Con ocho atentados o intentos de atentado en tres meses, Francia se convulsiona a causa de los problemas del terrorismo, el islam fundamentalista y Argelia. Durante un reciente viaje a Francia, transcurrido en París y la Riviera, este escritor tuvo oportunidad de concentrarse en la dimensión de Oriente Medio de la vida en ese país. Lo que está ocurriendo probablemente sorprenda a la mayor parte de los americanos.
Problemas. Con una población de más de 3 millones de musulmanes, alrededor de la mitad de ellos ciudadanos, Francia tiene la mayor presencia islámica de cualquier país de Europa occidental, tanto absoluta como relativa. De esta cifra, alrededor del 90% son norteafricanos (Argelia especialmente, seguida de Marruecos y Túnez). Además, Francia sufre con particular agudeza distintos problemas.
(1) Los musulmanes viven de manera más concentrada en lo que los franceses llaman "los suburbios del islam". En parte, esto refleja una diferencia característicamente europea con Estados Unidos: mientras que aquí los inmigrantes y la clase media han abandonado virtualmente la ciudad por los suburbios (con el fin de disponer de más espacio), en Francia y en la mayor parte de Europa, los bien situados económicamente se han quedado en la ciudad (al desear viajar menos). Esto ha relegado a los inmigrantes y otros pobres a "suburbios" ruinosos de la periferia de las ciudades. En el caso francés especialmente, los musulmanes tienden a estar aislados de otros, creando su propia subcultura y alimentando su propio resentimiento.
(2) Los musulmanes se involucran de manera desproporcionada en actividades criminales, sobretodo de naturaleza violenta. Las bandas de jóvenes musulmanes, idénticas a las bandas americanas del interior de las ciudades, por ejemplo, al igual que sus homólogos aquí, estampan un coche robado contra una tienda de lujo, se deshacen del enfurecido dueño, y se escapan con el botín. Ha llegado a tal punto que los árabes intimidan a los franceses sin motivo específico. Por ejemplo, la propiedad que visité en la Riviera da trabajo a tres jardineros, llamados Nabil, Alí y Mustafá. Aunque uno de los tres ha demostrado ser incompetente, los propietarios de la casa no se atreven a despedirle, temiendo venganza. Cuando pregunté si sabían de violencia en otros casos de despido, dijeron que no, simplemente intuían algo malo. Detrás de la idílica apariencia de
(3) El terrorismo cometido por musulmanes tiene lugar con mayor frecuencia que en cualquier parte. Un espasmo de violencia tuvo lugar en 1986; otro ha tenido lugar a lo largo de los últimos tres meses, incluyendo ataques contra una estación de metro llena de gente y una escuela judía. El terror no sólo ha incitado una cacería masiva (que llegó al disparo y muerte del aparente líder de los autores materiales) sino un abanico de medidas de seguridad. Los contenedores de basura públicos por todo París han sido sellados estrechamente (para evitar que sean utilizados como contenedores de bombas) y los pasajeros de avión tienen que superar una carrera de obstáculos físicos y administrativos. La policía montó controles de carretera improvisados aquí y allí, causando retrasos en el tráfico. Virtualmente todos con los que hablé están deacuerdo en que en la población francesa, célebremente recelosa en lo que se refiere a la autoridad, ha aceptado estos inconvenientes sin quejarse. Esto, concuerdan además, señala la amplia convicción de que el país necesita protegerse.
El futuro del país. Más allá de estos problemas específicos, algunos franceses creen que la naturaleza misma de su país está en juego. Un destacado periodista de París me dijo que cree que Francia puede cambiar de lo que es a un país árabe y musulmán en el curso del próximo siglo. ¿Cómo? Señaló dos corrientes principales, la demográfica y la política. Los franceses, como la mayor parte de los pueblos modernos, no mantienen su propia población ni siquiera mientras los vecinos norteafricanos tienen una de las tasas reproductivas más elevadas del mundo. A lo largo del tiempo, sostiene, los norteafricanos ocuparan de manera ineludible el vacío de Francia.
En segundo lugar, está el tema de la voluntad. Como país post-cristiano, los franceses carecen de voluntad para imponerse frente a los poderosos designios de los inmigrantes musulmanes. Conforme la población de los segundos gana cifras y sofisticación, hay posibilidades reales de que la civilización francesa se agote y el país cambie de curso fundamentalmente.
Comprobé esta asombrosa predicción con otros y descubrí que mientras que nadie ha hablado con tanta firmeza como el periodista, nadie estaba completamente en desacuerdo con él tampoco. En lugar de eso, parece existir un amplio consenso en que a menos que cambie algo, la población francesa histórica no será capaz a largo plazo de controlar a la población inmigrante. No hace falta decirlo, esta perspectiva atemoriza a no pocos franceses.