"Una metida de pata se produce cuando un político dice la verdad": La consigna de Michael Kinsley en 1992 se ha convertido en parte permanente del juicio de Washington. Una metida de pata despierta sonrojos y disculpas precisamente porque articula lo que todos saben pero nadie está dispuesto a decir.
Fue una metedura de pata que el abril pasado el Presidente Bush, al ser preguntado si desplegaría efectivos militares estadounidenses para ayudar a Taiwán a defenderse de China, respondiera que haría "todo lo necesario", admitiendo así algo que ningún presidente había dicho abiertamente desde 1979 aunque todos ellos pensaran del mismo modo. La Casa Blanca se apresuró a pedir disculpas, dando explicaciones y cambiando de tema, pero la verdad quedaba en evidencia.
Fue un traspié que el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld admitiera en octubre que las fuerzas estadounidenses podrían no capturar a Osama bin Laden: "Es un mundo grande. Hay un montón de países. Tiene un montón de dinero, tiene un montón de gente que le apoya, y no sé si tendremos éxito".
Después de que estos comentarios saltaran a los titulares, Rumsfeld se retractaba expresando su plena confianza en las tropas americanas y murmuraba que sus declaraciones anteriores eran "uno de esos debates semánticos. De vez en cuando, supongo, las cosas no salen de mi boca de la manera más correcta. "Pero había reconocido en voz alta lo que todos sabían.
Fue una metedura de pata que en enero la CNN promocionara el nuevo programa de Paula Zahn "American Morning" con un anuncio en el que una voz masculina la describía como "una presentadora de los informativos de la mañana que es provocativa, súper inteligente y, ah sí, con un punto sexi". La palabra sexy aparecía entonces en la pantalla acompañada del sonido de apertura de una cremallera.
CNN se apresuró a pedir disculpas, dar explicaciones y cambiar de tema, pero el anuncio confirmó lo que todos saben pero las cadenas siempre han negado - que la belleza y la sensualidad son consideraciones clave en la carrera de una presentadora de informativos.
Otra metedura de pata se produjo la mañana del jueves pasado, cuando el Secretario de Prensa de la Casa Blanca Ari Fleischer dijo algo inusual durante su "charla" matutina, la reunión informal con la prensa previa a su rueda de prensa televisada.
Refiriéndose a la cumbre de Camp David II de mediados de 2000, Fleischer hizo una observación muy válida (aunque, ciertamente, no de la forma más elegante): "Se puede decir que en un intento de apuntar alto y no conseguir nada, se produjo más violencia, que como resultado de un intento de presionar a las partes más allá de donde estaban dispuestas a llegar, condujo a que las expectativas que se plantearon a un nivel tan alto se convirtieran en violencia.
"Es importante ser cautos en la región", añadió, "proceder a un ritmo que sea posible y factible, y no crear expectativas falsas muy altas intentando llegar a algo que las partes no puedan aceptar, por su cuenta, debido al colapso de las expectativas creadas no satisfechas en la región. Y eso dio lugar a la violencia".
Fleischer no mencionó el nombre de Bill Clinton, pero la oficina del ex presidente emitió de inmediato un comunicado condenando los comentarios de Fleischer como "desafortunados". A instancias del propio presidente Bush, así como de Colin Powell y Condoleezza Rice, Fleischer se retractaba rápidamente. "Sugerí erróneamente que la creciente violencia en Oriente Medio es atribuible a los esfuerzos de paz en marcha en 2000. Esa no es la posición de la administración".
Sin embargo, Fleischer sólo manifestaba en voz alta lo que otros piensan; como informaba CBS Morning News, su opinión "es expresada en privado por muchos en la administración, incluyendo al presidente Bush".
Más importante aún, su análisis es correcto.
La diplomacia desmesuradamente maximalista co-auspiciada por Clinton y los líderes del Partido Laborista de Israel (Yitzhak Rabin, Shimon Peres, Ehud Barak) tuvo el efecto diametralmente opuesto al esperado: La cumbre de Camp David II se suponía debía cerrar el conflicto palestino-israelí, pero en realidad despertó una oleada agresiva sin precedentes de violencia palestina contra Israel, que aún continúa y sigue agravándose.
La visión de Fleischer tiene importantes implicaciones. Antes de que el gobierno norteamericano lance otro "plan" de paz (como la aberración actual promovida conjuntamente por el príncipe heredero de Arabia Saudí y el New York Times), se debe evaluar muy cuidadosamente su potencial daño. El fiasco de cumbre que fue Camp David II es por lo menos parcialmente responsable de 1.200 muertes; ¿cuál será el número de víctimas de la próxima ronda diplomática de ambiciones desmesuradas?