Quienquiera que prestase atención a los profesores norteamericanos especializados en Oriente Medio antes del 11 de Septiembre habría oído algunas cosas sorprendentes.
Para empezar, despreciaban el terror islámico militante como poco digno de su atención. Escuche a Fawaz Gerges - un reconocido académico cuyas credenciales incluyen relaciones con Oxford, Cambridge y Harvard, así como una cátedra en el Sarah Lawrence College de Nueva York.
Gerges se declaraba escéptico de las advertencias del gobierno norteamericano en materia de terrorismo y criticaba lo que llamaba "la industria terrorista" (un término despreciativo hacía los especialistas en esta materia) por exagerar "la amenaza terrorista sobré los ciudadanos americanos". El profesor Gerges llegó a acusar (en un comentario que espero que lamente profundamente) a los especialistas en terrorismo de perpetuar indirectamente "un temor irracional al terrorismo prestando demasiada atención en horribles escenarios inverosímiles". Hmm.
Gerges, vale la pena observar, publicaba estas opiniones apenas medio año antes de los inverosímiles secuestros suicida del 11 de Septiembre.
Es apenas un académico de los muchos que lo entendieron mal, como muestra mi colega Martin Kramer en su nuevo libro "Castillos de marfil en la arena: el fracaso de los estudios de Oriente Medio en América" (Washington Institute for Near East Policy). En la práctica, el profesorato en conjunto ignoró tanto la amenaza islámica militante que en ningún miembro llegó nunca "a producir un solo análisis serio" de Osama bin Laden.
Kramer relata en una cadena de oportunidades desperdiciadas, aislamiento autoimpuesto, y predicciones fallidas por parte de los académicos de respaldo universitario. Algunos ejemplos:
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Insistían en ver la oleada del islam militante como la versión islámica de la Reforma Protestante en Europa en el siglo XVI - ignorando que los objetivos de Martin Lutero eran contrarios a grandes rasgos a los del islam militante.
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Pronosticaron que los estados de la región se desintegrarían; ninguno lo hizo.
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Predijeron que los palestinos romperían el patrón de tiranía en los países de lengua árabe y establecerían un gobierno verdaderamente democrático. Error -- la Autoridad Palestina es simplemente otra dictadura corriente.
En conjunto, Kramer concluye en su incisivo y original estudio que, "los académicos de América han fracasado estrepitosamente a la hora de predecir o explicar las principales evoluciones de la política y la sociedad de Oriente Próximo a lo largo de las dos últimas décadas". Una y otra vez, "han sido sorprendidos por sus objetos de estudio; una y otra vez, sus paradigmas han sido refutados por completo por los sucesos".
Y mientras lo entendían mal, los especialistas universitarios descuidaban los problemas que afronta Estados Unidos en la región (como los estados criminales o la proliferación armamentística) en favor de estudios con una orientación teórica sin valor para comprender problemas prácticos.
Estos fracasos no han pasado desapercibidos fuera del ámbito universitario, donde "agotaron la credibilidad del rango académico entre los círculos civiles influyentes", informa Kramer. Washington, "la simple mención de estudios académicos de Oriente Medio con frecuencia provoca sorpresa mayúscula".
Los agentes literarios huyen de ellos, al tiempo que los productores televisivos se dan a la fuga. Las fundaciones llegaron a verlos con recelo. Hasta "porciones del público general han comenzado a olvidarlos a propósito, incluyendo que este colectivo de expertos dispone de más información que sentido común.
Periodistas, miembros de instituciones y exfuncionarios del gobierno han ocupado el vacío en gran medida. Sus filas son reducidas y los académicos les insultan como "sucedáneos intelectuales" que manejan "análisis superficiales y retorcidos", pero hablan un lenguaje que los americanos comprenden, escriben a su debido tiempo, y entienden correctamente su materia.
En consecuencia, concluye Kramer, unas cuantas docenas de individuos trabajando desde instituciones "lograron establecerse más credibilidad pública" que los más de 200 profesores de universidades norteamericanas. Los profesores se encontraron abandonados, en las agudas palabras de Kramer , "discutiendo entre sí en creciente anonimato".
Oriente Medio plantea a Estados Unidos peligros singulares -- estados criminales, islam militante, el conflicto árabe-israelí, interrupción del suministro de gas y petróleo, armas de destrucción masiva, terrorismo, tráfico de armas, lavado de dinero. La irrelevancia colectiva de los académicos hace mucho más difícil la formulación de políticas acertadas. Y lo que hacen los americanos en Oriente Medio tiene inmensa importancia para la región, desde salvar Kuwait a arbitrar negociaciones árabe israelíes pasando por emprender la guerra contra el régimen Talibán de Afganistán. Por tanto, el fracaso que documenta Martin Kramer afecta por igual a americanos y habitantes de Oriente Próximo, por no hablar de los demás en todo el mundo.
Un cambio a mejor, demuestra, redundará principalmente a partir de dos fuentes: académicos americanos veteranos, que necesitan reconocer y rectificar sus errores; y aquellos que financian los estudios de Oriente Medio -- desde el gobierno federal hasta el alumnado universitario -- que necesitan exigir mejoras. Es el momento acertado para que ambos de ellos comiencen a hacer cambios.