Introducción de los editores: como respuesta con retraso a una viñeta representando al profeta Mahoma publicada en un periódico danés y reimpresa posteriormente por Europa, escenas de furia copaban las calles de Londres, Beirut y Damasco, entre otras, este fin de semana. Ardían banderas y embajadas. Pancartas (¡en Londres!) rezaban: "Decapitad a aquellos que insultan al Islam".
A la luz de la rabia desatada, National Review Online preguntó a algunos expertos en Islam y/u Oriente Medio por su lectura de lo que está sucediendo y lo que podría/debería hacerse. Les preguntamos: "¿Es lo que vemos un choque de civilizaciones? ¿Qué puede hacerse? ¿Por parte de los musulmanes? ¿Por parte del resto?"
Presentación de Daniel Pipes: Click aquí para las respuestas de Mustafá Akyol, Zeyno Baran, Rachel Ehrenfeld, Mohamed Eljahmi, Basma Fakri, Farid Ghadry, Mansur Ijaz, Judith Apter Klinghoffer, Clifford May, Ramin Parham, Nina Shea, y Bat Ye'or.
Ciertamente tiene el aspecto de un choque de civilizaciones. Pero no lo es.
A modo de demostración, permítame recordar la confrontación musulmano-occidental similar que tuvo lugar en 1989 con motivo de la publicación de la novela de Salman Rushdie Los versos satánicos y la consiguiente sentencia de muerte del ayatolá Jomeini de Irán. Al igual que ahora, al principio parecía que Occidente se alineaba sólidamente contra la sentencia y el mundo musulmán se mantenía igualmente firme. Conforme pasaba el tiempo, no obstante, se hizo obvia una situación bastante más diferenciada.
Voces significativas de Occidente expresaban simpatía hacia Jomeini. El ex presidente Jimmy Carter respondía con un llamamiento a los americanos a "ser sensibles con la preocupación y la rabia" de los musulmanes. El director del Centro de Estudios de Oriente Próximo de la UCLA, Georges Sabbagh, declaraba a Jomeini "completamente en su derecho" a condenar a muerte a Rushdie. Immanuel Jakobovits, principal rabino del Reino Unido, escribía que "el libro no debiera haberse publicado" y solicitaba que la legislación proscribiese "tales excesos de la libertad de expresión".
En contraste, importantes musulmanes se opusieron al decreto. Erdal Inönü, líder del Partido Socialdemócrata de Turquía, en la oposición, anunciaba que "matar a alguien por lo que ha escrito es simplemente asesinato". Naguib Mahfouz, el ganador del premio Nobel de literatura de 1988, de Egipto, llamaba "terrorista" a Jomeini. Un periodista palestino en Israel, Abdulatif Younis, llamaba "un gran servicio" a Los versos satánicos.
Esta misma división existe ya en la presente crisis. Los profesores de Estudios de Oriente Medio están denunciando las viñetas al mismo tiempo incluso que dos editores jordanos van a la cárcel por reproducirlas.
Agolpar a todos los musulmanes con las fuerzas de la oscuridad es un error trágico. Sí existen musulmanes ilustrados, moderados y librepensadores. Asediados en sus propios círculos, miran hacia Occidente en busca de apoyo y ayuda. Y, sin importar lo débiles que puedan ser actualmente, con el tiempo tendrán un papel crucial a la hora de modernizar el mundo musulmán.