Como numerito teatrero islamista-izquierdista encaminado a deslegitimar a Israel, la flotilla "Free Gaza" de financiación turca de finales de mayo resulta tediosamente repetitiva. Como ilustración de que los israelíes no entienden el tipo de guerra que tienen que librar ahora, el resultado es monótonamente predecible. Pero como declaración de intenciones de las políticas de Turquía y augurio del futuro del movimiento islamista, rebosa novedad e importancia.
¿Los mejores amigos? Erdoğán (izquierda) con Ahmadinejad. |
Atatürk nunca convenció de su visión a la población turca en su totalidad y, con el tiempo, su república laica tuvo que acomodar con cada vez mayor frecuencia el sentir musulmán religioso. Pero aun así el proyecto de Atatürk aguantó hasta bien entrada la década de los años 90, protegido por el cuerpo de oficiales del ejército, que convirtió en prioridad conservar su legado y el secularismo asentado.
Los islamistas lograron por primera vez representación parlamentaria a principios de la década de los años 70, cuando su líder, Necmettin Erbakán, formó parte en tres ocasiones de la administración de su país como primer ministro en funciones. Mientras los partidos políticos turcos de referencia malgastaban su legitimidad a través de una desafortunada mezcla de egoísmo y corrupción, Erbakán prosperaba hasta llegar a ser primer ministro durante un año, 1996-97, hasta que el ejército se impuso y le derrocó.
Algunos de los lugartenientes más ágiles y ambiciosos de Erbakán, liderados por Recep Tayyip Erdogán, fundaron en agosto de 2001 un nuevo partido político islamista, el Adalet Kalkınma Partisi o AKP. Sólo un año más tarde, lograba una importante representación del 34% de los votos y, debido a los entresijos del reglamento electoral turco, dominaba el parlamento con el 66% de los escaños.
Erdoğán se convertía en primer ministro y, por medio de la buena administración de las cuentas, el AKP registraba un incremento muy sustancial de los votos y su reelección en el año 2007. Con un mandato renovado y un ejército cada vez más marginado, sembró de forma agresiva elaboradas teorías conspirativas, multaba a un crítico con 2.500 millones de dólares, grababa al líder de la oposición en una comprometedora situación sexual, y ahora planea modificar la constitución.
La política exterior, en manos del Ministro de Exteriores Ahmet Davutoğlu, que aspira a que Turquía recupere su antiguo dominio sobre Oriente Medio, se extralimitaba de forma aún más flagrante. Ankara no sólo adoptaba un enfoque más beligerante hacia Chipre sino que intervenía en temas tan sensibles como el arsenal nuclear iraní o el conflicto árabe israelí. Lo más sorprendente ha sido su respaldo al colectivo IHH, una "organización de caridad" nacional turca con vínculos documentados con Al-Qaeda.
Si el irresponsable comportamiento de Ankara tiene implicaciones problemáticas para Oriente Medio y el islam, también tiene una faceta de alivio. Los turcos han sido la vanguardia del desarrollo de lo que yo llamo la versión 2.0 del islamismo, la versión popular, legítima y no violenta de lo que intentaron lograr el ayatolá Jomeini y Osama bin Laden por la fuerza a través de la versión 1.0. He predicho que la insidiosa forma de islamismo de Erdoğán "puede amenazar la vida civilizada aún más que la brutalidad de la versión 1.0".
Fethulah Gülen censura. |
En primer lugar, Turquía alberga el movimiento islamista más sofisticado del mundo, que abarca no sólo al AKP sino al movimiento de Fethulah Gülen, la maquinaria propagandística de Adnan Oktar, y más. La novedosa belicosidad del AKP ha provocado conflictos; Gülen, por ejemplo, condenaba públicamente la farsa de "Free Gaza", lo que insinúa que podría desatarse una debilitante batalla interna en torno a la táctica a seguir.
En segundo, si antes sólo un reducido un grupo de analistas tenía en cuenta el enfoque islamista de Erdoğán, éste ahora se ha manifestado por sí solo a la vista del mundo entero. Erdoğán se ha desembarazado de su imagen escrupulosamente estudiada de "demócrata musulmán" pro-occidental, haciendo mucho más fácil considerarle como el aliado de Teherán-Damasco que es.
Como Davutoğlu pretende, Turquía ha vuelto al centro de Oriente Medio y de la umma. Pero ya no merece ser miembro formal de la OTAN y su oposición política merece apoyo.