Los análisis de una paz duradera entre Egipto e Israel tienden a concentrarse demasiado en la posibilidad de su derrumbe a causa de otros árabes (palestinos, el frente Este, los árabes saudíes) y muy poco en los factores problemáticos dentro de los propios Egipto e Israel.
Los restantes árabes no son tan determinantes por estos motivos:
• Los palestinos por su cuenta carecen de peso. Pocos en número, superados en fuerza militar, fracturados internamente, limitados en recursos y desperdigados geográficamente, dependen por completo del apoyo procedente de los gobiernos árabes.
Sin este apoyo, las organizaciones palestinas carecerían de bases establecidas, tendrían pocas armas y mínima importancia política. Están a merced de los gobiernos árabes (incluso en el Líbano, donde está el gobierno sirio) y tienen poca importancia por su cuenta. En consecuencia, los palestinos no importan como fuerza independiente tanto como expresión de la voluntad de los gobiernos árabes.
La noción de que no puede haber paz en Oriente Medio sin acuerdo del problema palestino ignora el hecho de que los gobiernos árabes pueden zanjar el problema en cualquier momento que quieran, simplemente retirando el apoyo (como ha hecho Egipto recientemente).
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El frente Este (Siria, Jordania y cualquier país añadido tal como Irak o Irán) tiene poco potencial militar sin Egipto luchando también.
Desde 1948, Egipto ha proporcionado a los árabes su mayor y más poderoso ejército; y su implicación militar obligó a Israel a librar una guerra en dos frentes. Con Egipto ausente como participante activo, el frente Este permanece despejado.
A todas luces: parece improbable que cualquier combinación de fuerzas a lo largo de este frente pueda desafiar a Israel. De cumplirse, entonces la retirada de Egipto del conflicto implica que los restantes países árabes, incapaces de confrontar a Israel, eventualmente tendrán que llegar a términos con él. Con tiempo, Siria y Jordania aceptarán las realidades militares y seguirán el ejemplo de Egipto en hacer la paz a cambio del territorio perdido.
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La influencia saudí es menor de lo que parece ser. Mientras que los saudíes pueden gastar su dinero libremente como atracción, no pueden suspender los fondos libremente cuando no son complacidos. Sus pagos a gobiernos árabes y organizaciones palestinas sirven como dinero de un rescate: protege a los vulnerables saudíes del sabotaje y la inquietud. Tales pagos son necesarios para comprar buena disposición y dejar en paz a los ricos pero débiles árabes. Los billones de dólares concedidos a Egipto por tanto lo más probable es que continúen, al margen de las políticas de Sadat. Arabia Saudí, con todo su dinero, carece de la fuerza militar y política para utilizar su riqueza como arma.
Volviendo ahora a los problemas dentro de Egipto e Israel, estos son principalmente económicos:
Para los egipcios, paz implica un estándar de vida elevado. Las presiones económicas por encima de todo enviaron a Sadat a Jerusalén en noviembre de 1977; los egipcios han sufrido a causa de 30 años de gastos militares sin recuperar y están buscando alivio desesperadamente. Si la paz no trae beneficios económicos, los egipcios pueden impacientarse. Esto podría llevar a la inquietud política, inestabilidad, un golpe de estado, y el retorno a la política radical, incluyendo la reanudación de las hostilidades contra Israel.
Israel también afronta fuertes dificultades económicas, por atravesar una transformación económica completa. Las medidas tomadas desde 1977 para establecer un mercado libre en Israel han perjudicado su ya frágil economía; si llega la paz, entonces Israel también tendrá que reducir su complejo militar y convertirse en una economía de paz. Esta doble transición refuerza a Israel a largo plazo, pero intensifica los actuales problemas. Esta situación desmoraliza a los israelíes; incluso hace que uno se pregunte si pueden permitirse la paz. Por tanto, los problemas económicos israelíes podrían alterar su búsqueda de paz.
Juntos, estos argumentos señalan a los árabes en ineficacia y la importancia de Estados Unidos. Los enemigos de Israel no evitarán que Egipto haga la paz. Pero, puesto que tanto Egipto como Israel experimentan enormes dificultades económicas, Estados Unidos tiene un papel director a jugar. Al facilitar enormes sumas a estos dos países, puede facilitar enormemente el camino a la paz. Aunque las cifras en juego son grandes (quizá 20 mil millones en 5 años, tal vez más) Estados Unidos no puede hacer una inversión mejor.