra'ed Mansour al-Banna nació en Jordania en 1973 y creció en una económicamente próspera familia religiosa de comerciantes. Estudió Derecho en la universidad, licenciándose en 1996, y después comenzó su propia práctica legal en la capital jordana, Ammán. La abandonó tras tres años, y en 1999 empezó a trabajar medio año sin sueldo para el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en Ammán, ayudando a los iraquíes que huían de la tiranía de Saddam Hussein.
En el 2001, poco antes del 11 de Septiembre, Banna recibió un visado y se mudó a Estados Unidos, donde aparentemente residió en California durante casi dos años, pasando de un empleo no cualificado a otro – operario de fábrica, conductor de autobús, y fabricante de pizzas. Según su padre, Ra'ed trabajó hasta "en uno de los aeropuertos californianos". Si Ra'ed no llegaba económicamente a fin de mes, parecía irle bien, viajando a destinos tales como el Golden Gate Bridge o el World Trade Center, dejándose crecer el pelo y consumiendo música popular americana. Las fotografías enviadas a su familia en Jordania muestran a Banna cenando cangrejo, caminando por una playa de California, montado en moto, y de pie delante de un helicóptero militar mientras sostiene una bandera americana. Hasta planeaba casarse con una mujer cristiana, hasta que los padres de ella exigieron que la boda tuviera lugar en una iglesia.
Banna aparentemente amaba América, hablando a su familia de la honestidad y amabilidad de la gente; "Respetan a cualquiera que sea sincero". Talal Naser, un joven prometido con una de las hermanas de Ra'ed, explica cómo a Ra'ed "le encantaba la vida en América, comparada con los países árabes. Quería quedarse allí". Su padre, Mansour, recuerda que a pesar de los ataques del 11 de Septiembre, Ra'ed "no afrontó problema ninguno con sus compañeros de trabajo americanos, a los que él les gustaba".
Banna visitó su hogar en el 2003, pero a su vuelta a Estados Unidos se le negó la entrada, acusado de falsificar detalles de una solicitud de visado. Volvió a Jordania y se aisló, refugiándose en un apartamento-estudio temporal, durmiendo hasta tarde y mostrando un nuevo interés en religión. Comenzó a rezar cinco veces al día y a escuchar el Corán. En noviembre del 2004, fue de peregrinación a La Meca, volviendo a Arabia Saudí en enero del 2005.
El 27 de enero, Banna cruzó a Siria, probablemente camino de Irak. Al parecer pasó febrero con jihadistas sunníes en Irak, tiempo durante el cual llamó a casa varias veces, siendo la última llamada en torno al 28 de febrero.
El 28 de febrero resulta que también es la fecha en la que Banna se vistió como un terrorista suicida y se inmoló en una clínica en Al-Hilla, matando a 132 personas e hiriendo a 120, el peor de tales ataques de los 136 atentados suicida que han tenido lugar desde mayo del 2003. El 3 de marzo, la familia recibió una llamada que les informaba del sino de Ra'ed. "Felicidades, tu hermano ha sido mártir".
Un amigo reveló que Banna se radicalizó políticamente contra la política americana en el mundo musulmán mientras residía en Estados Unidos. Estaba especialmente consternado por los progresos en Irak. Un vecino, Nassib Jazzar, recuerda a Banna enfadado con la ocupación de la coalición. "Sintió que los árabes carecían de honor y libertad'."
El padre observa que Ra'ed utilizaba ropa de estilo occidental, raramente asistía a la mezquita, e ignoraba los nombres de los jeques locales. "Estoy consternado a causa de todo esto porque mi hijo era un hombre muy reservado, no muy religioso, y más interesado en su profesión de derecho y en labrarse un futuro para sí mismo".
Como Time concluye cautelosamente de esta historia,
Según los relatos de su familia, amigos y vecinos, Ra'ed llevaba al parecer una doble vida, profesando afecto a América mientras secretamente se preparaba para unirse a la guerra santa contra Estados Unidos en Irak. "Algo salió mal con Ra'ed, y es un misterio profundo", dice a su padre, Mansour, de 56 años. "¿Qué le pasó a mi hijo?".
La biografía de Ra'ed al-Banna inspira varias observaciones:
(1) En lo que se refiere a terroristas islamistas, las apariencias engañan a menudo. Que se dijera de Banna que "amaba la vida en América", que "no era muy religioso", o que estaba interesado en "labrarse un futuro para sí mismo" no indica nada obviamente acerca de sus propósitos y pensamiento reales. El mismo patrón recurre en las biografías de muchos otros jihadistas.
(2) Mudarse a Occidente estimula a los musulmanes a menudo a despreciar a Occidente más de lo que lo hacían antes de llegar allí. Esto parece ser lo ocurrido con Banna.
(3) Hacer propia la causa islamista, incluso hasta el punto de sacrificar la propia vida por ella, tiene lugar usualmente de un modo discreto, bastante desapercibido incluso para los familiares más cercanos a una persona.
En resumen, la evolución de Banna confirma la idea que he expuesto repetidamente acerca de la necesidad deplorable pero urgente de vigilar de cerca a todos los potenciales islamistas y jihadistas, lo que significa los musulmanes.