En junio, los editores de The Weekly Standard preguntaron a 28 escritores, pensadores, activistas y profesionales de la política por sus ideas a propósito de la siguiente propuesta:
"Los conservadores se encuentran en un estado particular en todo el mundo. Por un lado, sus ideas parecen ser pujantes; por otro, los partidos y los políticos que les representan parecen estar siendo vapuleados. Clinton, Blair y Jospin salen victoriosos, mientras que los políticos aliados con lo que consideramos ideas "conservadoras" sobre libre mercado, regulación, el tamaño del gobierno y la moral tradicional están sufriendo una derrota tras otra. En Estados Unidos, el Congreso Republicano ha perdido el norte como consecuencia de la reelección de Bill Clinton. ¿Que pasa? ¿Qué significa esto? ¿Qué pasó con el conservadurismo seguro de Thatcher, Reagan y la victoria del Congreso conservador de 1994?
Una probable explicación: imagine que usted reside en Nueva York y ha sido convencido de que 50 años de regulación del régimen de alquiler causa un perjuicio económico grave a la ciudad y es un sistema injusto. Pero también tiene la suerte de vivir en un apartamento de renta controlada y está pagando por él un precio muy inferior al precio de mercado. En este caso, sus creencias abstractas entran en conflicto con sus circunstancias específicas. En la tradición de San Agustín, dame la agenda conservadora, pero no me la des aún.
Muchos se encuentran en el mismo dilema. Usted acepta que el sistema social existente es un desastre pero se echa a temblar ante la perspectiva de que los pobres de su propia ciudad se queden sin subsidio. Usted reconoce que la seguridad social no puede seguir así pero está preocupado por las prestaciones de sus padres. Temores similares se aplican a miles de programas más - deducibilidad de hipotecas, leyes de salario mínimo, fondos de apoyo a las artes interpretativas y las humanidades, Medicare, partidas presupuestarias extraordinarias a las ciudades. En otras palabras, el estado niñera persuade a todo el mundo menos a los conservadores más decididos.
Para luchar contra este coloso, los políticos deben observar que el estatus quo tiene un gran poder, y a continuación incorporar esto a sus cálculos. Eso significa ir más despacio de lo que les gustaría, aplicar una presión constante, y actuar con gran inteligencia y cierto sigilo. No será fácil. Pero en cualquier caso se tardaron 30 años, de Franklin Delano Roosevelt a Lyndon Johnson, en levantar el estado del bienestar. Desmantelarlo no será probablemente más rápido.