¿Cuál es el impacto de Campus Watch en sus cuatro años existencia, un proyecto que fundé, que "revisa y crítica los estudios de Oriente Medio en Norteamérica con el objetivo de mejorarlos"? Recibe un montón de elogios ambiguos (el favorito: Miriam Cooke, de la Universidad de Duke, afirma que amenaza "con minar los cimientos mismos de la educación norteamericana"), pero la semana pasada aparecía el testimonio más elocuente, aunque inintencionado, de su eficacia.
La historia comienza el 11 de noviembre del 2005, cuando "Estudiantes por la justicia en Palestina" (SJP), del Instituto Tecnológico de Georgia, celebraba un ciclo de cine de una semana de duración titulado "Vida bajo ocupación". Aunque dirigido por el claustro y sufragado por el centro, el ciclo era totalmente desequilibrado en su tratamiento de la guerra palestino-israelí. Orit T. Sklar, una estudiante de licenciatura de ingeniería civil y medioambiental, redactó sus reacciones negativas al acto de cierre del ciclo en FrontPageMag.com el 5 de diciembre, en un artículo titulado "La guerra propagandística del Politécnico de Georgia".
Entre otros asuntos, Sklar, que es presidenta de Hillel de su escuela, fundadora de "Jackets for Israel", y co-demandante en una demanda contra el Politécnico de Georgia que reclama la libertad para disentir de las ortodoxias oficiales del centro, criticaba a Laura Bier, una profesora asistente recién nombrada. La biografía de Bier afirma que sus intereses "abarcan la historia y la cultura de Oriente Medio, el género y la ley islámica, y el papel de las mujeres en Egipto". Cuando Bier, la consejero del SJP, habló en el ciclo de cine, escribe Sklar,
logró introducir la palabra "ocupación" en cada declaración. Fue como una lección de propaganda de los Nazis -- si usted lo dice lo suficiente, la gente creerá que es cierto... la presente situación en Oriente Medio es mucho más compleja y merece más que una descripción de una palabra -- una palabra que se ha convertido en el mejor trabajo de marketing del mundo árabe en la historia. La promoción por parte de la profesora Bier de la retórica anti-Israel me lleva a cuestionar su capacidad intelectual y objetividad en materia de Oriente Medio.
El tema debería haber terminado aquí, pero no lo hizo. El número del 14 de abril del 2006 del Chronicle of Higher Education publicaba un artículo bajo seudónimo de una tal "Leah Bowman" titulado "Los nuevos penalizadores". En él, la autora, que se identifica a sí misma como profesora asistente, proporciona copiosos detalles que la establecen como Laura Bier:
Me encontraba a finales de mi primer semestre de enseñanza de historia de Oriente Medio en un gran centro universitario de investigación en el sur.... Yo había hablado en un panel acerca de la ocupación israelí de Palestina. Fue con motivo de la noche de clausura de un festival de cine palestino de una semana de duración llamado "Vida bajo ocupación" patrocinado conjuntamente por unos cuantos grupos de derechos humanos en el campus y un grupo de presión palestino del que soy consejera directiva... mencioné unas cuantas palabras [en el acto] acerca de los costes humanitarios de la ocupación sobre los palestinos y la necesidad de una solución política justa... una estudiante de la audiencia que es la directora de un grupo pro-Israel en el campus... escribió un artículo que apareció en una página web de derechas, identificándome como alguien que condonaba el terrorismo y objetando a mi uso del término "ocupación" para describir la presencia militar de Israel en el West Bank.
Observe que Orit Sklar, una estudiante de licenciatura, firma con su nombre real su artículo; mientras que Laura Bier, una profesora, se esconde tras un seudónimo. La timidez de Bier señala el estado de paranoia entre el claustro de estudios de Oriente Medio. Bier continúa para explicar el porqué:
Páginas web enteras están dedicadas a denunciar a los académicos con formación en Oriente Medio como radicales peligrosos que suponen una amenaza para las mentes jóvenes de América. Yo he visto a muchos de mis profesores, colegas y amigos a lo largo de los últimos años colocados en tales listas negras.
Eso es una referencia a Campus Watch y sus dossieres de vida corta.
El mensaje para aquellos de nosotros que creemos que tiene que haber espacio para el debate ético y razonado acerca de la implicación americana en Irak, la ocupación israelí o la guerra contra el terror nunca ha sido más claro: os estamos vigilando. Y os vamos a derribar.
Eso es una referencia al escrito de Martin Kramer el día que se presentó Campus Watch: "Bien, colegas académicos, acostumbraos. Sí, os están vigilando". (No hay mención por su parte, no obstante, a derribar a nadie).
Bier relata su buena fortuna al disfrutar del apoyo de colegas de departamento, pero observa que ellos "también han señalado que como miembro del claustro sin plaza fija, soy vulnerable. Simplemente no hagas nada 'estúpido' en tus clases, advierten, y probablemente estarás bien". Ella considera este consejo:
Capto el mensaje de mis colegas. En alguna parte entre enseñar a los estudiantes a intentar pensar críticamente acerca del mundo y su lugar en él, y ofrecer a los estudiantes una lectura, dar una conferencia, o pedirles debatir temas que puedan hacerme caer en medio de una caza de brujas, existe una línea que no se puede cruzar. El problema es que nadie sabe decirme dónde está esa línea...
De modo que me presento frente a la clase. Pienso en los artículos que no escribiré y el libro que no publicaré si inadvertidamente doy un paso en falso y tengo que pasar toda mi vida defendiendo mi integridad como académica y profesora frente a la administración de la universidad.
Bier lo menciona negativamente, pero su pequeña crisis en la práctica la beneficia a ella y a sus estudiantes. Cuando los profesores con fuertes compromisos (como estudiante, Bier firmaba una solicitud impulsando la desinversión de Israel) piensan dos veces sus premisas, la vida intelectual mejora. El propósito de la universidad, después de todo, es estimular las ideas. Campus Watch forzó a Bier a sopesar sus palabras y considerar lo que necesita hacer para evitar que sus colegas la abandonen. Ahora tiene que tener en cuenta otro punto de vista. Quizá hasta entienda que el aula no es una tribuna política.
Bier, sin pensar en estos términos, pasa a ponerse sensiblera con su dilema:
Pienso en la carrera con la que soñé a lo largo de incontables años de facultad y los escritos de disertación que serían destruidos. Es en ese momento que elijo entre educar a mis estudiantes y salvar mi parcela de espacio. Y es en ese momento cuando ganan los que quieren ahogar el debate en el campus. No necesitan hacer que me despidan para hacerme callar. Ya lo hago sola. Y sé que no estoy sola. Hablo todo el tiempo con amigos sin plaza y colegas acerca de nuestras tentativas de ser cautos en el aula, que con demasiada frecuencia se traducen en autocensura.
Bier señala aquí un hecho que también hemos notado en Campus Watch: el personal facultativo sin plaza es el más receptivo a nuestra crítica. Hablar "todo el tiempo" acerca de nosotros parece una dispersión, pero el emocional relato de Bier nos informa de que pasa más tiempo con los miembros más jóvenes del colectivo.
"También compartimos nuestros sentimientos de rabia y frustración", continúa, "porque las agendas políticas de unas cuantas personas bien organizadas y bien posicionadas puedan dictar cómo hacemos un trabajo para el que hemos empleado años formándonos". Yo debo de ser una de esas "personas bien organizadas y bien posicionadas". Pero no tema, nuestra heroína se levanta triunfalmente frente a estas fuerzas poderosas y nefastas:
Pero en esos sentimientos de rabia y frustración encuentro motivos de esperanza. Porque significa que, a pesar de la incertidumbre y la ansiedad que vienen con la enseñanza de temas controvertidos en un clima intelectual hostil, no hemos abandonado la idea de que enseñar a los estudiantes que el mundo es un lugar complicado y desastroso aún es nuestro trabajo; un lugar que no es reducible fácilmente a banalidades políticas simples o clichés acerca de "nosotros" y "ellos". Cuando esa lucha pase a ser menos importante que [sic] obtener plaza fija o llevar una vida confortable, sé que será el momento de empezar a buscar otra línea de trabajo.
Esta es la declaración más reveladora hasta la fecha de un especialista en Oriente Medio a propósito de "la rabia y la frustración" que ha provocado Campus Watch. Gracias, Laura Bier, por el ánimo y la orientación.