Hay un debate que resuena en los márgenes del proceso de paz árabe-israelí: ¿deben enviarse tropas norteamericanas a la región para monitorizar un posible acuerdo de paz entre Israel y Siria? A juzgar por una encuesta encargada por el Middle East Quarterly y llevada a cabo el día de las elecciones la semana pasada, el público americano responde un enfático no.
He aquí el contexto: tras cuatro décadas de hostilidades sin casi obstáculos hacia Israel, el gobierno de Damasco accedía en 1991 a sentarse a hablar de paz con el estado judío. Aunque las negociaciones se atascaron a lo largo del curso de las tres semanas siguientes, sí progresaron hasta el punto en que los dos bandos tienen ahora a la vista un acuerdo.
La dirección israelí ha indicado de manera tácita que, en función de los resultados de referéndum, está dispuesta a devolver virtualmente todo el territorio tomado a Siria en 1967. Mientras que las dos partes discrepan en el calendario de la retirada, parece posible un acuerdo en esto. Lo mismo se refiere a los arreglos en materia de seguridad (Jerusalén pide reducciones mutuas y Damasco quiere desmilitarización simétrica), pero de nuevo estas diferencias no parecen insalvables.
El único asunto importante que les divide se refiere a la normalización de las relaciones: ¿qué aspecto tendrá la paz? El ministro de exteriores sirio ha ofrecido a Israel una "paz cálida" y el Presidente Hafiz al-Asad en persona ha hablado de "relaciones normales y pacíficas" con Israel. Al mismo tiempo, Asad rehúsa decir nada más acerca de la normalización. ¿Incluirá, como insiste el Primer Ministro de Israel Yitzhak Rabin, "una embajada israelí en Damasco, una embajada siria en Israel, una línea [es decir, un autobús] israelí que viaje hasta Aleppo, turistas israelíes en Homs, buques israelíes en Tartus, aviones de El Al aterrizando y vínculos comerciales y culturales -- todo, y en ambas direcciones"? Asad no lo dice. Promete revelar la naturaleza de la paz tras una retirada israelí total de los Altos del Golán, y no antes. Esto es rechazado por los israelíes como totalmente inadecuado, y así las negociaciones quedan en punto muerto.
Dos datos tienen que mantenerse en mente siempre a propósito de estas negociaciones. En primer lugar, a lo largo de cinco décadas, los sirios han sido constantemente los enemigos más feroces e implacables de Israel, así que los israelíes sienten más recelo de los sirios que de cualquier otro árabe. En segundo, los israelíes estarán prescindiendo de un activo tangible (los Altos del Golán, una gran posición estratégica) a cambio de nada más que palabras. Estos dos factores ponen a los israelíes comprensiblemente nerviosos en materia del rumbo tomar. En la práctica, al Partido Likud y hasta a algunos miembros del propio Partido Laborista de Rabin no les gusta la forma del inminente acuerdo con Damasco. Es probable que opten por una oposición vigorosa.
Ahí es donde las tropas americanas entran en escena. Esperando hacer el acuerdo más aceptable para el electorado israelí, el Primer Ministro Yitzhak Rabin ha planteado la noción de destacar una fuerza norteamericana en los Altos del Golán con el fin de monitorizar el acuerdo con Siria. Al régimen Asad también le gusta esta idea y la administración Clinton ha indicado que está preparada para hacer su parte.
El problema es que el pueblo americano no parece estar de humor para tal compromiso. En una encuesta de un millar de electores, la firma de cuestación Fabricio, McLaughlin and Associates concluye que con un índice de 3,6 a 1, a los americanos les desagrada la idea de enviar tropas a los Altos del Golán. (Las cifras exactas son del 64,3% en contra y el 17,9% a favor, con el resto no sabe o no contesta).
Al ser recordados por las experiencias americanas anteriores con las misiones de pacificación, el voto de desaprobación para esta misión se incrementa ligeramente, hasta casi 4 a 1 en contra. (Aquí las cifras son del 64,8% en contra y el 16,5% a favor).
La encuesta también revelan que con por un índice de 4 al 1, la opinión pública norteamericana quiere que este tema sea aprobado por el Congreso antes de enviar a soldados americanos con destino a los Altos del Golán. (El 70% prefiere esto, el 17,1% piensa que es innecesario).
Estas contundentes opiniones parecen estar en sintonía con el nuevo Congreso Republicano y con la inquietud expresada en una encuesta reciente difundida por el Center for Security Policy radicado en Washington. Si hay una cosa que separa a Republicanos de Demócratas en materia de política exterior en estos tiempos es la atención de cerca a los intereses nacionales norteamericanos: nada de tropas y nada de dinero a menos que esté claro que benefician al contribuyente americano. Se sabe que ésta es la opinión de Jesse Helms, el presidente entrante del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y probablemente sea la de Benjamin Gilman, su homólogo en la Cámara.
El mensaje es claro: los señores Clinton, Rabin y Asad van a tener que hacer una defensa muy convincente si van a salirse con la suya y destacar tropas americanas entre Israel y Siria.