Oriana Fallaci falleció el viernes, 15 de septiembre, en Florencia, Italia.
En su memoria, ofrezco la presentación de la srita. Fallaci que hice, a petición suya, el 28 de noviembre del 2005 en el acto en su honor ofrecido por el Centro para el Estudio de la Cultura Popular, presidido por David Horowitz. Su discurso de esa noche, en el 3 de West Club en New York City, fue posteriormente incorporado a su libro La fuerza de la razón. Me consta que ésta fue su última aparición pública.
Es un enorme placer presentarles a Oriana Fallaci.
Nacida en 1930 en Florencia, Italia, fue educada en una familia antifascista y su padre fue líder en la lucha contra Mussolini. A la edad de 14 años, la srita. Fallaci tomaba parte en la Resistencia. Por su labor durante la guerra, recibió un premio del Mando de las Fuerzas Aliadas en Italia. Más tarde asistió a la Universidad de Florencia.
Desde muy temprano tuvo el impulso del escritor. Escribía lo que llama "relatos cortos inocentes" a la edad de 9 años, y a los 16 (tras mentir acerca de su edad) comenzaba a cubrir temas policiales y hospitalarios. Así es como ella ha descrito su experiencia literaria:
Me senté frente a la máquina de escribir por primera vez y me enamoré de las palabras que emergían como gotas, una a una, y permanecían sobre el folio blanco... cada gota se convertía en algo que de ser mencionado discurría alejándose, pero que como palabras sobre folios, solidificaban, ya fueran buenas o malas.
En una línea menos poética, también ha reconocido que "lo que realmente me mueve a escribir es mi obsesión con la muerte".
La srita. Fallaci escribió posteriormente para muchas publicaciones italianas, europeas y americanas, incluyendo el Corriere della Sera, Le Nouvel Observateur, Der Stern, Life, Look, el New York Times Magazine, el Washington Post o The New Republic.
Como corresponsal de guerra, cubrió los principales conflictos de nuestro tiempo.
Cubrió la insurrección de Hungría, siendo detenida en el proceso.
Pasó 7 años sobre el terreno en Vietnam, tanto Norte como Sur, y terminó siendo expulsada del Sur.
Informó acerca de las revoluciones en Latinoamérica: Brasil, Perú, Argentina, Bolivia, así como de la Masacre de Tlatelolco en el Ciudad de México, donde fue una de las dos únicas supervivientes. (Acabó atrapada en una concentración de oposición a la decisión del gobierno mexicano de dedicar enormes cantidades de dinero a las Olimpiadas de 1968 y Fallaci fue alcanzada de un disparo por la policía, recibiendo impactos de bala en su hombro, espalda y rodilla).
Cubrió la guerra civil del Líbano y la Guerra de Kuwait.
La srita. Fallaci hizo de las entrevistas con figuras poderosas la marca de la casa, o por utilizar su terminología más colorista, "esos bastardos que deciden nuestras vidas", incluyendo Willy Brandt, Lech Walesa, Moammar Qaddafi, Golda Meir, Ariel Sharon, Haile Selassie, el Shah de Irán, Indira Gandhi, Zulfikar Alí Bhutto, o Deng Xiaoping, y H. Rap Brown. Asimismo, entrevistó a figuras no políticas relevantes como Federico Fellini, Sean Connery, Sammy Davis, Jr., Arthur Miller, Orson Welles e incluso Hugh Hefner.
Es la única persona en haber entrevistado al ayatolá Jomeini, con quien pasó seis horas. En un momento dado, hizo trizas memorablemente su chador con indignación y se lo tiró a su eminencia.
Conocida por sus tácticas de entrevista desafiantes, Fallaci obligaba a sus víctimas a hacer revelaciones que no pretendían. "Hablemos de la guerra", desafió a Henry Kissinger en su entrevista de 1972, quizá la que los americanos recordarán mejor. Antes de esta entrevista, Kissinger había revelado poco a la prensa acerca de su vida y personalidad. Fallaci persiguió con insistencia al secretario de estado durante su conversación para que explicara porqué un simple diplomático disfrutaba de tal fama. Planteó la cuestión, pero eventualmente desistió. "En ocasiones", declaró él, "me veo como un cowboy que encabeza la caravana solo a lomos de su caballo, una historia del salvaje oeste si lo prefiere". Kissinger desvelaba así cómo se veía - como un líder heroico que impone al control del timón de la política norteamericana - y, posteriormente, fue masivamente criticado. Incluso años después, Kissinger se refería a su entrevista con la srita. Fallaci como "la conversación más desastrosa que he tenido nunca con ningún miembro de la prensa".
Sus entrevistas también incluían detalles inusuales. Por ejemplo, de Yasir Arafat escribía acerca de
su "grueso bigote árabe y su corta estatura, combinados con manos y pies pequeños, piernas gruesas, un tronco voluminoso, enormes caderas y pectorales reducidos le hacen tener un aspecto bastante inusual". Describe con gran detalle su cabeza y su cara, observando que "carece casi por completo de mejillas o frente, todo se resume en una gran boca de labios rojos y carnosos, una nariz agresiva y dos ojos que te hipnotizan".
Un biógrafo, Jill M. Duquaine, llama a Fallaci "la más grande entrevistadora política de los tiempos modernos".
Es autora de 13 libros, todos traducidos al inglés excepto dos. En conjunto, han sido traducidos a 26 idiomas y publicados en 31 países.
El primero, Los siete pecados de Hollywood, aparecía en italiano en 1958 abriendo con un prefacio de Orson Welles.
El sexo inútil: viaje alrededor de la mujer, 1964. (Crónica de un confuso viaje alrededor del mundo para un semanario, L'Europeo)
Penélope en guerra, 1966. (Una novela acerca de una joven periodista obsesionada con la carrera se rechaza las peticiones de su novio de quedarse en casa y tener familia)
Si el sol se pone, 1966. (Colección de artículos acerca del programa espacial americano)
Los ególatras: 16 entrevistas sorprendentes, 1968.
Nada, y que sea así, 1972 (sobre la guerra de Vietnam, empático con el Vietcong) - comparte Second Thoughts con nuestro anfitrión de esta noche, David Horowitz
Una entrevista con la historia, 1976, recogía algunas de sus destacadas entrevistas; ha sido descrito como "uno de los clásicos del periodismo moderno".
Carta a un hijo no nato, 1976 (una novela, llamada "uno de los escritos feministas más refinados acerca del embarazo, el aborto y la tortura emocional").
Un hombre, 1980 (una novela basada en su experiencia personal con el poeta griego y líder de la resistencia Alekos Panagoulis)
Inshaláh, 1992 (otra novela, acerca de la guerra civil del Líbano).
Tras un silencio de diez años, publicó La rabia y el orgullo en el 2001, una respuesta al desafío del Islam radical. Vendió un millón de ejemplares en Italia y medio millón en el resto de Europa.
En el 2004 escribía La fuerza de la razón, que aparece en inglés este mes con Rizzoli. Vendió un millón de ejemplares en Italia. En él, argumenta que la caída de Occidente ha comenzado a causa del Islam radical. La democracia de corte occidental, con su libertad, sus derechos humanos, su libertad de expresión y fe, no puede coexistir con el Islam radical. Uno de los dos tiene que perecer. Ella apuesta a que Occidente fracasa.
El tercer libro de su trilogía islámica, Fallaci se entrevista a sí misma y El Apocalipsis, también apareció en el 2004, en italiano (y aún no en inglés). He aquí lo que Bat Ye'or expresó acerca suyo escribiendo en FrontPageMag.com, otra actividad del patrocinador de esta noche, el Centro para el Estudio de la Cultura Popular: "En esta breve obra maestra, Oriana Fallaci nos hace romper a llorar, nos hace reír a carcajadas, nos ilumina y nos transmite su amor y desprecio a una Europa a la que sirvió con tan gran devoción y a la que ahora contempla con desprecio mientras se viene abajo".
En una entrevista en el 2002, se le preguntó por George W. Bush. "Veremos; es demasiado pronto", contestó. "Yo tengo la impresión de que Bush tiene cierto vigor y también la dignidad que lleva olvidada ocho años en Estados Unidos". Pero tuvo sus diferencias con él, especialmente cuando el presidente llama al Islam "una religión de paz". "¿Sabe usted qué hago cada vez que lo dice en televisión? Estoy sola viéndolo y digo, '¡Cierra la boca! ¡Cierra la boca, Bush!' Pero no me escucha".
En sus años previos, su cobertura la puso en peligro muchas veces; hoy en día, son sus escritos sin tapujos acerca del Islam lo que crea peligro: "Mi vida", escribía la srita. Fallaci recientemente, "está en peligro serio".
También ha tenido quebraderos de cabeza legales. Fue juzgada dos veces en Francia en el 2002 y procesada con cargos en Italia en mayo del 2005. Fue procesada bajo una provisión del código penal italiano que criminaliza "la vilificación de cualquier religión admitida por el estado". Específicamente, afirma que La fuerza de la razón "difama al Islam". Se diría que, en busca y captura por un crimen de libertad de expresión en su país natal, la periodista más celebrada de Europa reside ahora en el exilio en Manhattan.
El demandante es un fundamentalista musulmán de origen escocés llamado Adel Smith. Se piensa que es el autor de un panfleto titulado "El Islam castiga a Oriana Fallaci" que llama a los musulmanes a "eliminarla" y "acudir y morir con Fallaci". En otro orden de cosas, Smith también ha llamado a la destrucción del fresco medieval "El juicio final" de Giovanni da Módena, en la Catedral de Bologna, porque representa al profeta Mahoma languideciendo en el infierno.
Los escritos de la srita. Fallaci, por supuesto, también le han granjeado numerosas oportunidades. Me gustaría mencionar una: fue una de las primeras personas invitadas a una audiencia por el Papa Benedicto XVI, un encuentro aún más significativo para ella habiéndose declarado públicamente atea. Antes de su reunión, esto es lo que tenía que decir la srita. Fallaci acerca del Papa:
Me siento menos sola cuando leo los libros de Ratzinger. Soy atea, y si una atea y el Papa piensan lo mismo, es que tiene que haber algo cierto. ¡Es así de simple! Tiene que haber alguna verdad humana aquí más allá de la religión.
Es un honor particular tener con nosotros a la srita. Fallaci esta noche, no siendo conocida precisamente como aficionada a actos sociales. He aquí su descripción de sus hábitos de trabajo:
Comienzo a trabajar temprano (8 u 8:30 de la mañana) y continúo hasta las seis o las siete de la tarde sin interrupción. Es decir, sin comer y sin descansar. Fumó más de lo normal, lo que significa alrededor de 50 cigarrillos al día. Por la noche duermo mal. No veo a nadie. No contesto el teléfono. No voy a ninguna parte. Ignoro los domingos, las vacaciones, las Navidades, los años nuevos. Me pongo histérica, en otras palabras, e insatisfecha y me siento culpable e infeliz si no escribo mucho. A propósito, soy una escritora muy lenta. Y vuelvo a redactar obsesivamente.
Para concluir, he aquí a Oriana Fallaci, hablando de su herencia: espera, a través de sus libros,
morir un poco menos cuando muera. Dejar a los niños que no tuve... Hacer que la gente piense un poco más, fuera de dogmas con los que esta sociedad nos ha alimentado a través de siglos. Contar historias e ideas que ayuden a la gente a ver mejor, a pensar mejor, a conocer más.
Señoras y caballeros, por favor recibamos a Oriana Fallaci que nos hablará acerca de "El Apocalipsis europeo: el Islam y Occidente".