Las escuelas islámicas constituyen quizá el área menos conocida de la vida institucional musulmana en Estados Unidos, actuando en gran medida lejos de la vista del público, pero con muchos signos que sugieren su radicalización. Cuando un reportero tiene la rara ocasión de entrevistar a claustro y estudiantes, especialmente acompañado de un fotógrafo, es una oportunidad importante.
Marguerite Michaels, de Time Magazine, logró "un grado inusual de acceso" al interior de la Escuela Universal de Bridgeview, Illinois, a dieciséis millas al sureste del centro de Chicago, con 638 estudiantes desde parvulario hasta instituto. Redactó sus impresiones en "La escuela modelo, al estilo islámico", y Robert A. Davis tomó algunas fotografías impactantes.
Desafortunadamente, Michaels mostró estar desorientado por la naturaleza real de la Escuela Universal. Ella la retrata como una institución moderada, pero la información que ella misma proporciona señala que es una escuela que imparte una versión fundamentalista del islam.
Varios ejemplos se refieren a la sexualidad:
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"La conversación casual entre niños y niñas es desalentada en todo momento", informa. "No pueden socializar", así que cualquier comunicación entre sexos se limita a la escritura.
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"Las niñas mayores tienen que llevar el hijab (azul claro para las bachilleres, gris o blanco para las de instituto) y una capa tres cuartos que parece un impermeable". La asombrosa fotografía de ocho muchachas cubiertas jugando al baloncesto trae a la memoria las revolucionarias islamistas que se levantaron contra el shah de Irán a finales de los años 70. Las estudiantes se dan cuenta de lo desagradable que encuentra esta ropa la mayoría de los americanos; una estudiante novata, Gulrana Syed, precisa que "es imposible integrarse llevando un pañuelo en la cabeza".
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Cuando un estudiante de instituto, Alí Fadhli, habla de sus "problemas" con América fuera del ambiente de la escuela, quiere decir principalmente tentación sexual. Probablemente, este varón de 18 años tendrá dificultades para adaptarse a la corriente usual de la vida americana; podría terminar aislado, y quizá rechazando violentamente la sociedad que le rodea.
Otras actitudes se refieren al lugar de los musulmanes en Estados Unidos:
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Hasta el 11 de Septiembre, dice Safaa Zarzour, vicepresidente del consejo de la escuela y su ex director, los musulmanes, como otros inmigrantes, experimentaban "algo de discriminación". Desde el 11 de Septiembre sin embargo, "la gente no cree que exista algo como un buen musulmán". En realidad, una familia de la escuela huyó de Estados Unidos a los Emiratos Árabes Unidos tras el 11 de Septiembre, diciendo que no se sentían "bienvenidos aquí como musulmanes". Esta mentalidad de sitio fomenta la agenda islamista de agravio y exigencia de privilegios especiales.
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Lo mismo que un comentario del director de la Universal, Farhat Siddiqui. "Decimos a nuestros alumnos que son americanos. Pero las puertas de oportunidad se han cerrado desde el 11 de Septiembre. ¿Cuál es la contraseña para abrirlas?". Esto es absurdo, ya que todas las evidencias indican que los musulmanes están prosperando socio-económicamente en Estados Unidos, no menos que antes del 11 de Septiembre.
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El estudiante de instituto citado arriba también cree que "América" ve a los musulmanes como "el nuevo enemigo". Un estudiante llamado Ryan Ahmad observa que "Los americanos parecen divertirse más. Los musulmanes intentamos ser americanos, pero no sabemos cómo. Las culturas son tan distintas". Ver a americanos y musulmanes, o más exactamente a musulmanes y no musulmanes, como poblaciones separadas es un componente clave del proyecto islamista.
La preocupación por la política exterior remata la imagen:
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"Están obsesionados con la política exterior", dice Steve Landek, alcalde de Bridgeview. "Voy a hablar con ellos acerca de mejores aceras. Quieren saber cómo presentarse al Congreso para poder cambiar la política israelí de América".
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Una estudiante de quince años a la que se le pusieron como deberes de clase de inglés escribir acerca de su sueño americano escribió que los territorios bajo control israelí debían ser devueltos a los palestinos, y "los judíos deben ser abandonados a su suerte".
Acabé el artículo de Marguerite Michaels doblemente consternado. Primero, porque una periodista veterana de Time no sepa ver una madraza americana delante de sus narices, repleta de segregación, resentimiento, supremacía y aislamiento que alimenta el temperamento islamista En segundo lugar, porque esta "escuela modelo" produzca reservada y abiertamente graduados en serie con la esperanza de crear unos Estados Islámicos de América.