QUE EL ATAQUE contra los edificios más altos de Nueva York y la sede del ejército estadounidense haya sido organizado al parecer por Osama bin Laden y perpetrado exclusivamente por musulmanes tiene enormes implicaciones para la forma en que las poblaciones musulmanas residentes en todos los países occidentales van a ser percibidas en el futuro.
Tener algún conocimiento del contexto ayuda a explicar lo que nos ha llevado a esta situación. Los hombres de Bin Laden no son sólo musulmanes sino también islamistas. El islam (una religión) no es el problema, sino el islamismo (una ideología totalitaria). El islamismo no es tanto una distorsión del islam como una interpretación radicalmente novedosa. Politiza la religión, convirtiéndola en la punta de lanza para la creación de una utopía por la fuerza. En muchos sentidos, su programa recuerda al del fascismo y el marxismo leninista.
Los sucesos de esta semana no marcan el estallido de un problema nuevo sino el colofón de un patrón de violencia islamista de casi dos décadas. Esa violencia es un fenómeno verdaderamente global, que afecta a países tan diversos como Argelia, Pakistán, Rusia, Trinidad y Tobago o las Filipinas. Los islamistas constituyen una minoría reducida pero significativa de los musulmanes, alrededor del 10 al 15% de la población. Muchos de ellos tienen apariencia pacífica, pero todos deben ser considerados asesinos potenciales.
He aquí cierta orientación, empezando por las medidas a adoptar para proteger los derechos de la minoría musulmana:
- Mantener el más profundo respeto a los particulares, las mezquitas y las demás instituciones musulmanas. Un momento de crisis no cambia el supuesto de que cada uno de nosotros somos inocentes hasta que se demuestra lo contrario.
- No hacer ningún pronunciamiento de prejuicios contra musulmanes, una gran mayoría de los cuales son inocentes de islamismo o de comportamientos delictivos.
- Proporcionar protección extra frente a actos de vandalismo o gamberrismo contra propiedades o individuos musulmanes.
- La prensa, los políticos y los demás líderes de opinión deben pronunciarse en estas ideas.
Hasta aquí las medidas fáciles. Las difíciles se refieren a la investigación de antiguos delitos y su prevención en el futuro. El hecho doloroso es que sólo los musulmanes son susceptibles al atractivo del extremismo islamista. Mientras se salvaguardan los derechos civiles y la libertad religiosa de los musulmanes pues, deben adoptarse medidas para minimizar su receptividad única a esta ideología totalitaria. Éstas son algunas recomendaciones:
Vigilar de cerca a las instituciones islámicas que canalizan a los jóvenes musulmanes a las actividades de la yihad (guerra santa). Este es un problema particularmente británico. Durante una década más o menos, estos jóvenes se han apuntado a actividades en el extranjero tan aceptables como estudiar en seminarios islámicos o trabajar para organizaciones islámicas de caridad, que entonces han servido de mecanismos de reclutamiento para la yihad contra los no musulmanes en lugares como Bosnia, Chechenia o Cachemira. Estos jóvenes claramente sirven de munición potencial de atentados dentro de Gran Bretaña, y puede que en otros sitios.
Preocuparse por los islamistas "durmientes". Estos particulares pasan desapercibidos con sus cosas hasta que un día son movilizados. Alí A Mohamed, ciudadano estadounidense originario de Egipto, alcanzó el rango de sargento en el ejército estadounidense; a principios de este año se declaraba culpable de hacer un seguimiento de las actividades en la embajada estadounidense en Nairobi como objetivo de atentados en nombre de bin Laden, entre otras tareas encargadas.
Combatir el clima generalizado de odio y el fundamentalismo entre las poblaciones musulmanas residentes en Occidente que ha conducido repetidamente al terrorismo. Rashid Baz, el conductor de reparto de origen libanés que asesinaba a un niño judío hassídico en el Puente de Brooklyn en marzo de 1994, concluye una crónica, "vivía en un entorno que fomentaba el terrorismo" y "le alentó a perpetrar actos de violencia".
Escuchar el consejo de los musulmanes anti-islamistas, la gente amenazada primero por el islamismo, que lo conocen de cerca y que puede ayudar a infiltrarse en sus jerarquías clandestinas.
Clausurar las páginas de la red que promueven la violencia, recaudan dinero para este objetivo y reclutan nuevos miembros. El gobierno estadounidense daba un primer paso en esta dirección la semana pasada clausurando InfoCom, un servidor radicado en Dallas que ofrecía servicio a muchas organizaciones islamistas.
Vigilar de cerca la posibilidad de visitantes o inmigrantes con antecedentes islamistas que entran en el país. Ningún gobierno occidental se ha atrevido a hacer esto porque parecen prejuicios (la denegación británica de la entrada a Louis Farrajan fue una excepción temporal). Pero cada islamista que entre es un enemigo en el frente nacional.
Reforzar el fichado del pasaje aéreo -- la práctica de comprobar los rasgos étnicos y religiosos del pasaje. Esto ha resultado ser polémico en Estados Unidos, donde los grupos de presión han impedido a los agentes del orden el uso del sentido común para mantener una vigilancia especialmente exhaustiva sobre los islamistas porque, presuntamente, esto "desmarca injustamente" a unas minorías. Las consecuencias de no fichar quedaban dolorosamente en evidencia el martes, cuando entre 12 y 24 islamistas secuestraban cuatro vuelos comerciales distintos.
Aislar a las organizaciones islamistas destacadas y ruidosas como el Consejo Musulmán de Gran Bretaña o el Consejo Islámico de Derechos Humanos. Se trata en realidad de organizaciones radicales y deben ser evitadas por los políticos, los medios, las corporaciones y el resto de la sociedad en bloque.
Reconsiderar los errores cometidos. Las universidades, los medios, las iglesias y las oficinas de administración pública tienen cierta introspección por hacer; sus expertos en el islam y los musulmanes contienen a un influyente grupo de apologistas (siendo un reciente ejemplo la BBC con su programación acerca del islam durante toda la semana). Han aconsejado en contra de cada medida esbozada aquí. Estos especialistas acarrean parte de la responsabilidad de la falta de preparación que ha conducido al desastre de esta semana. Ellos y sus instituciones tienen que examinar los horrores cometidos y empezar con un enfoque realista y fresco.
El objetivo de formular una política hacia las poblaciones musulmanas nacionales debe tener dos vertientes: combinar justicia hacia su mayoría moderada con una postura muy dura hacia los islamistas. Este equilibrio exige sensibilidad pero no corrección política -- una combinación que se puede alcanzar si se hace honesta e inteligentemente.